"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
"...porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él", (Isaías 59.19).
Advertencia: Los ataques del enemigo contra nuestra vida no son de un día para otro. Son ataques que no tienen evasión. El enemigo, vendrá, contra ti, contra tu familia, contra cualquiera. Jesús dijo: "el ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir...", (Juan 10.10a). El ataque del enemigo es uno mal intencionado y con fines destructivos. NO importa cuán grande sea la artimaña y la mala intención del enemigo, será fuerte como un río. Promesa: El Espíritu de Dios levantará bandera contra él. Entonces, el enemigo viene, pero Dios está a ti para levantar la bandera. El enemigo será enfrentado con el irresistible poder del Espíritu. Hasta ahora y hasta siempre el Espíritu ha ganado todas las batallas. Cuando el enemigo se levanta contra ti el Espíritu de Dios, que es el paracletos, el cuidador, el defensor, ha levantado la bandera indicando que nuestra es la victoria. Por grande que sean los ataques del enemigo, si Dios está de nuestro lado quién contra nosotros. Jesús dijo: "yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia", (Juan 10.10b). Si la bandera de Dios se levanta el ataque del enemigo tropieza con su asta, por lo tanto, no puede llegar a ti. El Espíritu levanta bandera, no temas. Oremos: Dios de las victorias. Afirmamos tu señorío sobre nuestras vidas. No importa cuán grande sea la corriente de río que se despliegue contra nosotros, tú levantarás la bandera y nosotros saldremos victoriosos. A ti la gloria, en el nombre de Jesús, amén.
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1 Tesalonicenses 3.1-3 "Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la Palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros, y para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe. Pero fiel es el Señor, que os confirmará y guardará del mal".
La oración es la vía directa a Dios. En ella la Palabra del Señor corre libremente. Mientras nuestras vidas se presenten en oración delante de Dios, el mismo Señor nos librará de quienes quieren hacernos mal. Así que tres secretos para ti en este día: 1. El Señor es fiel. 2. Te confirmará. 3. Te guardará del mal. El Señor no solo afirma su fidelidad en nuestras vidas, sino que confirma nuestras vidas en él y nos guarda del mal. ¿De qué te libra el Señor? Lo que sí tenemos claro es que aunque no sepamos de qué nos libra sí sabemos que es fiel en todo tiempo. Oremos: Dios fiel y verdadero. Que guías a tu pueblo y nos das sabiduría. En medio de nuestra oración tu Palabra sea nuestra fortaleza para glorificar tu nombre. Guárdanos del mal y confírmanos en ti. En Jesús, amen. "Aunque las montañas cambien de lugar y los cerros se vengan abajo, mi amor por ti no cambiará ni se vendrá abajo mi alianza de paz.» Lo dice el Señor, que se compadece de ti". (Isaías 54.10, DHH).
Dios sigue siendo fiel. Aunque las montañas se muevan o cambien de lugar su amor por ti no cambia. No se viene abajo la alianza, el pacto de paz que Dios ha realizado contigo. Cuando las situaciones de mi casa se complican, cuando hay enfermedad, llega la desesperación, pierdo el trabajo, no tengo con qué pagar las cuentas, también hay movimientos que son terremotos para nosotros y nosotras. Hoy la voz de Dios, a través la Escritura, nos habla en el silbo apacible y nos dice que aunque los cerros se vengan abajo, "mi amor por ti no cambiará ni se vendrá abajo mi alianza de paz". No te turbes aunque la tierra sea removida porque el Dios de paz no dejará de amarte. El amor de Dios para ti no lo mueve nadie. El amor de Dios es tan fiel como cada amanecer. Es grande su fidelidad y su amor no hay quien lo derribe. Puede que se mueva la tierra, pero lo que no se mueve es lo que Dios siente por ti. Su paz es su pacto y sus pactos no se caen. La dificultad, la prueba no son el final de tu vida, sino la razón por la que tu fe se fortalece cada día. En el amanecer de hoy existe un milagro para ti que revela su amor para darte paz. Hoy, una vez más, Dios te demuestra que su amor por ti no cambia y que su paz nadie la quita. Oremos: Dios que formas mi vida cada día. Yo sé que eres mi amparo y fortaleza, pero dame paz para no temer. Hoy es una nueva oportunidad para acercarme a ti. Si tu amor no cambia y tu alianza de paz no se viene abajo, entonces, tengo la certeza de que he creído al Creador y no a lo creado. Me mueves tú por tu amor y tu paz. Gracias por un nuevo día. En tu nombre, amén. Isaías 58.11 "Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos, y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan".
NO hay duda de la misericordia de Dios para cada día. Dios te pastoreará siempre. Siempre es siempre. ¿Te dejas pastorear? Él lo hará siempre, pero tú ¿te dejarás siempre? Nada puede saciarse en el ser humano. Entre más ve más quiere y entre más tiene más anhela. Nada sacia nuestra naturaleza humana, pero ¿nuestras sequías espirituales? ¿Quién las sacia? Hay solo uno que puede saciar toda mi sequía y es Dios. Saciará mi alma, dará vigor a tus huesos, serás como huerto de riego y como manantial de aguas. Mas esas aguas nunca falta. Dios es quien sacia todo lo que existe en el ser humano. Deja que Dios no te falte y no te faltará nada. Si no tienes a Dios ya entiendes por qué tu sequía. Acepta a Dios y Dios te pastoreará siempre. Oremos: Dios y Señor de la vida. Delante de ti estoy con mi sed. Así como el ciervo brama por las corrientes, así clama por tí el alma mía. Mi alma tiene sed de ti. Nada puede llenarme más que tú, nada puede saciarme más que tú. Fortalece mis huesos y nunca falte la frescura de tu presencia en mi vida. En tu nombre, amén. Josué 1.9
Hablar de esfuerzo es luchar, es dedicación, es correr la milla extra. Es emplear con vigor todo tu ánimo. Para ello debes considerar la valentía, que es, es esfuerzo, ánimo y valor. Si dejas que el temor se apodere de ti, entonces, terminarás huyendo de tus deseos y sueños. Así que el temor nos hace perder el valor. Esfuérzate, sé valiente, no temas ni desmayes porque "Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas". Descansa en las fuerzas de Dios y en su sabiduría. Su presencia es nuestra opción de valentía. Si estás a punto de desmayar porque el temor te ha invadido, te puedo decir, que Dios estará contigo dondequiera que vayas. Esfuérzate y verás la victoria. Dios no deja a quienes confían en su promesa y se sostienen mirando cada día caminando en su presencia. Oremos: Dios y Señor. Tú eres quien renuevas nuestras fuerzas. Descanso en tu sabiduría, no en la mía. Que tu continua presencia nos ayude a enfrentar cada desafío con esfuerzo, valentía y sin temor. Tu promesa es que nos guiarás y nos libras del temor. Yo sé que no puedo enfrentar mis batallas si tú no estás conmigo. En tu nombre, amén. Jeremías 33.3 "Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces".
Cuando expresamos un clamor estamos llamando a alguien, nos dirigimos a alguien, gritamos, nos desahogamos. Clamar (qara) es gritar para llamar la atención. El profeta Isaías plantea que es "Clama con voz en cuello, no te detengas, alza tu voz como trompeta...", Isaías 58.1. También implica llamar a alguien por su nombre. Así como cuando Dios llamó a la luz días y a las tinieblas noches (Gen). Dios nos hace un llamado a llamarle (clamar) a él. NO ha otro sino a él. De algo estoy seguro es que la promesa de Dios tiene una respuesta. Dice la escritura si me llamas te respondo. Te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. Dios tiene reservado para ti para mí una promesa inimaginable. Si nuestro clamor está bien dirigido lo que Dios nos va a enseñar es más grande que lo que tú y yo podemos comprender. Lo oculto es lo que no ha sido revelado. Dios te hará partícipe de una bendición tan grande que lo oculto de ella es lo que hace que la pidas a gritos. Pídele a Dios y su señal será revelarte más de lo que tú mismo/misma le pides. También sabemos que no recibimos porque pedimos mal. Entonces, evaluemos nuestra oración y si lo que pedimos, en nuestro corazón, no es conforme a la voluntad de Dios, no sigamos pidiendo eso. Clame pero no chantaje a Dios, porque Dios sabe qué usted le dice. Hay una promesa si clamamos. Oremos: Dios yo sé que tú oirás cuando yo clame. También sé que no me darás lo que te pida porque crea que me conviene, sino que me darás conforme a entiendas que puedo recibir. Clamo a ti Señor en la confianza de que me enseñarás lo que no conozco para afirmar tu promesa y mi fe. Tú me oyes y confío que me mostrarás, aun lo que no entiendo. En tu nombre, amén. Salmo 86.17 "Haz conmigo señal para bien, y véanla los que me aborrecen, y sean avergonzados; Porque tú, Dios, me ayudaste y me consolaste".
¿Qué somos delante de Dios? ¿Qué somos para Dios? El salmista le pedía al Señor que lo hiciera una "señal para bien". Una señal es una ilustración visible, seña, portento, signo, bandera, un milagro, una obra o acontecimiento poderoso. Este sustantivo aparece 78 veces en el Antiguo Testamento. Algunas de las señales son el "arco iris", "la circuncisión", y la "sangre de cordero". Son ilustraciones de algo que no puede verse, es decir un acuerdo entre Dios y su pueblo. El salmista pide ser una señal que al verle sus enemigos se avergüencen. Nosotros también queremos ser esa señal en la que la mano de Dios ha obrado milagrosamente. Que cuando el enemigo te vea se dé cuenta que eres una señal de Dios para bien. Quienes ya han recibido a Jesús en su corazón son señal, somos portento, somos milagro, de lo que Dios ha comenzado a hacer. Seamos la señal de Dios, que al verla el enemigo se remita a huir, porque representamos el bien. El enemigo se avergonzará porque Dios me ayuda y me consuela. Oremos: Señor, yo sé que me has escuchado. Quiero ser señal de bien y no de mal. Tú eres bueno y perdonador. Sólo tú eres mi Dios y en ti quiero vivir para bien. En tu nombre, amén. 1 Crónicas 14.8-11
En una ocasión, los filisteos "buscaban a David". La razón de esta persecución fue porque David "había sido ungido". Los filisteos arremetieron contra David y David "salió contra ellos". Los filisteos se apoderaron de todo el valle Refaim. Sin embargo, David, le preguntó a Dios ¿subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano? Dios le contestó: "Sube porque yo los entregaré hoy en tus manos". Y "allí los derrotó David". El enemigo siempre estará tras de ti y no te dará tregua. ¿Por qué el enemigo la tiene contra ti? Simplemente porque eres un ungido de Dios. Es decir, que has sido separado y consagrada para Dios. Eso molesta al enemigo porque sabe que no puede tocarte. Le perteneces a Dios. ¿Lo entendió? Le perteneces a Dios. Es muy probable que no comprendas el ataque del enemigo porque no sabes a quien perteneces. Enfrenta al enemigo, pero pregunta a Dios si esta batalla es para que la pelees. David preguntó y Dios le dijo que sí porque los entregaría en sus manos. Cuando Dios da el visto bueno la victoria es tuya. Consulta a Dios. No te dejes amedrantar por el enemigo. Dialogando con Dios encontraremos las respuestas de nuestras batallas. Dios no permitirá que batalles en vano. El resultado de tus batallas no está en las manos del enemigo sino en las manos de tu Dios. Oremos: Dios de toda victoria. No importa el nombre de nuestro enemigo si sé cuál es el nombre de mi Dios. A ti confío mis batallas y no subiré a ellas si no me das la victoria. Te pertenecemos a ti y contigo batallaremos. Saldremos en tu nombre y tú nos darás la victoria. No temeré lo que me pueda hacer el enemigo porque tú estás conmigo. Gracias Dios. En tu nombre, amén. Gálatas 6.1
¿Qué tal si nos sorprenden en una falta? Supongo que ya no se nos mirará igual. Me imagino que nos llevarán de la mano en nuestro proceso y nos ayudarán a salir de la situación. La Palabra dice: "si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que soy espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado". El requisito para restaurar a los demás es ser espirituales. Es decir, que para ayudar a otros/otras no es posible hacerlo sin una vida espiritual que agrade a Dios. Quien contempla su propia vida espiritual jamás olvida todas las faltas que le fueron perdonadas. Contemplar nuestra vida es recordar que nuestro pecado fue mirado por Dios para perdón y no para juicio. Considerarme a mí mismo es no olvidar que también soy pecador y vulnerable a la tentación, pero que fui perdonado y restaurado por los méritos de Jesucristo y no por lo que creía que era. No nos engañemos porque Dios no puede ser burlado. Oremos: Dios de infinitas misericordias. Que no consideraste mi falta para enjuiciarme sino para perdonarme. A ti me acerco con temor y temblor para que me guíes y me sustentes. Me considero a mí mismo y no puedo olvidar la manera en que fui restaurado. Gracias por no considerar mis faltas y restaurarme por el poder de tu amor. En el nombre de Jesús, amén. Colosenses 1.24
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AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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