"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
Mt 4.1-11
Este pasaje que nos presenta el Evangelio es la narración de Jesús tentado por el Diablo en el desierto. El mundo está agitado por fuerzas misteriosas. Muy difícil de comprender. Lo que tenemos a nuestro alcance hacen descuidar una importante clave interpretativa de nuestra historia personal. Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto y allí tentado por el Diablo. ¿Vio? Llevado por el Espíritu. No sé si ahora muchos querrán que el Espíritu les impulse o mucho menos anhele la doble porción del mismo. Lo que no puede olvidar es que fue llevado después de un tiempo de oración y ayuno. Toda la tentación se describe sin cuartel. El Diablo arremetió sobre Jesús sin medidas, pero Jesús le dijo: “Retírate, Satanás...”. Es bajo este concepto que obran las fuerzas del mal. Varios nombres que podemos destacar del enemigo son:
Es por eso que la vida cristiana es una lucha. Es un llamamiento muy importante. El mismo Espíritu que te impulsa al desierto es el mismo que te dá las fuerzas para luchar y vencer. Es una lucha seria, peligrosa y cuyo éxito es incierto, si lo haces sin el Espíritu de Dios. Es vital que enfrentes estas batallas reconociendo que estás en un campo de batalla y que muchas veces la gente no actúa por sí mismo sino que el enemigo siembra, divide, pone trampas para deshacer el propósito de Dios. Tiene que luchar contra toda tentación, como lo hizo Jesús, con autoridad y sin titubear. La tentación siempre está al acecho, es por ello que nuestro empeño es orar y vigilar. Cuando hablamos de vigilar es estar atentos a la voz de Dios, a renunciar a lo que nos vuelve obtusos y sordos. NO podemos estar a la merced de las tentaciones y en peligro de caer. Cuando Jesús enfrentó este tiempo de tentación estuvo listo para rechazar el asalto del enemigo y es por ello que ese tiempo lo pasó en oración. Prolongue el tiempo de oración y en la lectura Bíblica. De lo contrario no viviremos con sobriedad y así no se puede ser vigilante. Comience, desde la oración y la Palabra a luchar por medio del Espíritu contra: todo lo negativo, destructor, deprimente, desánimo, desconfianza, temor, miedo, etc. No olvide que Dios es quien sostiene a los suyos en esta lucha. Lucha en la que ya se ha anunciado el ganador. Oremos: Dios bueno y de infinita misericordia. En tu bondad y amor solo hay cuidado. Espíritu Santo fortalece a tu pueblo. Espíritu Santo defiéndenos y líbranos de toda tentación. Esta lucha no es posible ganarla si tú, mi Dios, no estás conmigo. En tu nombre, amén. Tomado y adaptado del libro: Martini, Carlos María. Por una Santidad del Pueblo. Colombia: Ediciones Paulinas, 1989.
0 Comments
Leave a Reply. |
AutorPastor José Báez Báez Categorías
All
Archivos
September 2017
|