"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
“Esperad en él en todo tiempo...” Salmo 62.8
Se cuenta de una mujer que llamó a una emisora pidiendo ayuda porque tenía mucha hambre. No quería morir. Sin embargo, no tenía dinero. Por ello pedía que Dios tocara a alguien para que le dieran algo para comida. Esto lo escucha un brujo por la radio a lo que dice: “escuchen la evangélica ésta diciendo “si Dios tocara a alguien”. Por lo tanto, mandó a todos sus empleados con mucho dinero y que compraran mucha compra y se la llevaran a la Señora. Les dijo: “compren todo lo que puedan y se lo llevan y cuando ella pregunte quién se lo envió le dirán que el mismo diablo... jajajja”. Así que los empleados siguieron las órdenes del brujo y fueron con la compra a donde la mujer. Le preguntan: ¿Usted es la que pidió que le ayudaran con compra? Ella les contesta: "Sí hijitos”. Ellos le entregan la compra y ella comienza a alabar a Dios. Decía: “¡Gloria a Dios!, ¡Aleluya!”. Ellos la interrumpen: ¿No preguntará quién le envió la compra? La señora contestó: “no hace falta porque cuando Dios ordena hasta el diablo obedece”. Aun lo que no está a nuestro alcance sí lo está al de Dios. Espera a la orden de Dios pero no olvides hacer tu parte. Dios llega a su tiempo no al nuestro. Acércate a Dios en confianza y espera en él. Esa es la fase más complicada de la fe. Esperar nutre nuestra paciencia y fortalece nuestra fe. No asumas posiciones de Dios. Si le estás pidiendo que sea ya es porque es tu deseo no el de Dios. Cuando nos aferramos a Dios no esperamos las cosas lo esperamos a él. Su acción será gratificante y nuestra respuesta será en adoración. Sí, espera en el Señor. Oremos: Dios bueno. Dios de infinita misericordia. Tu amor y bondad son nuestra alegría. Mi fe está en ti y sé que esperar tu acción será mejor que mí actuar. Confío en ti y en tu tiempo, para mí siempre será perfecto. En el nombre de Jesús, amén.
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Los procesos
Es muy cierto que la harina en sí misma no es muy servible pero cuando la procesan y se traduce en pan es una bendición. El olivo, de igual manera, cuando es procesado y se traduce en aceite es sumamente útil. Por ello decía el apóstol Pablo: “pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”, Romanos 8.18. Los procesos nos pasan por circunstancias muy duras pero nos hacen de nuevo. No somos los mismos cuando pasamos por procesos en la vida. Los procesos nos maduran, educan y renuevan en la vida. Valoramos más la vida cuando los procesos nos han llevado a crecer. En varias ocasiones he dicho que forjan nuestro carácter y definen nuestra identidad. En los procesos aprendemos a conocer quiénes somos. Ha aprendido en los tiempos de padre junto a mi esposa que las medicinas amargas pueden producir gestos en la cara de mis hijos que no son los mejores pero el resultado es insuperable. Cuando las circunstancias son duras y sacuden nuestro camino nos agrian el instante pero luego nos damos cuenta que es una etapa que nos hace mejores seres humanos. En la vida de cristiano los procesos nos acercan a Dios no nos alejan. Cuando las pruebas llegan a nuestra vida pueden acalorarnos un poco pero harán que dependamos más de la acción dinámica de Dios. Entre más grande son los cimientos para una construcción más grande será la construcción. A más alto y ancho unos árboles más profundos son sus raíces. A más grandes son las pruebas mejor cristianos usted y yo somos. El proceso es uno arduo y difícil pero fortalecedor y fundamental. Una vida de victoria y gloria venidera está fundamentada en una experiencia de proceso. Cuando esté en situaciones con su esposa, esposo o hijos no le diga al Señor: “te lo llevas o te lo envío”, sino que la actitud con que enfrente el proceso te dará la victoria o la derrota. No deje de enfrentar tu proceso porque no es comparable con la gloria venidera que habrá de manifestarse. Oremos: Dios de todo proceso y verdad. Dirige nuestros procesos. Actúa en ellos de tal manera que podamos enfrentarlos con una actitud de victoria. Guíanos hasta la gloria venidera. Sé que la oliva es servible cuando la pasan por la prensa y te suplico que mientras esté pasando por la prensa de la vida me permitas ser mejor creyente. En el nombre de Jesús, amén. Es urgente
“El reino de Dios está cerca…” Mc 1.15. Está a punto de desencadenarse la autoridad plena del reino de Dios. Si la llegada de Jesús se retrasa no es porque pierda importancia. Quien interprete de esa manera lo que ocurre puede ir al fatalismo. El reino se acercó en Jesús y su cumplimiento pleno es apremiante. Requiere vigilancia total. Ello nos sirve de referente un llamado, por parte de Jesús, urgente. No podemos relativizar la respuesta al llamado que Jesús nos hace diciendo: “después yo lo sigo”; “ahora no puedo”, “no tengo tiempo”, “es que trabajo”, porque rebajamos la trascendencia del llamado urgente de seguirle. En la Escritura hay varios relatos en los que le dieron muchas excusas a Jesús, pero Jesús les respondió “uno que pone las manos en el arado y mira hacia atrás no es digno del reino”. NO hay tiempo ni para mirar atrás. ¿Qué está en juego? Hay que abrir los ojos a la realidad. “¡Despierta y ve lo que ocurre hoy!”. No podemos dejarnos absorber por los síntomas de una sociedad convulsa. Es necesario mirar y reconocer la presencia activa de Dios en este tiempo. Debemos evaluar si nos acercamos como fariseos a Dios a Jesús o como aquella mujer de dudosa reputación. El uno incapaz de ver en su corazón y la otra con el corazón tal cual era. El fariseo se dio cuenta del pecado de la mujer pero no de la acción salvífica de Jesús. En el acto perdonador Jesús acercaba el reino pero el fariseo no se dio cuenta. Lo que ocurre con Jesús fue interpretado por muchos de su tiempo como hechicería. Es tiempo de responder al llamado urgente y despertar para mirar a Jesús venir a nuestras vidas. No se nos puede escapar el significado y el estilo de vida al que Jesús nos está convocando. ¡Seamos sobrios! Quien prefiere la comodidad de sus rutinas no puede responder al llamado urgente porque puede arruinar sus responsabilidades. El llamado urgente de Jesús sacude el alma y nos estréseme en los cimientos del corazón. Los que toman la vida, de manera normal, se resisten al llamado urgente. La crisis no es simplemente la falta de dinero, la corrupción, la inmoralidad, la deshonestidad, la deslealtad, etc., sino lo que se avecina en relación al reino de Dios. ¿Qué es lo que estamos haciendo? Se requiere actuar ¡Ahora! En las parábolas Jesús deja el rastro de un ausente que llegará en cualquier momento. No se angustien, más bien, creamos y esperemos. Jesús plantea la imagen de un amo que no está preparada para la llegada del ladrón. Lo mismo con la de las diez vírgenes implicando que estemos listos. “El reino de los cielos está cerca…”, actuemos con premura no sea que se haga tarde. ¿Sobre qué y en qué estamos configurando nuestra vida? Aunque tarde esperemos porque de seguro vendrá. Oremos: Dios de la vida, de toda limitación de tiempo. A ti me acerco con el fin de afirmar mis pasos en ti. Sé que el tiempo del reino se acerca y solo te pido que, en medio de este tiempo, me guardes de no responder a tu llamada. Quiero saber cuándo llamarás y responder con alegría. No permitas que me duerma y me persuada de una sociedad inescrupulosa que olvida que tú vienes. Ante ti coloco mi familia y mi vida, la iglesia y mi patria. Todos estamos esperando por ti y solo te pedimos que nos ayudes para responder adecuadamente. En el nombre de Jesús, amén. Yo vi al Señor Sentado ... Isaías
Lo que se desarrolla frente al profeta es una acción extraordinaria. Veía al Señor sentado en su trono. Era una visión inmensa, por el profeta, sino porque allí estaba el Señor. Serafines y querubines rodeaban todo para que el Señor no fuera visto. Su canto hacía estremecer aquel lugar. El profeta se turbó y entró en pánico porque aquel lugar contenía una pureza tal que no creía pudiera salir vivo. Ante ello sintió que la santidad de Dios lo abrazaba y fue perdonado su pecado. Ante ello surge una pregunta: “¿A quién enviaré? ¿Quién irá de mi parte?”. El profeta sintió la presencia de Dios y ello le impulsó a sentirse respaldado por Dios. Su respuesta no estaba cargada de emocionalismo sino de santidad. Dios estaba de su parte y ello le permitió responder: “heme aquí, envíame a mí”. Fue enviado a un pueblo desenfrenado en la dureza de su corazón. Quizás no lo escucharían, pero si Dios lo envío él iría. La marcha del pueblo no puede seguir a la perdición. Dios te ha convocado. ¿Irás? Permite que la Palabra de Dios encarne en tu vida. ¿Cuántos vecinos, amigos, conocidos, has invitado a la Iglesia? ¿Estás viviendo para agradar a Dios? ¿Ven que tu testimonio es veraz? Dios hace la misma pregunta porque hay un pueblo necesitado de esperanza. Hay un pueblo que requiere de salvación. ¿Qué estás haciendo? Este mes de la amistad, a ¿qué amigo/a has llevado a la iglesia? El profeta no se podía quedar con la experiencia en la que Dios había perdonado su pecado porque eso se comparte. ¡Vamos! Trae a alguien a los pies del Señor. Este mes que, llamamos de la amistad y el amor, no dejes de invitar a un amigo, un pariente, etc. Ve con la experiencia que has visto y tenido y hazles saber que no hay por qué seguir lejos de Dios. Dios te perdonó a ti y con los demás lo hará. ¿Irás? Oremos: Dios, Santo y Alto. Tú que eres sublime y habitas con el humilde y sencillo. Tu amor me perdonó. Ayúdame cada día a compartir lo que compartiste conmigo. Quizás no requiere de muchas destrezas invitar a un amigo/a a tu casa de adoración. En tus manos estamos para que me guíes a vivir en ti cada día e invitar a otros a ser transformados por tu Palabra. En el nombre de Jesús, amén. El término mundo en el Antiguo Testamento y en la antigüedad no es la misma manera en que se interpreta en el NT y mucho menos hoy. En realidad podemos mirar el concepto mundo desde lo que es pecaminoso y no desde aquello que Dios creó con sus propias manos para nuestro disfrute.
15 No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él, 16 porque nada de lo que hay en el mundo—los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida—proviene del Padre, sino del mundo. 17 Y el mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. [1] Dios nos manda amar al mundo tanto como él lo amó. Es por ello que me refiero al mundo malvado y pecador que rechaza a Dios y se aparta de su gracia. Hablo del mundo en el que reina la muerte. Cuando se anda en la corriente de este mundo, que está bajo los dominios del maligno se corre el riesgo de caer en ello. Eso no lo podemos amar. Hay un mandato a no amar la concupiscencia, ese mundo material y carnal. No olvide que el mundo es pasajero pero Dios no. Es por ello que la sabiduría de este mundo es considerada necedad. Ella tiene fin, Dios no está en ella. Aquellos que hacen la voluntad de Dios permanecen para siempre. ¿Amas el mundo o la voluntad de Dios? El mundo y sus deseos representan la oposición a Dios. Dios no pretende ceder porque ya ha vencido pero sabemos que el príncipe de este mundo es Satanás. NO se confunda, podemos agradarnos de este mundo pero no es nuestra meta. Jesús es quien ilumina este mundo. El mundo se ha cerrado a la luz verdadera y es por ello que vive en tinieblas. Tú ya has sido alumbrado por Cristo. Solo tienes que aceptarlo como tu salvador. La sabiduría más extraordinaria se aprende cerca de Dios. Oremos: Dios de la vida. Te doy gracias por un día más. Estar en tu presencia me fortalece. No permitas que mis pasos estén tras las pisadas del mundo. Solo quiero ir en pos de ti. Guíame cada día. El deseo de este mundo no es más grande que el reino de los cielos. En tu nombre afirmaré mi vida en ti y seguiré en este mundo amándote a ti. Amén. [1] Reina Valera Revisada (1995) Bible Text. (1998). (1 Jn 2.15–17). Miami: Sociedades Biblicas Unidas. "Y el verbo (La Palabra) se hizo carne...", Juan 1.14
La Palabra es el misterio por el que nos reunimos en la Centésima Séptima Convención. Nos regocijamos en la experiencia de celebrar nuestra Convención inspirados desde y en la Palabra de Dios. La Iglesia se reúne porque la Palabra nos convoca. Celebramos el testimonio transmitido a través de la historia. Es la misma iglesia quien se reúne por la Palabra y en ella vive inspirada. Hoy, como canales, de aquella Palabra que desde el principio dijo y por quien, el evangelista, afirma que todas las cosas fueron hechas seguimos diciendo y haciendo. La Palabra creadora es la que ha inspirado por todos los tiempos la vida del ser humano. En un principio, desde la señal del caos, Dios proclamó su Palabra esperanzadora. Esa es la razón por la que te invitamos: “Inspírate… en la Palabra de Dios” para que desde ella afirmemos la vida. En medio del caos y la crisis en los diversos escenarios sociales le seguimos pidiendo a nuestro Señor, Palabra en sí mismo, que nos guíe y nos llene de fuerzas para continuar nuestros pasos, de manera firme y contundente. Es Jesucristo, nuestro Señor, quien tenía más autoridad que los doctores de la Ley. Ello no para humillarles sino para hacerles ver la manera correcta de interpretar la Palabra, es decir a Jesús mismo. El Evangelio, no olvida y deja atrás sino que acompaña y camina con los demás. La proclamación del Evangelio de Jesucristo será nuestra respuesta inspirada a cada circunstancia presente. No proclamamos la Palabra de Dios por nosotros mismos sino por la gracia de nuestro Señor Jesucristo. Es nuestra esperanza seguir inspirados e inspiradas a vivir con la frente firme en nuestro camino. Nos corresponde vivir, como iglesia e individuo desde y en la Palabra de Dios. El programa de Jesús sigue vigente en nuestro tiempo. Seguiremos proclamando que el Evangelio es una Nueva Noticia a los pobres, libertad a los cautivos, vista a los ciegos, libertad a los oprimidos y anuncio del año agradable del Señor. Aquellos días todos se quedaron con los ojos fijos en Jesús. Todo ello porque el Espíritu estaba sobre Jesús y le había ungido. Vivir sin el Espíritu y llamarse cristiano es una contradicción. Es por ello que la Palabra llama a la vida. Llama a la vida a quienes no siente esperanza, a quienes consideran la crisis más grande que sus sueños, a quienes no encuentran razón o propósito, etc. La Palabra de aquel día se sigue cumpliendo en cada uno de nosotros y nosotras. Dios nos guíe, desde esta Convención, inspirados en la Palabra de Dios para que toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor. Oremos: Dios y Padre de la vida. Tú, desde tu palabra creaste y sigues creando. Nos regocijamos porque has enviado tu hijo, Jesucristo, en Palabra Viva para que nadie malinterpretara la tuya. Hoy nos dejas tu Espíritu para ser inspirados e inspiradas desde tu propia Palabra revelada en Jesucristo. Ello plantea esperanza en este tiempo y en los venideros. En el nombre de Jesús, amén. Nuestra fe enlaza el amor como un don que Dios da a los seres humanos. El centro del discipulado es el amor. En ese fundamento amoroso se nos invita a amar a Dios, al prójimo y a nosotros mismos. Cuando decimos sí al don del amor se amplían los horizontes. Es por ello que la fe, la esperanza y el amor son esenciales pero el amor lo supera todo. Cuando caminamos amando somos amados y cuando somos amados no nos sentimos solos y solas. Esa es la razón por la que Jesús nos amó primero. Su amor vino primero y la salvación fue el resultado de una entrega sinigual. NO HUBO SALVACIÓN SIN AMOR. Todo acto divino estuvo cargado de amor y fundamentado en el mismo. No digas que nadie te ama porque Dios te ama. Dios es la misma expresión de amor en Cristo. Ya alguien te ama y su amor fue incondicional.
Oremos: Dios de la vida y del amor. A ti nos acercamos y nos volvemos. Nos sentimos fortalecidos y confiados en tu amor y presencia. Tu amor por mí es dulce. Gracias por tu amor y su expresión más grande, la salvación. En el Nombre que es sobre todo nombre, Jesús, amén. Los filisteos eran un pueblo recién llegado del mar. Se habían asentado muy cerca del pueblo de Dios. Eran conocedores del hierro y ello los llevaba a controlar las armas. Ellos continuaron fortaleciéndose y en medio de todo ello haciendo del pueblo de Israel sus esclavos. Solo que el pueblo de Israel Dios no lo había sacado de Egipto para ser esclavo sino para ser libre. Dios los llevó a la tierra prometida para vivir libres. Por lo tanto, no estaba bien que lo que Dios había hecho libre volviera a vivir en esclavitud. Si Dios te sacó de la esclavitud del pecado para ser libre de ataduras no puedes acostumbrarte a lo que te puede esclavizar. Los filisteos en nuestra vida no van a faltar pero tampoco Dios. No permitas que cualquier cosa que se acerque a tu vida la pretenda cambiar. No aceptes vivir esclavizado cuando ya Dios te hizo libre. No camines cabizbajo cuando Dios levantó tu cabeza. ¿Por qué vives arrastrándote cuando Dios te hizo para las alturas? ¿Qué Dios es en el que tú crees? Llegar a la libertad y volver a la esclavitud no tiene sentido.
Ciertamente llegarán momentos que desequilibrarán tus pasos pero no los pueden sacar de camino. Dios está contigo para que enfrentes los días no para que mueras en ellos. Camina y vive porque Dios te hizo libre. Cualquiera que quiera esclavizarte, llámese, Egipcio o Filisteo déjale saber que lo que Dios ha hecho libre nadie lo puede esclavizar. No te dejes esclavizar. Oremos: Dios de la vida y Padre bueno. Gracias por esta mañana. Soy libre porque tú me hiciste libre. No permitas que cualquier cosa me esclavice. Estoy de pie en tu misericordia. Libre soy y seré en tu nombre, Jesús, amén. Eliseo estaba trabajando cuando se encontró con aquel personaje (Elías) al borde de uno de los surcos. Entre el llamado y la acción Eliseo aprendió muchas cosas pero sobre todo a ver con unos ojos distintos. Se dio cuenta que muchas de las cosas más trascendentales en la vida no se ven a simple vista. Cuando se trata de mirar aquello que existe en el interior es necesaria la luz de nuestro Señor. Eliseo se dio cuenta que Elías estaba a punto de salir de su presencia. Es por ello que se empecinó en seguirle para ver la manera en que Dios tomaba su vida. Eliseo pidió de aquello que tenía Elías. Eliseo quería tener el espíritu de profeta que tenía Elías. Elías le aclara que eso es un regalo de Dios y que por ser regalo de Dios lo da a quien quiere. Elías le dice: “Eso no depende de mí. Si el Señor Dios te regala el don de ver lo que sucede, entonces, lo recibirás. Si no, no.
Eliseo pudo ver como su amigo fue arrebatado al cielo en un carro de fuego. Ese día Eliseo recibió aquello que anhelaba. Eliseo recibió el espíritu de profeta. Tenía sobre sí la responsabilidad de seguir con sus amigos y ser su maestro. Ahora le tocaba hacer lo que hizo aquel hombre y golpeó con su poncho las aguas del Jordán y estas se dividieron. Quienes lo estaban mirando se dieron cuenta que ese espíritu de profeta estaba en él. Desde ese día a Eliseo le correspondió enseñarles a sus amigos a ver las cosas con ojos distintos. A ver las cosas con los ojos de Dios. Te toca a ti seguir viendo con ojos distintos y enseñando a otros a ver con ojos distintos. Lo que en nuestra sociedad es visto como incambiable a los ojos de Dios tiene otra mirada. En los ojos de Dios no falta la esperanza. Que cuando la gente nos vea se dé cuenta que tenemos el Espíritu de Dios, más que el de profeta, maestro, etc. Oremos: Dios ayúdanos a ver cada día de una manera distinta. Que nuestros ojos fijos en ti provoquen la fe más grande que hayamos experimentado. Allí donde veamos huesos secos podamos ver un ejército de vida, donde veamos un sepulcro vacío veamos vida, donde veamos escases veamos panes y peces multiplicándose, donde veamos desesperanza nos ayudes a ver esperanza. Que nuestros ojos sean como los tuyos y al ver en el camino, Señor, veamos distinto. En tu nombre, Jesús, amén. Pd. Dios te ayudará a ver lo que humanamente no puedes ver. “Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma”, Dt 4.29
Para buscar a Dios no hay dificultad. La dificultad está en que lo busquemos. No importa desde dónde lo busques puedes hacerlo y lo hallarás. Sin embargo, el secreto está en la manera. Debes hacerlo de todo tu corazón y de toda tu alma. ¿Así lo buscas? No es buscar a Dios de manera religiosa sino desde lo más profundo del corazón y el alma. Cuando buscamos a Dios de esa manera le encontramos. Buscar a Dios es saber que nuestros días se llenarán de eternidad. Puedes buscar muchas cosas, incluso este fin de semanas, pero jamás se compararán con hallar a Dios. Esa presencia de Dios se encuentra cuando la buscamos de todo corazón y con toda nuestra alma. Oremos: Dios bueno y de infinita misericordia. Quiero buscarte cada día sin reservas. Quiero buscarte con honestidad. No me dejes llenar de hipocresías. Al fin y al cabo lo vez todo. Ayúdame en medio de toda superficialidad a ser transparente contigo. En el nombre de Jesús, amén. |
AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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