"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
Adornos en las casas, árboles y águinaldas, luces por doquier es símbolo de la época de Navidad. La época que marca la diferencia en nuestras vidas. No puede ser más de lo mismo el próximo año. ¿Qué harás? Esto son tiempos de aferrarnos a Dios y colocar nuestra vida en sus manos. Cuando hablamos del fin planteamos algo nuevo. Nada es final-final. Siempre el fin da lugar a un comienzo. Detrás de un desierto está la tierra que fluye leche y miel. Después de cada noche hay una hermosa mañana. Después de cada nube hay un sol que brilla. Es por ello que no se rinde la vida ante lo que llamamos el fin sino que nos abrimos al camino de un nuevo comienzo. Las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas... ¿No le parece suficiente para este nuevo año? Vive lo que crees y siempre habrá un nuevo comienzo. Nunca es tarde para empezar, pero siempre hay oportunidad para comenzar. Oremos: Eres quien adorna lo que soy y da vida a lo que muere. Ayúdanos a confiar y a creer cuando los días se nublen. De algo estamos seguros y seguras. Es que tú eres Dios no importan los tiempos que se acaben. En tí siempre hay esperanza y confianza, pero sobre todo un nuevo comienzo. En el nombre de Jesús, amén.
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Colosenses 3,5-15
Una de las maravillas de haber culminado el año es asimilar en gratitud que nuestra vida "está escondida con Cristo en Dios", 3,3. Ello implica que en Cristo hacemos morir muchas cosas que no agradan a Dios para que vivan y nazcan aquellas que encaminan mi vida en un nuevo rumbo. Comenzar de nuevo es dejar: "impurezas, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricias, que es idolatría", cosas por las cuales viene la ira de Dios. ¿Por qué insistir en provocar la ira de Dios? ¿Para qué seguir viviendo en ellas? Dejemos atrás la mentira, el enojo, la malicia, la blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. Vamos a despojarnos de esas cosas y vistámonos de la nueva manera de vivir. Que nuestros hechos en este nuevo año digan de nosotros y nosotras de qué es que estamos vestidos. Que lo que vean en nosotros y nosotras sea la imagen de Dios. Que alcancemos el conocimiento pleno. En este nuevo año vistámonos, como escogidos de Dios, "santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre de paciencia, soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros", y sobre todas las cosas vestíos de AMOR. Para que la paz de Dios gobierne en vuestros corazones. Oremos: Dios que cambia nuestra manera de pensar en un pensar comunitario. Ayúdanos a caminar en tu voluntad y vivir desde la nueva imagen que nos has dado. Imagen que define lo que somos. Solo queremos seguir agradándote en el nuevo año. Así como renuevas el tiempo hazlo con mostros y nosotras para que ya no seamos los mismos y podamos revestirnos de una vida que te agrade. En tu nombre amén. Vivir la fe en Cristo implica introducir a Cristo en nuestras propias vidas para que resucitemos a una vida nueva. En este último domingo de este año puedes hacerte muchas preguntas sobre lo que no alcanzaste. Quizás porque no tenías recursos económicos, o porque te faltó interés, o porque simplemente alegas no tener nada para alcanzarlo. Lo que sí no puedes cuestionarte es por qué no buscaste al Señor porque eso no se compra eso se vive. Eso no depende de lo que tengas sino de lo que creas. El apóstol Pablo alega que esta experiencia consiste en "conocer a Cristo y el poder de su resurrección" (Filipenses 3,10).
Con el espíritu de espera no hay muchos. La espera es la actitud que el tiempo de Adviento nos exige continuamente, según Anselm Grün. "Sed como los hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida", Lc 12,36. La espera es una espera tensa, pero con esperanza. Aguardamos que el Señor regrese. En la espera se forja el carácter y se aniquila la desesperación. Esperamos que se culmine el año, que nos graduemos, que alcancemos nuestros sueños, que vayamos tras lo misterioso, etc. Así que la espera es una tensión sana. Quien espera sabe que llegará el tiempo y el aburrimiento no le cubrirá porque no tiene espacio. Cuando llega lo esperado hay fiesta. Dios, como nosotros, también espera. Espera que nos abramos a él, que nos volvamos de nuestros malos caminos, que seamos sensible a su voz, que reconozcamos que le necesitamos. Dios espera que amemos, que perdonemos, que dedicamos lo que somos a la vida en santidad. Cuando estamos en la espera nos remitimos al observar en el camino. En el observar del ir y el venir se espera. ¿Qué es lo que esperas?
Adviento significa "venida". Aguardamos la venida o llegada de Jesucristo a nuestro mundo. La Iglesia habla de ella en un triple sentido: "El nacimiento", "de la venida de Cristo a nuestro interior hoy", y de su advenimiento con gloria al final de los tiempos". Esa llegada de Jesús, en su nacimiento, fue un acercamiento divino a lo humano, sin embargo, su llegada a nuestro corazón es una celebración. No se puede celebrar la llegada de Jesús sino hemos aceptado su llegada a nuestro corazón. Jesús ya está entre nosotros, pero estar entre nosotros no implica estar en nosotros. Cuando Jesús nace en nosotros es una aventura. Aguardamos algo extraordinario y ese algo es el Señor.
Oremos: Señor y Dios. El que nazcas en nosotros hace que nuestro encuentro sea especial. Sabemos que llegas cerca de muchos y no te reciben. Hoy te pido que alcances a muchos y las puertas de su corazón estén abiertas para una nueva experiencia, una aventura en tu presencia. Que quienes estén demasiado de ocupados y entretenidos, puedan escuchar que tocas a las puertas. No quiero que nadie se pierda. Que tu adviento sea en cada tiempo para cada generación. En el nombre de Jesús, amén. Este tiempo es el de los artículos. Los niños y niñas han aprendido a pedir desmedidamente. Es el tiempo en que el brillo, la magia, lo fácil es más importante que el valor. Es un tiempo que en lugar de apelar al corazón se dirige más a los ojos. Allí está la figura de "papa Noel" y la de Jesús. En los inicios de su acción, papá Noel salía a las calles a regalar juguetes a nombre de Jesús. Luego aquel papá Noel caricaturizado por Thomas Nast en 1866, se tornó en la figura dominante. La época de la Navidad se ha traducido en una algarabía comercial.
Déjenme decirle que el valor de la Navidad no se puede comprar. La Fe, la alegría, la esperanza, el amor, la unión familiar, solo se puede obtener cuando miramos con los ojos del corazón. Así nos daremos cuenta que el niño Jesús es el motivo de la Navidad. Que no se nos olvide. Oremos: Señor y Dios gracias por un nuevo día. Nos hace falta un mundo mejor, sin violencia, sin discrimen, sin maltrato a las mujeres, sin rencores, etc. Necesitamos que nos dirijas en el camino de la justicia y la equidad. Tu paz sustente nuestras vidas y guie nuestra vida a la esperanza de un mundo mejor. Acudo a ti porque sé que esto no se compra en el supermercado. En el nombre de Jesús, amén. "He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel".
Isaías 7:14 Una simple virgen; no como una princesa, o como una profetiza, o como una mujer adinerada. Así la pobreza quedó consagrada y los hombres y mujeres de condición humilde son elevados a una posición de honor. Todo creyente es un retrato de Cristo, pero un creyente pobre es el retrato mismo, puesto en el mismo marco de pobreza que rodea la imagen del Maestro, según C.H. Spurgeon. En la paz de la noche nace Dios y en el corazón para darle esa paz permítele nacer. Sin paz, sin amor, sin esperanza, sin alegría, sin disfrute, sin cordura, sin solidaridad, sin comunidad, sin fe; no puede haber paz. Nuestra noche ha sido santificada por el nacimiento del niño rey. La Noche Buena es la paz que muchas veces nuestros miedos no permiten que podamos tener. Cuando la noche no tiene sentido, es oscura y fría, nace la luz que permite calor y transforma la humanidad. Esta noche ilumina la noche de la soledad, la depresión, la tristeza, pero sobre todo santifica nuestra manera de vivir. Si Dios está, entonces, nuestra noche es sagrada, tranquila y llena de paz. La Navidad coincide con el solsticio de invierno, el cual para los cristianos de la antigüedad era símbolo de que Cristo era el verdadero sol y que orientaba nuestra vida a la salvación. Así las noches que se aproximan a la navidad se hacen más largas. Por ello cuando nació Jesús se rompió la largura de las noches para dar lugar a la Navidad.
En esta Noche Buena, pásala con los tuyos y pídele a Dios por los otros y otras. Pídale por los maestros, pídale por los que no tienen trabajo, por los ancianos que no tendrán con quien estar, por los niños y niñas que no saben lo que es Navidad, por nuestra Patria... para que todos y todas podamos tener paz en esta Noche Buena. Oremos: Dios de todos los tiempos. Este preludio a tu nacimiento nos emociona. No todos y todas pueden recibir un regalo, pero sí podemos darte, "un corazón donde habitar". Se fortaleza al enfermo, al que no tiene a nadie, al que lucha, al que sueña, al anciano/a, al niño y niña, pero sobre todo permíteles tener una Noche Buena, en tu nombre, amén. Haciendo lectura del libro de Leonardo Boff, Espiritualidad, me pareció pertinente compartir con ustedes la "espiritualidad de Jesús, mística y política".
La primera, la mística, es la experiencia de Jesús sentirse hijo de Dios y expresarlo en el Abbá, que nos ha llegado directamente del Jesús histórico. Abbá, perteneciente al lenguaje que los niños emplean para dirigirse a sus padres y abuelos, revela confianza, entrega, ternura y absoluta cercanía. Abbá significa, simplemente, "mi querido papá". Por otro lado ese Abbá tiene las características de la madre, de la mamá, porque está lleno de misericordia y porque perdona los ingratos y los malos. Él es quien escudriña el camino del hijo prodigo por ver si regresa y correr hasta él y cubrirle a besos. Es la doble conversión. El hijo al padre y el padre al hijo. Es por eso que hablamos de un Dios que tiene entrañas, que por eso mismo se transforma y se conmueve, un Padre maternal. Por otro lado, Jesús, políticamente, anunció la inminencia del Reino de Dios, que se encuentra ya en medio nosotros. Reino de Dios significa la política que el Padre lleva a cabo en la historia y en su Creación. Es la presencia activa y revolucionaria de Dios en el universo: presencia cósmica, comunitaria, social, personal, presencia íntima porque es dentro de cada ser humano. Es por ello que desde el interior del ser humano es que Dios produce las transformaciones. La política de Jesús fue predicar por los caminos, curar los enfermos, consolar los afligidos, perdonar los pecados, resucitar los muertos, pero sobre todo provocar un encuentro sagrado que provoque que también digamos Abbá. Oremos: Abbá, es decir, Padre, mi querido padre, ante tí estamos para que día a día nos muestres tu mano. Guíanos a descubrir en nuestro interior lo que haces para que seamos transformados y transformadas. Estamos consientes de nuestra necesidad de ti. En tu nombre, amén. Leer Isaías 7,14
Ya cantó el coro angelical que en su alabanza y adoración le dieron gloria. El Salvador descendió de Dios como regalo para traer paz y amor. La esperanza ha llegado porque del pecado, de las tinieblas, etc. nos ha librado. Su llegada nos protege. ¿NO es él el mejor regalo? Aquella noche resplandeció con su nacimiento. Permite que así mismo su nacimiento resplandezca en tu vida y en tu familia. Te invito en esta Navidad a que permitas a que la luz de Cristo ilumine tu corazón. No dejes de ir a adorarle. ¿No querrás ser el único o la única que no vino a adorarle? Quienes esperaron aquella noche escucharon y quienes esperemos hoy también le escucharemos y le veremos para darle toda la gloria. Díselo a la gente, que Cristo nació, que nació el Emanuel, que reina. Nada somos sin su presencia, nada somos sin su amor, nada somos sin su paz, nada somos si su Salvación. ¿Habrá razones para adorarle? Ven, ya no tienes que ir a un pesebre, pero sí puedes llegar a la casa de Dios y darle toda tu adoración. Jesús te espera hoy para que hagas de él y en él tu lugar de adoración. Te toca buscarle porque ya él encarnó y dejó su trono por ti. Oremos: Navidad eres tú Señor. Es por eso que mi razón de alegría y celebración sigues siendo tú. En ti encuentro lo que jamás encontraré en ningún lado, salvación. amor, paz y esperanza. Gracias porque tu amor no se quedó en el pesebre sino que nos alcanzó en la cruz. Tú eres, Señor la nueva creación. Te adoro Señor, amén. |
AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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