"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
Salmo 16.5-6
Dios es la porción de nuestra herencia. Mientras muchos recibieron herencia en la repartición de tierra, los levitas no. Así que cuando no hay herencia que nos puedan dar los humanos reconocemos que el Señor es la porción de nuestra herencia y nuestra copa. No importan si en esta tierra heredo algo, pero sí importa si en el Señor heredo. Nuestro pasado, presente y futuro le pertenece al Señor. Lo que vives no es resultado del azar, ni de la casualidad sino que has estado a la merced de la misericordia de Dios, que produce seguridad y esperanza. La copa, como símbolo de futuro, será servida en el gran banquete. La porción que nos ha tocado es Dios mismo. Los linderos, son las cuerdas, como la forma de medición. Los lugares deleitosos, son las tierras productivas, los lugares deseables. NO hay mayor herencia que Dios mismo y eso es lo que nos alegra y bendice. Es por esa alegría que podemos expresarnos "Clamé a ti, oh Dios; Dije: Tú eres mi esperanza, y mi porción en la tierra de los vivientes", (Salmo 142.6). Mi gozo y mi alegría es que lo que recibo es de Dios y eso me hace ser partícipe de la herencia en Dios mismo. Oremos: Dios y Señor. Gracias por este nuevo día. En ti están nuestro presente y futuro. Tú tienes planes de bien y no de mal, tú tienes misericordia y bondad, tú eres mi porción y mi heredad. A ti entregamos nuestro pueblo para que nuestra heredad sea tu salvación y la vida eterna. En tu nombre, amén.
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Génesis 32,23-32
¿Ha tenido ud luchas solo/sola? ¿Ha peleado en la oscuridad? Nada mejor que levantarnos de una pesadilla y saber que no era cierto. Sin embargo, no todo son pesadillas. La soledad es una realidad que embarga a una gran cantidad de personas en este mundo. Jacob fue uno de esos hombres que luchó en altas horas de la noche con el mismo Dios. ¿Has estado así? No te rindas, ¡No! Quisiéramos tener a Dios para decirle nuestro dolor o nuestra queja, pero nos envolvemos en la oscuridad de la noche. Esa soledad se hace más terrible en la noche porque no hay palabras y no es posible identificar a Dios quien muchas veces hace silencio. Jacob no se rinde, hasta que consigue entrar en diálogo con el desconocido y le hace hablar. Insístele a Dios y no te rindas, ¡no! Cuando el ser misterioso habla irrumpe el amanecer. Sí, porque la palabra sagrada siempre trae una nueva esperanza y una nueva luz. Como a Jacob nos ha tocado vivir tiempos de oscuridad, tiempos en que las cosas están nubladas o no del todo claras. Las sombras o la oscuridad rodea nuestra vida. Eberhard Jungel dice que es una bienaventuranza quien en medio de la oscuridad y de lo que lo paraliza, no abandona el combate hasta que le es concedido reconocer el rostro de Dios más allá del poderío de las tinieblas, precisamente en el momento en que amanecía. Es por ello que te digo: "NO te rindas, ¡no! porque está a punto de amanecer. Es decir, de que haya esperanza para tu batalla, para tu combate, estás a punto de escuchar la voz de Dios, es el momento de la bendición y no hay tiempo para rendiciones sino para recibir lo que por tanto tiempo has peleado. Es este momento en el que la tentación te puede conducir a la trivialidad, escapar a la superficie para quedar fuera del alcance de Dios, quien nos invita a luchar con él en medio de la noche. Hay quienes prefieren vivir entretenidos, atareados, enredado en sus pequeños problemas, colocados en la zona de seguridad donde no los alcance el dolor porque no están dispuestos a pelear la buena batalla. Si quiere bendición tienes que pagar el precio. Esa tentación no es voluntad sino deseo. Si nuestra atención está tibia, adormecida, está dispersa en mil cosas banales, que nos absorben, podemos pasar los días vegetando y en la misma rutina. Entonces, eres un cristiano que está pasando la vida, pero no peleando la buena batalla de la fe. Lo que me gusta de Dios es que una vez nos mira no nos deja hasta dar con nosotros/nosotras. Dios es un luchador incansable, decidido a perseguirnos hasta darnos alcance. Llega cuando estamos en una encrucijada, cuando las cosas van mal, cuando tengo que tomar decisiones, cuando mi vida está cansada, cuando me siento solo/sola, cuando el dolor me consume, cuando la noche está oscura, es decir, que Dios llega siempre. Oremos: Dios y Señor de nuestras vidas. Te doy gracias por un nuevo amanecer. Estamos en tiempos de oscuridad, pero contigo, en tiempos difíciles pero contigo y nos disponemos a luchar, pero contigo. Quiero enderezar mi atención para experimentar tu presencia Señor. Si no me rindo es porque estoy contigo. En tu nombre, amén. Génesis 21.14-20
Agar es despedida una vez más por Abraham, pero con su hijo. Ella se marchó y vagó por el desierto y cuando se le acabó el agua, colocó al niño debajo de unas matas y se apartó para no verlo morir, mientras este lloraba. Dios no la deja y por segunda vez, le escucha y le pregunta: ¿Qué te pasa? Esta es la pregunta que quiero hacerte hoy. En medio de tu aflicción, ¿qué te pasa? Las preguntas de Dios traen promesas y paz. El ángel le dijo: "levántate, y toma al niño y estate tranquila". Es meritorio entender que solo Dios puede atender tu aflicción y darte palabra de paz. Solo Dios abre los ojos para que, como Agar, puedas divisar el pozo de agua. El pozo de esperanza y vida. En el desierto amenazan las carencias, sobre todo la de agua. Es un lugar de muerte y soledad, pero siempre Dios tiene un pozo escondido. Pero sólo la acción de Dios de abrir los ojos de Agar hace posible descubrirlo. Dios es el Dios que mira y escucha el clamor de todos los/las que hoy gritan en las periferias/ en los desiertos y descampados de nuestro mundo. Dios es el Dios que sale al encuentro de nuestras huidas y nos acompaña en nuestros desiertos; y por los lugares, situaciones y personas que , bajo apariencia de muerte, siguen escondiendo en lo más hondo de sus vidas rotas y maltratadas, un hilo de vida. Es necesario dejarnos tocar por las manos que curan cegueras, iluminan caminos, enseñan a mirar, pero sobre todo quitar nuestros (auriculares) que solo nos permiten escuchar nuestros pequeños problemas. La crisis de Agar fue escuchada y la tuya, la mía y la de nuestro pueblo también será escuchada y Dios nos mostrará dónde está el pozo para salir adelante. Les exhorto a no echarse a morir en su crisis, sino a gemir, con gemir indecible, ante el Dios que escucha la aflicción. YO sé que para ti hay un pozo por descubrir, pero solo será descubierto por Dios quien te mostrará el lugar en que más que un pozo será vida. No temas porque Dios escucha... Oremos: Dios, en ocasiones perdemos la fe y la esperanza porque el desierto en el que estamos parece que no hay pozos. Yo sé que nuestra desesperación no permite que veamos el pozo, aunque este esté cerca. También reconozco que para ver el pozo tengo que escuchar tu voz que me indica el lugar exacto. Nuestra aflicción no es más grande que tu amor. No te tardes Señor y responde a la voz de nuestras súplicas. Ciertamente necesitamos tu dirección, pero nuestras miradas en ocasiones no están correctas. Guíanos en todo tiempo y fortalécenos en medio del desierto no sea que nos echemos a morir y ni siquiera clamemos. Estamos confiados que las aflicciones nuestras y las de nuestra nación están en tus manos. Que nuestra fortaleza se esperar que nos muestres el pozo porque estamos dispuestos a levantarnos y levantar nuestros hijos, como Agar levantó al suyo. Lo haremos porque sabemos que en ti hay palabra de vida. En tu nombre, amén. Esta semana se enfatiza, lo que se celebra todo el año, la semana de la mujer. Pudiéramos preguntarnos qué papel jugó Jesús con respecto a ello. Sin ser muy extenso y de manera certera puedo decir que Jesús dignifica la mujer. Las felicito a todas, en particular a mi esposa, mi hija y mi madre.
Juan 8.1-11 Jesús ve en el interior de la persona. Cualquier norma que se utilice para juzgar a la mujer vale para el hombre. Esto es lo que Jesús revela en lo que ocurre con aquella mujer condenada a ser apedreada de acuerdo a la Ley de Moisés. Si se ha de condenar a ella, también al hombre. En nuestra sociedad existe un acantilado de maltratantes que consideran que las mujeres deben ser apilada, como en los tiempos de Jesús. Luego que las insultan, les gritan, incluso las empujan, son capaces de traerles un ramo de rosas para alivianar la relación. No es posible aceptar rosas sin pensar en las espinas. Es abominable que hombres en nuestra sociedad, e incluso en la congregación, lastimen y opriman las mujeres como si fueran sus esclavas. Jesús censuró a los que conocían la Ley porque no conocían la dignidad. Sabían de la Palabra pero no de Dios. NO es viable utilizar la Palabra para manipular la vida de nadie. Si utilizamos la Escritura que sea para dignificar pero no para matar, como lo querían hacer con aquella mujer. Jesús no sostiene su mirada ante quienes quieren quitar humillar y asumir posturas de juicios que no le corresponden. "Pero Jesús, inclinándose hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo...". Es por eso que ya la visión de las cosas no es como se dijo, sino como el nuevo paradigma que Jesús enseña en este pasaje. La Ley fue escrita en piedra y ello no se borra, pero los dedos de Jesús muestran una escritura que da lugar a que el pecado sea perdonado, a que mi dolor sea sanado, a que mi herida sea curada, etc. Jesús vuelve a escribir para hacernos entender que hay un nuevo paradigma a través de él. El perdón como elemento conciliador entre nuestro pecado y Dios dignifica a la mujer y plantea una nueva experiencia para reescribir la vida de aquella mujer. Los que te acusan se han ido mujer así que ya no vivas más en las cuerdas del abuso, del maltrato, de la esclavitud porque Cristo te hizo libre. Jesús no te condena, Jesús te dignifica. Oremos: Dios y Señor que permites que nuestro caminar tenga una nueva oportunidad. Hoy, te pido que guardes la vida de cada mujer puertorriqueña, que si alguna está siendo maltratada tu misericordia y bondad le alcance para que sepa que no es de esa forma que la llamaste a vivir. También reprendo cualquier hombre o animal que esté maltratando o levantando en este momento sus manos o garras sobre una mujer. Lo reprendemos en tu nombre Jesús. Atiende a la viuda, a la mujer soltera, a la desvalida, a la que vive en la calle, a la que no tiene qué comer, a la que está sola, etc. Dios ten misericordia porque nuestra Isla te necesita. Que cada mujer hoy pueda celebrar esta semana con la frente en alto y si alguna no puede celebrarlo porque no se valora, dale valor y dignifícala en este momento. En el nombre de Jesús, amén. Mateo 12.15-23
La presencia de Jesús por los alrededores de Galilea, anuncian, para Mateo, el cumplimiento del Mesías. Las acciones de Jesús lo delataban. De hecho, las nuestras también. Una de las cosas que delataba a Jesús, aunque decía que no le descubriesen, era que sanaba a todos. Su presencia era el cumplimiento y eso era inminente e impostergable. Era el reino de Dios acercado, era la luz en medio de las tinieblas, era la esperanza de Israel, desde los tiempos inmemorables. Dichas acciones provocaban que la gente siguiera a Jesús. Lo mismo debe ocurrir con la Iglesia hoy. Nuestras acciones deben delatarnos y provocar que la gente siga a Jesús. ¿Qué está ocurriendo? Si la acción de Jesús reveló su ministerio también el de la iglesia será revelado por su acción. Hacer la voluntad de Dios en su acción fue el principio catapultador de Jesús. ¿Cuál es el tuyo? Nuestras acciones afirmarán las expresiones proféticas: 1. He aquí mi siervo, a quien he escogido 2. Mi amado en quien se agrada mi alma La mirada de Dios es indiscutible cuando actuamos en su voluntad. Nuestro llamado no se gloría de lo que nos sirven sino de a quién servimos. Jesús decidió por el plan de Dios en su vida. Como hijo actuó en favor de la humanidad. Incluso, su voluntad es quebrada, al hacerse discípulo del Bautista. Ha llegado a nosotros por su acción de vida. Entonces, Jesús llega a nosotros y nosotras por su acción. Su interés por los pobres, débiles, necesitados. Jesús vino a levantar manos caídas y rodillas paralizadas. Vino a hacer sendas derechas para nuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. No es una acción rebelde, sino una acción sin contiendas, de la palabra "eris". No será una voz de opresión, de abuso, sino una voz que provocará sanación. Ya la mecha no estará humeando sino que habrá luz otra vez en Jesús. Nuestra esperanza viva es Jesús. Ya no habrá ciegos, ni mudos porque a quienes no ven y no pueden hablar Jesús les devuelve la vista y la voz. Nuestro pueblo cristiano ni está ciego ni es sordo porque andamos con Jesús. Que lo sepa la gente y que nuestra acción como creyente nos rebele que tenemos a Jesús. Oremos: Dios y Señor Jesús. Tú nos sacaras a victoria. Tu acción en la cruz reveló la salvación para nuestras vidas. Confiamos en que estás con tu pueblo. Necesitamos tus cuidados y acompañamientos constantes. Por eso puedo afirmar Mateo 12.21 "y en su nombre esperan los gentiles". Esperamos porque nos sanarás de nuestras sordera, mudez ante las realidades en que vive nuestro pueblo. En tu nombre, amén. En estos días, hablar de piedra se ha tornado en mi diario vivir. No sé ni cómo ni por dónde anda, solo sé que hay una piedra. La piedra que tengo, causa dolor, pero no de muerte. Cuando veo la experiencia de Marta y María, ellas tenían, frente a sí, una piedra que distanció a su hermano de ellas. Era la piedra que marcaba la muerte. Lázaro llevaba cuatro días muerto y la tristeza embargó hasta el mismo Jesús.
Aquella familia, a causa de aquella piedra, se rompió. Es el sentir de la impotencia ante la muerte. Nos pasamos los días y años luchando por vivir. Un vivir, como diría un amigo, e hijo, Juan Rivera, en la experiencia del "si Dios quiere". Estamos en la sociedad, descrita por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, como "una sociedad de incertidumbre". Tenemos mucha ciencia para avanzar pero jamás para hacernos felices. La impotencia a lo futuro es incierta y amenazadora. El canta-autor cubano, Silvio Rodríguez dicta una expresión en una de sus canciones, "Cuando digo futuro", que nos lleva la experiencia de quitar la piedra de la siguiente manera: "Te convido a creerme cuando digo “futuro”. Esas expresiones nos llevan a confiar cuando creemos en el futuro, en lo incierto. Es creer lo que determinará que la piedra sea quitada. Es saber que si creemos habrá futuro y si no creemos también. Si las palabras de Silvio son extraordinarias, las de Jesús desafían la muerte y convocan la vida. Jesús dice: "El que cree en mí aunque haya muerto, vivirá... ¿Crees esto? A pesar de las dudas, de las piedras, de los dolores, de los llantos, de las desesperanzas, etc., Jesús nos convida a creerle cuando dice: "Quitad la piedra". Quita lo que te distancia de la gente, lo que te agobia, lo que no te permite crecer, lo que no te deja caminar, lo que se traduce en muerte, lo que provoca tu llorar, lo que te hace gritar, etc. Y si no lo puedes quitar, entonces confía y cree. Oremos: Dios del pasado, del presente y lo porvenir. La circunstancia en la que nos encontramos no es eterna. Lo incierto no es lo que me mueve, sino que la certeza de un mañana, de un nuevo día, una nueva experiencia, incluso, una nueva vida. Sé que la piedra será quitada, en el nombre de Jesús, amén. La honra del prójimo es más importante que la mía. "¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?", Juan 5,44. Dice D. Bonhoeffer que la apetencia de la propia gloria impide la fe. Quien busca su propia gloria se olvida de Dios y del prójimo. El predicador dice: "... es mejor un espíritu paciente que un espíritu altivo", Ecl 7,8. No podremos obrar como Cristo sino hemos aprendido la humildad. La ambición y la arrogancia provocan incredulidad. Destaca D. Bonhoeffer que "el no creerse sabio, el humillarse ante el humilde, significan simple y llanamente tenerse por el más grande pecador". Nuestro pecado debe ser el más grave, el mayor y el más condenable. Para los demás siempre encontramos excusas en el amor, pero para el mío no tiene excusa. Por esta razón es el más grave. Hasta estas profundidades hay que descender para poder servir a los hermanos en la comunidad.
Oremos: Dios y Señor de la vida. Ayúdanos a vivir en humildad. A pensar en los demás y no estar aislados de la necesidad del otro. Estos tiempos de individualismo no pueden marcar la pauta en la comunidad de fe. La comunidad de fe, ya por ser comunidad invalida tal individualismo. Queremos que nuestra vida viva en la experiencia de tu humildad para que quien nos vea crea por lo que ve en nosotros y no por lo que decimos de nosotros. Nuestro testimonio ante la sociedad debe ser vivo y sólo tú tienes aliento de vida. Sopla dentro de la Iglesia para que siempre contemos con tu aliento de vida. En tu nombre, amén. |
AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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