"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
"Vosotros sois la sal de la tierra", Mateo 5.13
Mi abuelo decía que si un médico le quitaba la sal era porque lo quería matar. Aunque le explicáramos que era por su salud él alegaba que "la sal es bíblica". Decía que una comida sin sal no era comida. Si esas expresiones son así es por la importancia de la sal para las comidas. Tú y yo somos sal de esta tierra. ¿Qué tal si alguien dijera que no necesita de la Iglesia? ¿No está diciendo que no necesita sal? Nosotros y nosotras somos sal que da sabor a una tierra insípida. Si no damos sabor y somos unos desazonados, ¿entonces? Permite que en tu trabajo, en la escuela, en la universidad y donde quiera que estés se den cuenta que haces falta y no que celebren porque no haces falta. Sé sal y sazona con alegría, en paz, en gozo, en mansedumbre, pero sobre todo en amor. Oremos: Dios que ha creado todas las cosas y permites la vida. Tú que estás por encima de los montes y tan cerca en mi corazón, te pido que me ayudes para ser sal donde quiera que esté. Guárdame de toda vanidad e insipidez y poder ser sazón para este mundo desazonado. En el nombre de Jesús, amén.
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"En tus manos están mis tiempos..." Salmo 31.15
Este nuevo amanecer plasma la bondad y la misericordia de Dios. Afirmar el rostro ante los tiempos es dejar a Dios hacer. Lo que ocurra esta tarde, en la noche e incluso en los días venidero no está en nuestro control. Sin embargo, colocar lo que vendrá en las manos del Señor nos da esperanza. Todo tiene un tiempo para acabar y necesitamos descubrir si ha llegado ese tiempo. Eso es difícil. ¿Cómo saberlo? Entonces, digamos al Señor que nos guarde y nos dirija en su tiempo. Que sustente nuestra vida para dar los pasos correctos. Es Dios quien cambia los tiempos, quita y pone sobre reinos. Ante tal incertidumbre Señor: "en tus manos están mis tiempos". Nada haré sino confiar y esperar en ti. Oremos: Dios que guarda la vida de generación en generación. Que conoces el ayer y el mañana, que tienes sujeto el presente entre tus manos. Ayúdame y dame sabiduría para enfrentar los días que no conozco pero que tú me regalarás por tu misericordia. NO me falte tu Espíritu y sabiduría para continuar cada día. En el nombre de Jesús, amén. Sacúdete del polvo, levántate y siéntate... Isaías 52.2
Es tiempo de sacudirnos del polvo. ¿Por qué seguimos llevando en nosotros lo que nos mantiene sucios y sin ánimo de vernos bien? Hace tiempo, en Jesús, Dios limpió tu polvorienta vida. Entonces, levántate y siéntate. No continúes como si la vida no tuviera sentido. Lo que nos mantiene presos, en cautiverio son nuestras propias ataduras. Dios te rescató sin dinero, dice el profeta. ¿Por qué sigues como si nada hubiesen hecho por ti? Quien quiere vivir así no ah experimentado la presencia de Dios. Dios te ha redimido, por lo tanto ¡levántate! Determina, hoy, sacudirte de ese montón de tristezas, de rencores, de batallas pasadas, de discusiones estériles, de pasos inseguros y miedos a la libertad. Dios ha vuelto su rostro sobre ti en medio de tu batalla y va delante de ti. ¿Te sacudes y te levantas? Hoy es un nuevo día en que la palabra de Dios vuelve a darnos esperanza. No sigas polvoriento y derrotado porque ya Dios te hizo libre. Oremos: Gracias Dios porque nos libras y nos haces caminar en toda confianza y esperanza. Muchas veces mi vida estuvo así, pero he creído en tu palabra liberadora. Me sostengo en caminar y confiar en que mis días continúan estando en tus manos. En tu nombre me he levantado porque me hiciste libre. Amén, Señor Jesús. Sí, "Jesús lloró", Juan 11.35
¿Quién dijo que Jesús no te entiende? Lloró para que lo supiéramos. La muerte no es el final. El llorar no es pecado. Mucho menos, es cierta, esa expresión de que "los hombres no lloran". Que tal si miras y reflexionas en Jesús. El dolor y la tristeza en medio de la muerte, de quienes esperan en el Señor, es esperanza y paz. El llorar de Jesús nos permite partir de este mundo confiados. "Bienaventurados los que lloran porque ellos recibirán consolación". El tener dolor y tristeza no implica dejar de creer sino la dificultad de no poder tener a quien amamos como antes. Confiar en Jesús es tener la certeza de que nuestras lágrimas serán enjugadas. La resurrección es nuestra esperanza y nuestro llanto es solo el reflejo del amor que sentimos. Oremos: Dios que enjugas toda lágrima y sostienes en el dolor. En ti espera mi vida. Confío en que harás bien a los que en ti confían. Nuestras lágrimas no son en vano. En el nombre de Jesús, amén. "Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo", Mateo 24.13
¿Qué necesitas para la salvación? Créame que no es un buen carro, ni una casa lujosa y mucho menos cuánto hallas alcanzado aquí en la tierra. La salvación es por fe. La salvación es un recorrido de resistencia, una carrera de fondo que culmina en los brazos de Jesucristo, nuestro Señor. La primera cuesta o bajada no puede desanimarte, ¡persevera!; en el resbalón, ¡persevera!; en la pérdida, ¡persevera!, si sientes que es mucha la carga y ya no puedes continuar porque no tienes fuerzas, entonces, estas en la zona de los que perseveran. No aguantar implicaría no llegar al fin. El resultado de los que perseveran es la salvación. Jesús está en tu recorrido y se encargará de estar contigo para cuando llegue el cansancio hacerte descansar. Te hará sentir seguro porque te guiará a toda verdad. ¡Persevera! Oremos: Dios y padre de nuestras vidas. Tú haces que nuestra vida tenga seguridad en ti. Por ello es que me acerco a ti confiadamente. Necesito que me ayudes cada día a continuar esta carrera. Mi salvación está en tus manos. No quites de mí tu Espíritu Santo. En el nombre de Jesús, amén. "En el día que temo, yo en ti confío", Sal 56.3
Esos días de temor siempre llegan a nuestra vida. Hemos tenido temor por varias razones en nuestra vida. Quizás porque salgas mal en un examen, porque no pases la licencia de conducir, porque no te gradúes, porque no sabes cómo enfrentar la vida, etc. El temor te invade y pierdes las fuerzas. El salmista expresa que cuando llegó ese día "yo en ti confío". La opresión de cada día no anuncia mi temor sino mi confianza en Dios. ¿Tus días serán de temor o confianza? ¿Quién puede destruirte? Confía en Dios porque Dios está por ti. Oremos: Dios de infinita bondad. Dios que disipa temores y das confianza. Ante ti estoy porque mis días se fortalecen en ti y esto sé que estás por mí. En el nombre de Jesús, amén. "¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?". Mc 4.41
Jesús es ese que hasta el viento y el mar le obedecen. ¿Cuánto no más puede atender tu necesidad, tu enfermedad, tu crisis, tu dolor, tu angustia, tu tristeza, etc.? Jesús es Dios encarnado, es el gran "YO SOY", es la imagen de Dios. Si Dios hubiese enviado a un Jesús solo Dios no pudiera comprendernos. Por otro lado un Jesús solo humano nos pudiera amar pero no salvarnos. Es por ello que Jesús es Dios y humano. Es tan humano para comprenderme y tan grande como para salvarme. Ese es Jesús. Lo dejó todo en la gloria para acercarte a ella através de sí mismo. Quien es Jesús Oremos: Gracias Dios por tu amor inagotable. Nos sentimos honrados porque tu amor trasciende toda imaginación humana. Te revelas para bien del ser humano y afirmas tu grandeza en el don de la salvación. En el nombre de Jesús, amén. !Guárdate!
"Mirad y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee". Lucas 12.15 Deseas cosas a granel es una debilidad de nuestro pueblo. La gente desea cosas como por necesidad. Muchas de las cosas que poseemos no las necesitamos sino que las tenemos en exceso. Nuestra obsesión y testarudez tiene altas exigencias. ¿Cuántas tarjetas de crédito tienes que no puedes pagar? ¿Cómo andan los pagos de los préstamos? Nuestro salario no da para pagar ni para vivir. Es por ello que hay un sobrevivir en nuestra sociedad a causa de nuestras propias obsesiones. Muchas tenis, zapatos, ropa, carros, artefactos electrónicos, pero poco amor, solidaridad, misericordia, amistad, diálogo, etc. Entonces, Jesús dice: "absténganse de toda avaricia". Tu vida no depende y no consiste de la abundancia de bienes. No te desenfoques, vive para disfrutar y no sobrevivas amargado/a. Oremos: Dios de toda vida. Si lo tengo todo y no te tengo a ti, ¿de qué me sirve? Te suplico que me ayudes y no permitas que mi corazón se vaya tras aquello de lo que no depende la vida. Queremos tener una vida que consista, sobre todas las cosas, en tenerte. En el nombre de Jesús, amén. Romanos 12.19
En muchas ocasiones queremos tomar acción por lo que acontece en nuestra vida. Si alguien te coloca el pie, tú quieres colocarlo, si te golpea lo quisieras golpear, si te grita le quisieras gritar, etc. ¿Qué ganarías? La Escritura dice: "No os venguéis vosotros mismos...". No te corresponde a ti. Dios hará justicia y su verdad alumbra nuestra senda. No es tuya la venganza sino del Señor. No dejes que los impulsos te controlen deja que Dios te controle. No tomes en tus manos lo que le corresponde a Dios. Oremos: Dios de infinito amor. Que nuestro actuar siempre esté acrisolado por tu Espíritu. Tu paz dirija mis sentimientos, mis deseos e impulsos para no hacer lo que debo dejar en tus manos. En tu justicia espero para que tu verdad sea mi razón de vivir cada día. En el nombre de Jesús, amén. Misericordia y Consuelo
Dios misericordioso, "rico en misericordias" (Ef 2,4). Que nos consuela con el fin de que nosotros consolemos a otros/otras. (2Cor 1.3s). El sistema social, económico y político han colapsado. ¿Qué esperar? Nuestra esperanza está en Dios (clemente y misericordioso), quien es capaz de "obrar un nuevo comienzo", como destaca W. Kasper. Ese Dios que también nos capacita al "conferirnos valentía para esperar contra toda esperanza y fuerzas para intentarlo otra vez", (W. Kasper). Se trata de volvernos al Dios vivo que "llama a los muertos a la vida y al final enjuga toda lágrima y todo lo renueva" (Ap 21.4s). Hoy la misericordia de Dios nos brinda esperanza y nos llama a confiar una vez más en que su misericordia es nueva cada mañana y en él siempre hay un nuevo comienzo. Tu afición tiene esperanza en Dios. Anuncio a Dios como consuelo y misericordia en una sociedad convulsa. Oremos: Dios de infinitas misericordias. Gracias, porque cada mañana es un nuevo espacio para confiar en que es posible comenzar de nuevo. NO puedo callar tu mensaje, Dios de mi vida, porque haría nula mi propia esperanza y misericordia. En tu nombre, amén. Kasper, Walter. La Misericordia, clave del Evangelio y de la vida cristiana. 5ta. Santander: Sal Terrae, 2014. |
AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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