"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
Juan 11.40 Las palabras más esperanzadoras las dijo Jesús cuando más conmovido estaba. Era el tiempo de pérdidas, de angustia, de tristeza, pero Jesús hablaba de Esperanza. Había muerto su amigo. Era el valle de muerte y lágrimas. Marta y María estaban desconsoladas. Allí llegó Jesús. No llegó para recriminarles sino para decirle que en medio de las grandes crisis y perdidas asuman la posición de creer. ¿Tú crees? ¿Perdiste algo este año? No ha dicho Jesús que si creemos veremos su gloria. No es la esperanza traducida en su acompañamiento. Jesús estaba allí y eso es suficiente para ver su gloria. Ten fe y confía en la esperanza venidera porque en ella verás la gloria de Dios. Oremos: Dios y Señor de toda carne. En tus manos está nuestra adversidad, pero sobre todo nuestra pérdida en este Año. Guíanos a ver por encima de la piedra y caminar en los de la vida. En tu nombre amén.
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Leer Mateo 15,10-18
Oíd y entended. No es el contacto con las cosas lo que contamina. Por mucho tiempo se ha creído que nuestro contacto mucho tiene que ver con nuestra contaminación, pero la realidad es que la impureza sale de adentro de nosotros/nosotras mimos. Jesús tocó leprosos, enfermos, muertos, incluso sin lavarse las manos y no se contaminó. Tenemos libertad para entrar en contacto con toda la creación. Lo único que vicia esa relación es la actitud de cada uno de nosotros. Es por eso que los fariseos se escandalizan y cuestionan el estilo de Jesús. Quienes se preocupan por vivir una vida externa, de apariencia, serán como los fariseos, que estaban preocupados por la Ley, pero verdaderamente no habían sido plantados por Dios. Jesús dice que son ciegos guías de ciegos, y quienes hacen eso llevaran al hoyo a los demás. Su arrogancia, su orgullo les ha cegado el corazón y conducen a los pueblos al abismo. Hermanos y hermanas el lugar de contaminación o impureza no es el mundo, sino el corazón, de donde mana la vida. Es tu propio interior. Es por ello que el Señor habla de ser "limpio de corazón", Mt 5,8. Cuando se es limpio de corazón se puede ver a Dios y eso es una dicha. No abrigue malos deseos, ni pensamientos diabólicos contra sus hermanos y hermanas porque sus experiencias con Dios no serán profundas ni constantes. Las observancias y los ritos no plantean limpieza en el corazón. Es un corazón limpio lo que hace una vida reverente. Nuestra injusticia, nuestro discrimen, nuestra exclusión son acciones que manchan el corazón y que no permiten ser verdaderos cristianos. Oremos: Dios y Padre Celestial. Líbrame de mis propios pensamientos, de los intencionados y los ocultos. Solo quiero que mi vida te agrade, que mi vida te sirva, perdona las veces que me contaminé porque he vivido pensando lo que no es. Aquí estoy humillado reconociendo que te agrada el corazón sincero. No me dejes Dios y fortalece mi debilidad para hallarme limpio delante de ti. Que mi vida consagrada a ti esté. En el nombre de Jesús, amén. Toma ahora mismo un momento y comienza a decirle al Señor todo lo que está mal en tu vida. No necesitas seguir cojeando en tu vida cristiana: "quitaré el pecado", Zacarías 3,9. El Señor puede remover el pecado en un solo día. El Señor puede impartir sanidad y santidad sobre tu vida. No tiene nada de malo llorar por tu pecado. Deja que Dios quebrante tu corazón respecto al pecado. Lo importante es arrepentirnos y confesar. Si puedes arrodillarte o como estés, pero toma unos minutos y habla a Dios sobre ti. Si te sientes sucio o sucia y te preguntas, ¿Cómo puede el Señor ocuparse de mí? El Señor se especializa en personas como tú y como yo. El te ama, pues todos y todas hemos sido destituidos de la gloria de Dios, Rom 3,23. El Señor murió para que no mueras por tu pecado. Simplemente acércate y recibe su perdón. Recibe esta palabra para ti: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad", 1 Juan 1,9.
La oración está basada en partes del Salmo 51: Oremos: Padre Celestial, reconozco que te necesito. He pecado y pido tu perdón. Comprendo que Jesús pagó el precio en la cruz del Calvario y por eso, Señor, perdona todos mis pecados. Te pido que cambies mi vida hoy. Deseo vivir como tú viviste, haciendo la voluntad del Padre. Deseo vivir en el poder del Espíritu Santo. Ten piedad de mi oh Dios, conforme a tu gran amor, borra mis rebeliones, límpiame de mi pecado, contra ti solo he pecado y he hecho lo malo delante de tus ojos. Hazme oír gozo y alegría para que mis huesos abatidos se recreen. Crea en mí, un corazón limpio y no me eches de tu presencia, y no quites de mi tu Santo Espíritu. Ahora te doy gracias porque recibo tu perdón y gracias porque purificas mi vida para adorarte y servirte, en el nombre de Jesús, amén.
Salmo 37,5
Todos nuestros asuntos están en las manos de Dios. Si Dios es nuestro guía, como proclamamos, entonces debemos someterlo todo a sus instrucciones. La dificultad de las situaciones, por intrínseca que parezca, está en las manos de Dios. "Encomienda a Dios", es decir, haz rodar hasta Dios, tu camino. Te das cuenta que es todo lo que tienes. Es que el fin de nuestros pasos sea Dios. Cuando encomendamos a Dios nuestros caminos, dice el proverbista, "Dios afirma tus pensamientos", Prov 16,3. Extendamos nuestras situaciones, asuntos, deseos, ante Dios. "Confía en él; y él hará". Lo que encomiendes a Dios no pasará desapercibido porque Dios hará, actuará, obrará a tu favor. Lo hará, no necesariamente, para tu gusto, pero sí para tu bien. Dios no hará nada que te perjudique. Dios hallará el remedio para sacarte de tus apuros, de desvanecer tus temores y de cumplir su voluntad en tu petición. Oremos: Dios y Padre de toda carne. En tus manos colocamos lo que somos. Nuestro camino hemos permitido que lo traces tú. Es por ello que lo encomendamos en tus manos en la certeza de que tu acción creadora dará lugar a nuestra confianza de que harás. Estamos claro que las cosas no son en nuestro tiempo, pero ayúdanos a comprender tus tiempos. En el nombre de Jesús, amén. Mateo 8,23-27
Este es uno de los momentos en que seguir a Jesús es un desafío. Estar en la barca, se levanta una tempestad en el mar, "tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía". Aquí digo: "Señor estoy cansado, no tengo fuerzas y estoy triste, pero sé que tú estás en la barca". Lo que puedo decir es "Señor, Sálvanos", "Seño, Ayúdanos, porque perecemos". Cuando no tenemos a quién acudir cuando la tempestad se levanta podemos perecer. Esto pasa porque nos falta la fe. Lo que tengo claro es que la fe es confiar en que la tempestad será disipada por quien está en mi barca. Hay momentos en que las fuerzas no nos dan, en que el día es hermoso, pero nuestra mirada y corazón está triste. Como humanos nos falta la fe, pero jamás el Señor. No importa en qué forma esté el Señor en mi barca, lo importante es que esté. Sus palabras siempre disipan la desesperanza, la tristeza, la incomprensión, pero sobre todo la incredulidad. Cuando Jesús habla disipa el temor. Cuando Jesús se levanta ante nuestro llamado desesperante, es capaz de reprender a los vientos y al mar; para que haya gran bonanza. Habrá bonanza porque en nuestra barca está el Señor. Habrá bonanza porque quien duerme es el Señor. Habrá fe porque el Señor disipa el temor. Habrá esperanza porque se levantará y los vientos contrarios harán silencio. Habrá que preguntarse ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen? Ese hombre es Jesús el Salvador de la vida. Es quien duerme porque sabe que cuando le necesitemos le buscaremos y le pediremos que acuda en nuestra ayuda y ahí estará para disipara toda tormenta y permitir en sus palabras que llegue la bonanza. La bonanza la trae el Señor, así que confiados/confiadas que nuestra barca es del Señor no nuestra. Oremos: Señor y Dios. Cuando la tristeza llega al corazón nubla nuestra fe. Ayúdanos para que nuestra fe se encamine, por débil que sea, a buscarte. Sé que cuando te llamo respondes porque nos amas. Te necesito cada día Dios y te pido que calmes la tempestad que ruge, pero que entra en bonanza ante tus Palabras. En el nombre de Jesús, amén. Lucas 2.19 "Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón".
Cuando los pastores contaron la historia de lo que les aconteció, ya dijimos que los presentes se maravillaron. ¿Y María que pensó, qué dijo? La Escritura dice que "guardaba todas las cosas, meditándolas en su corazón". En el griego, "guardar" significa "proteger, preservar, atesorar o vigilar algo". Es por ello que meditaba, que no es otra cosa que reunir, como un rompecabezas. Hagamos como María, meditemos: "Gabriel fue enviado por Dios, a una virgen, de dice: salve muy favorecida, el Señor es contigo, bendita tú entre todas las mujeres, María no entendía el saludo, has hallado gracia, darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESUS, este será grande, será llamado Hijo del Altísimo, y reino no tendrá fin, etc.". Todo eso María lo montaba como rompecabezas, era como dar la historia conociendo el final. El niño había nacido pero solo ella conocía el propósito, claro y José, de aquel nacimiento. Lo que Dios te ha dicho y prometido es lo que debes meditar y guardar en tu corazón. Luego cuando la gente se entere solo confirmas y afirmas la promesa. Aquel nacimiento de Jesús, es el inicio de muchas cosas en la vida humana, es el mensajero de las buenas nuevas, es milagro encarnado, es quien consagra el proceso de tu vida, es quien permite que afloren cosas nuevas, aunque parezcan imposibles, de ti. Jesús fue, es y será la esperanza de nuestro pueblo. Jesús es la salvación de la que habla el apóstol Pablo, que no se puede descuidar. Si estás aquí es porque su bondad y misericordia te han alcanzado. Oremos: Dios y Padre de la vida. Ante ti como María, guardando y meditando en la bondad y la misericordia que tuviste conmigo. Guardo en mi corazón cuando me llamaste, me escogiste y medito en tu bondad todos los día de mi vida. Que todos y todas en esta navidad no olviden que tu reino no tiene fin y que tú eres nuestra salvación. En tu nombre, amén. Lucas 2,15-18
Los pastores recibieron el anuncio de un salvador, en la ciudad de David, Cristo el Señor. La señal será el niño envuelto en pañales. Al oír esto los ángeles al cielo y los pastores se quedaron comentando los unos a los otros. "Pasemos, pues a Belén, veamos esto que ha sucedido y que el Señor nos ha manifestado". Supongo que la investigación arrancó y los pastores salieron a Belén a ver. Lo que dijeron los ángeles les había provocado dejar su rebaño para ir a Belén. No siempre se encuentra un coro de ángeles con anuncios en la tierra. Los pastores encontraron el lugar y les contaron lo que ocurrió. La Biblia dice que los que "oyeron se maravillaron de lo que los pastores dijeron". Es decir, se asombraron. ¿Qué fue lo que escucharon? Un coro de ángeles que repetía, alabando a Dios: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres (humanos)! La navidad es la adoración a Dios desde lo que está en los cielos hasta lo que está en la tierra. Es lo que provoca en cada ser humano. Navidad es paz en medio de esta tierra, es la buena voluntad para todos y todas. Que no se nos olvide adorarle en esta Navidad en la que anunciar a Jesús sigue siendo un asombro. Anuncia al que nació en el pesebre porque seguirá siendo una maravilla para muchos que provocará paz y buena voluntad. Oremos: Gracias Señor y Dios. Aquellos pastores entendieron las expresiones de los ángeles y corrieron a buscarte. Hoy anunciamos las mismas palabras a través de esta reflexión para que haya paz y buena voluntad. Yo sé que naciste para ello. Solo te pido que esa misma experiencia la tengan quienes no saben que ya nació el Salvador. En el nombre de Jesús, amén. “Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: 2 Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. 3 Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. 4 Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.” (Jeremías 18:1-4)
La palabra de Dios siempre es oportuna y trae aliento. Es por ello que es tiempo de levantarte. NO sigas permitiendo que el suelo sea tu lugar porque Dios te hizo para que caminaras sobre él y no para que estuvieras en él. Es por ello que Dios siempre trabaja sobre la rueda. Dejemos que las manos de Dios construyan en nosotros/nosotras lo que solo él puede hacer. Aunque las cosas se echen a perder en las manos de Dios no te preocupes porque en las manos de Dios hay misericordia y amor. Esas manos volverán a colocarte en el camino de la esperanza para hacer de ti y de mi lo que mejor le parezca hacer. Oremos: Dios que dirige nuestra vida. Que encaminas mis pasos. A ti nos acercamos como barros para que tu mano siempre construya en nosotros/nosotras en lo que somos vulnerables, débiles. Gracias porque en tus manos es mejor estar. En tu nombre, amén. Nuestra Navidad es diferente. Es la celebración del nacimiento del hijo de Dios. Un nacimiento que alude a la esperanza de cada uno en la vida. La entrada de Dios a la tierra desde la propia humanidad nuestra. Con su llegada, digo llegada porque se esperaba, se cristalizó la acción más profunda de Dios para el ser humano. El fundamento para ello lo fue el amor. El amor de dar a su hijo para que habitará entre nosotros y nosotras es la noticia de gran gozo que se vierte hoy. Celebrar la Navidad sin Jesús es como celebrar cualquier fiesta. Cuando celebramos Navidad lo hacemos en la oportunidad de encontrar en el Pesebre lo que revela una vida nueva. Oremos: Señor, Jesús. Gracias por llegar. La Navidad sin ti no tiene sentido. Tú eres el motivo de dicha celebración y no hay árbol, luz, gozo y celebración que tenga sentido si tu no estás. En el nombre de Jesús. Amén. |
AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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