"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
1Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba. 2Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; 3que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. 4Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. 5Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. 6Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.[1] Ciertamente el Señor vendrá. La manera repentina es descrita por la símil “como ladrón en la noche”. Es por ello que para tal día debemos estar preparados. Teniendo una vida que agrada a Dios. Una vida en la que nos parezcamos más a Cristo a través de las virtudes. Un día los discípulos preguntaron por estas cosas finales, pero Jesús les hizo saber que lo importante era velar y orar. No es una prueba en la que nos podemos preparar con un mes de antelación porque sabemos la fecha. Es, más bien, una prueba en la que nuestra vida determinará con exactitud si se define por las tinieblas o por la luz. Quien viva en tinieblas será sorprendido y quien sea hijo de luz no. ¿Cómo son estos tiempos? ¿Cómo andamos nosotros? ¿Vivimos en luz o en tinieblas? Hoy es un buen día para que permanezcamos en la luz. Hay tiempo para que te prepares y vivas agradando a Dios. Que nuestra vida esté alerta y no sea una sorpresa encontrarnos con nuestro Salvador, Jesucristo. Oremos: Dios bueno y misericordioso. Estamos ante ti. Sé que vendrás y tomarás a los tuyos. Retrasas tu llegada por causa de quienes no han alcanzado salvación. Enséñame cada día a agradarte y estar velando y sobrio. En el nombre de Jesús, amén. [1] Reina Valera Revisada (1960). (1998). (1 Tes 5.1–6). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
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Hace unos días compartía con la congregación un rótulo que hay en el templo. En estos días venimos construyendo una cabida nueva. Ese rótulo está en el altar, donde también se está construyendo una parte. Cuando llegué al altar lo leí detenidamente y lo tomé en mis manos: “área de construcción”. Ciertamente fui ministrado por el rótulo que se encuentra en el altar. Siempre vamos al altar a presentar nuestras vidas. Es por ello que hace sentido que ese rótulo me ministre porque el altar es área de construcción.
En el área de construcción del templo hay martillos, sierras, marrones, cuchillas, pegas, clavos, taladros, etc. Así vi el altar aquel día. Los procesos de construcción son dificultosos. Es que no hay altura sin riesgos. Nuestra vida está en constante riesgos, desánimos, enfermedades, ruptura de planes, sueños inconclusos, crisis económica, etc. La prueba nos cualifica para seguir no para eliminarnos. Esperar un buen trabajo no es producto de estar sentado sino de haber realizado el anterior con responsabilidad. Quien espera alcanzar una meta sabe que por alta que sea sus pies están en la tierra. “y dirás: Me hirieron, mas no me dolió; Me azotaron, mas no lo sentí; Cuando despertare, aún lo volveré a buscar”. Proverbios 23.35. Dios bueno. Dios de infinitas misericordias. Sé que cada dificultad me forma y me construye. Ayúdame a confiar en que saldré airoso de ellas y enséñame a mirar cada circunstancias como parte de la construcción tuya en mi vida. En el nombre de Jesús, amén. Efesios 2.10 “…Creados en Cristo…”
Dios te creó y eso te hace valioso. Tu valor no está reducido a lo que tienes. Tu valor proviene de Dios. No sigas pensando que no sirves, que no tienes propósito. Fuiste creado en Cristo para “buenas obras”. ¿Entendió? Tienes propósito. Dios creó el ser humano y el ser humano comenzó a lacerar esa creación por el pecado. El pecado nos arruina, nos daña la imagen, nos vuele vulnerables, débiles, y desprovisto de propósitos. Sin embargo, en Cristo, hay una nueva creación para la humanidad. En Cristo volvemos a tener una relación con el Creador, tan íntima, como la de aquellos primeros humanos. Dios nos ha diseñado con el propósito de tener propósito en la vida. Ser tú es entender que en Cristo existe una nueva creación. Descubre el propósito de Dios en tu vida. Eres creado en Cristo y ello te hace tener propósito. Oremos: Dios bueno. Sé que en Cristo hay una nueva creación y es por ello que te suplico que me ayudes a vivirla desde hoy. Al igual, que cualquier otro ser humano que se sienta que no tiene valor, ayúdale a encontrar su propósito. En el nombre de Jesús, amén. “Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus herida, dice Jehová...”, Jeremías 30.17.
La palabra de Dios es promesa y esperanza. Tu condición, sea cual sea, no detendrá lo que Dios quiere obrar en ti. Dios hará venir sanidad sobre ti. Sanidad del alma, del corazón, de las emociones, etc. Dios sanará tus heridas por difíciles que hayan sido. Cuando nuestro pasado nos atormenta y el dolor de ese pasado nos persigue solo Dios puede sanarlo. ¿Cuántas heridas causadas por seres queridos? ¿Cuánto maltrato? ¿Qué no has sanado? Dios te promete que vendrá sanidad sobre ti y sobre tus heridas. ¡Aleluya! Dios no te deja y no te desampara. Deja que Dios te sane y cada herida sanada te hará un mejor ser humano. Cuando Dios sana nuestras heridas jamás vuelven a ser estorbo en nuestra memoria sino instrumentos ante su presencia. Oremos: Dios bueno. Trae sanidad y vuelca tu misericordia sobre nosotros. Sobre Haití, sobre, cada país desconsolado, sobre cada país oprimido. Sana las heridas de tu pueblo y no nos dejes morir. Sé con nosotros y lo que hagas en nosotros sea de bendición a los ojos de otros. En Cristo, amén. No lo niegues
El apóstol Pablo en su carta a los romanos decía: “no me avergüenzo del evangelio”. También puedo decir que yo tampoco. Cuando confesamos decimos lo que hay en lo más profundo de nuestro corazón. Ahí tengo a mi Señor. El dueño de mi vida es Jesucristo. Por quien camino y vivo es Jesucristo. A quien adoro es Jesucristo y a quien predico es Jesucristo. Quiero expresarlo públicamente. ¿Confiesas a Jesús? ¿Te atreves a decir que eres evangélico/a? ¿No te da temor que puedan decir que eres un aleluya? Lee esto con cuidado: “Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios”, Lucas 12.8-9. ¿Cómo podemos negar a Jesús? Se puede negar a Jesús viviendo una vida que no está en su voluntad; se puede negar a Jesús haciendo lo que no le agrada; se niega a Jesús no viviendo el Evangelio en nuestras vidas. Puedes decir que eres evangélico y que crees en Jesús y hacer lo que te plazca y estás negando a Jesús. Si has negado ser cristiano o evangélico no es tarde para que te arrepientas. Te reto a decir o postear en las redes que: Jesucristo es tu Salvador. Sino conoces al Señor Jesucristo y quieres aceptarlo repite conmigo: Señor Jesús, vengo a ti, toma mi vida, te la entrego. Necesito que hagas de mí una nueva creación. Cambia lo que soy por lo que tú quieres que sea. En tus manos estoy para jamás volver a ser el mismo. Desde hoy quiero vivir afirmando y viviendo que eres mi Salvador, en el nombre de Jesús, amén. Si hiciste esta oración, entonces, llega al templo más cercano y sigue las pisadas de tu Salvador. Oremos: Dios bueno y de infinita misericordia. Tú eres mi Salvador y eso no lo negaré jamás. Negaré la mentira, la soberbia, el orgullo, la altivez, la exaltación, la grandeza, pero a ti no. Mientras me quede aliento de vida serás el motivo de mi predicación. No me avergüenzo de ti, en el nombre de Jesús, amén. “No me entregaste en mano del enemigo; pusiste mis pies en lugar espacioso”, Salmo 31.8 Confiar en Dios no deja que seamos confundidos. La confusión nos desenfoca y nos puede llevar al fracaso. ¿Estás confundido? Es como entremezclar las cosas, es decir arruinarlas. Es provocar que nuestros pasos vayan directamente al enemigo. Si hay confusión no sabemos por dónde caminar. Estamos en tiempos de tomar decisiones y las confusiones solo pueden tener orden si Dios nos da discernimiento. El discernimiento no permitirá que seamos presa del enemigo. NO dejes que el mismo enemigo te confunda. Si te confundes al escoger algo en el mercado lo puedes devolver; si te confundes al ir por una ruta puedes buscar un mapa y seguir; si te confundes de salón puedes ir al que te corresponde; si te confundes de día puedes verificar el calendario; si te confundes de hora miras el reloj, etc. No te puedes confundir con Dios; no te puedes confundir; en el camino de la vida; no te puedes confundir de esposa/o; no te puedes confundir de casa; no te puedes confundir de hijos; no te puedes confundir al colocar tu confianza; no te puedes confundir al mirar la Salvación porque solo viene de Dios. Si tu camino es uno de miles confusiones, entonces, haz de Dios tu confianza. Si Dios es tu roca fuerte, tu castillo y fortaleza, te guiará y te encaminará. Dios es Dios de verdad. Espera en Dios y no apresures tus pasos. Dios sabe cuál es tu aflicción y conoce tu dolor, por ello pondrá tus pies en lugar espacioso. ¿Lo cree? El enemigo no podrá tocarte porque Dios pondrá tus pies en lugar espacioso. Agradar a Dios es el principio para ser librados del enemigo. Los lugares espaciosos son la bendición que Dios comenzará a derramar sobre ti. Ese lugar espacioso es donde Dios reina. Si Dios reina no hay enemigo que te pueda tocar y podrás caminar libremente. Oremos: Dios de misericordia. Sé tú mi roca fuerte y mi fortaleza para salvarme. Mi vida está en tus manos. Cuando se agotan mis fuerzas yo confío en ti porque tú eres mi Dios. Guía mis pies y haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo. Tú me escuchas cuando clamo y mis premuras no tomaste en cuenta. Gracias por tus fuerzas en el camino. Dios es Dios. NO hay una definición más completa y más alta que la de afirmar que Dios no tiene definición en nuestros moldes. El poder de Dios no cabe dentro de nuestros viejos moldes. Si quieres que el derramamiento de su Espíritu Santo sea sobre tu vida no puedes conservar la vieja manera de vivir. ¿Sabe por qué los odres viejos deben cambiar? Porque quien se aferra a viejos hábitos y estilos de vida no está dejando que el Espíritu Santo lo rompa. Deje que se rompa sus viejas maneras de vivir. ¿Seguirás sin dejar que el Espíritu Santo te cambie? Los odres nuevos y viejos son diferentes. Los viejos no estiran y los nuevos sí. Cuando dejamos que el Espíritu irrumpa en nuestro corazón afirmamos la voluntad de Dios. Si quieres una transformación en tu vida deja que el Espíritu Santo te toque.
Oremos: Dios de la vida. Tú eres el Dios que perdona. El Dios que transforma. El Dios que irrumpe con esperanza sobre nuestras vidas. Dios guíame y sustenta mis días. En el nombre de Jesús, amén. Todos sabemos que vivir con esperanza es nuestra razón de seguir caminando. Responder con esperanza ante lo que enfrentamos es más complicado. Y definirlo mucho más. Aunque enfrentemos días sombríos debemos asumirlos con esperanza. ¿Qué nos impulsa a seguir viviendo? “A quien se le apaga la esperanza se le apaga la vida”, J.A. Pagola.
8Oh esperanza de Israel, Guardador suyo en el tiempo de la aflicción, ¿por qué te has hecho como forastero en la tierra, y como caminante que se retira para pasar la noche? 9¿Por qué eres como hombre atónito, y como valiente que no puede librar? Sin embargo, tú estás entre nosotros, oh Jehová, y sobre nosotros es invocado tu nombre; no nos desampares. [1] Oremos: Dios, tú eres nuestra esperanza y nuestro guardador en todo tiempo. Acude a nuestros hermanos países (Haití, República Dominicana, Cuba, el Sur de los EU que están sufriendo los estragos de este huracán. En su tiempo de aflicción necesitamos que estés en medio de ellos, porque sobre ellos es invocado tu nombre y sabemos que no les desamparas. De igual manera te suplicamos por los tiempos que vive Puerto Rico, tiempos de aflicción, en los que como dice el profeta, sentimos que te has retirado, pero sabemos que estás entre nosotros. Acude a nuestros procesos, nuestra crisis económica, política, cultura, social, incluso religiosa. No nos desampares y guárdanos con la esperanza viva de la vida. En tus manos están nuestras aflicciones y sé que de cada una nos librarás. En el nombre de Jesús, amén. [1] Reina Valera Revisada (1960). (1998). (Jr 14.8–9). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas. “El amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros”, 1 Juan 4.10
Dios crea y mueve al mundo en cuanto lo ama. El propósito de Dios irrumpe y gravita desde el amor. Dios ama primero y ello es inigualable. Por lo tanto, el orden de Dios es que ama. El ser humano es expuesto a Dios constantemente. ¿Qué es lo que deja una huella en el ser humano? Sabemos que si es duradera es amor. Todo lo que viene de Dios es duradero y transformador. ¿Por qué no te dejas amar por Dios? Todos los por qué de la vida son respondidos desde el amor de Dios. Oremos: Dios bueno. Dios amor. Gracias por la misericordia y la bondad de tu máxima expresión de amor en Cristo. Estamos delante de ti. Guíanos y enséñanos a amar como tú. En el nombre de Jesús, amén. Mt 4.1-11
Este pasaje que nos presenta el Evangelio es la narración de Jesús tentado por el Diablo en el desierto. El mundo está agitado por fuerzas misteriosas. Muy difícil de comprender. Lo que tenemos a nuestro alcance hacen descuidar una importante clave interpretativa de nuestra historia personal. Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto y allí tentado por el Diablo. ¿Vio? Llevado por el Espíritu. No sé si ahora muchos querrán que el Espíritu les impulse o mucho menos anhele la doble porción del mismo. Lo que no puede olvidar es que fue llevado después de un tiempo de oración y ayuno. Toda la tentación se describe sin cuartel. El Diablo arremetió sobre Jesús sin medidas, pero Jesús le dijo: “Retírate, Satanás...”. Es bajo este concepto que obran las fuerzas del mal. Varios nombres que podemos destacar del enemigo son:
Es por eso que la vida cristiana es una lucha. Es un llamamiento muy importante. El mismo Espíritu que te impulsa al desierto es el mismo que te dá las fuerzas para luchar y vencer. Es una lucha seria, peligrosa y cuyo éxito es incierto, si lo haces sin el Espíritu de Dios. Es vital que enfrentes estas batallas reconociendo que estás en un campo de batalla y que muchas veces la gente no actúa por sí mismo sino que el enemigo siembra, divide, pone trampas para deshacer el propósito de Dios. Tiene que luchar contra toda tentación, como lo hizo Jesús, con autoridad y sin titubear. La tentación siempre está al acecho, es por ello que nuestro empeño es orar y vigilar. Cuando hablamos de vigilar es estar atentos a la voz de Dios, a renunciar a lo que nos vuelve obtusos y sordos. NO podemos estar a la merced de las tentaciones y en peligro de caer. Cuando Jesús enfrentó este tiempo de tentación estuvo listo para rechazar el asalto del enemigo y es por ello que ese tiempo lo pasó en oración. Prolongue el tiempo de oración y en la lectura Bíblica. De lo contrario no viviremos con sobriedad y así no se puede ser vigilante. Comience, desde la oración y la Palabra a luchar por medio del Espíritu contra: todo lo negativo, destructor, deprimente, desánimo, desconfianza, temor, miedo, etc. No olvide que Dios es quien sostiene a los suyos en esta lucha. Lucha en la que ya se ha anunciado el ganador. Oremos: Dios bueno y de infinita misericordia. En tu bondad y amor solo hay cuidado. Espíritu Santo fortalece a tu pueblo. Espíritu Santo defiéndenos y líbranos de toda tentación. Esta lucha no es posible ganarla si tú, mi Dios, no estás conmigo. En tu nombre, amén. Tomado y adaptado del libro: Martini, Carlos María. Por una Santidad del Pueblo. Colombia: Ediciones Paulinas, 1989. |
AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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