"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
Juan 4.46-54 Con fe no hay distancia. El poder de Dios no tiene freno pues siempre hace algo en nuestras vidas. Un oficial buscó a Jesús porque su hijo estaba muriendo. Quería que Jesús fuera a su casa. El oficial creía que para que Jesús hiciera un milagro tenía que ir a su casa. La palabra de Jesús es suficiente para que algo grande acontezca en nuestras vidas. Por atrapados que estemos en una situación nos daremos cuenta que la Palabra de Jesús es nuestra esperanza. Aquel oficial confiaba en Jesús. ¿Tú confías en Jesús? Un corazón sincero es suficiente para mover a Jesús. Mucha gente busca señales porque no creen. Nosotros creemos y por eso vemos las señales. ¡Oiga bien! La Palabra de Dios es poderosa. Esa Palabra llamó a Lázaro de la tumba. Puedes conocer de fe pero no tener fe. Hay grandes expertos que hablan sobre la fe pero están vacíos de ella. Tomás fue discípulos pero no un hombre de fe. Solo creyó cuando vio y no cuando le anunciaron la resurrección. NO seas como Tomás. Aquel oficial tenía fe en Jesús. Le pidió que sanara a su hijo. Todos necesitamos que Dios obre un milagro en nuestras vidas. Las respuestas de Jesús siempre serán de vida. Aquel hombre buscó a Jesús y regresó creyendo. Basta encontrarnos con Jesús y regresar creyendo. Aquella palabra de Jesús canceló la enfermedad de aquel hijo y su padre pudo celebrar la vida. Tu familia necesita a Jesús y será vida para los tuyos. Nada es imposible para Dios. La clave está en creer en lo que Jesús hará aunque no entiendas su manera de operar. Solo cree en su Palabra. Daniel estaba dentro del foso y Dios lo liberó porque confiaba en Dios. Jonás estaba en las filas de la muerte y desde allí Dios escuchó su clamor. José sufrió el odio de sus hermanos y estando en la cisterna solo confió su vida a Dios. NO te rindas, ten fe porque Dios tiene poder para hacer algo en tu vida. NO es tiempo de flaquezas sino de fe. ¿Habrá algo imposible para Dios? Oremos: Dios bueno. Nuestra mirada está en ti y solo en tu palabra será mi esperanza. En el nombre de Jesús, amén.
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Eres quien puede hacer un cambio en la
Sociedad. Eres sal. Eso implica que darás sabor a otros y otras. ¿Crees que le das sabor a la gente ? La sal le da gusto y preserva desde la antigüedad. Jesús utiliza este elemento para que seamos de bendición sobre otros. Hoy escoge a alguien y provoca que su vida tenga alegría. Busca a alguien y déjale saber que Jesús es tu salvador y que por ello ya no eres insípido/a. Tienes algo que ofrecer y créeme que será Jesús. Jesús es lo mejor que tenemos. Ofrece a quien hizo que tu vida tenga sentido. Debemos ser como la sal, es decir, sazonar. No dejamos de ser lo que somos sino que lo que somos impacta a los demás. El día puede ser distinto. No olvides que Jesús ha dicho que seamos sal. Ser sal implica tener una presencia que no cambia a donde la colocan sino que donde la colocan deja su presencia. Oremos: Gracias Jesús por darle sentido a mi vida. Hoy, como sal, solo quiero que otros se contagien con la alegria que tú me regalaste. En el nombre de Jesús, Amén. No estoy solo...
“... y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo”. Juan 16.32 Las decepciones nos duelen en el alma. ¿Ha entregado todo para que al final le fallen? Siempre duele. Usted lo da todo por alguien y termina decepcionado/a. Muchos se apartan de Dios por una decepción. ¿Por qué culpar a Dios? Jesús se sintió así y no optó por dejar la voluntad de Dios en su vida a un lado. Los discípulos lo dejarían solo. ¿Se imagina? Tres años caminando con ellos y al final, cuando más necesitaba que estuvieran, salieron corriendo. Descubra lo que Jesús nos enseña. Aunque la gente te deje Dios estará contigo. No confunda a Dios con la decepción de la gente. Dios no nos abandona. Dios sigue esperando que tú no abandones el propósito que tiene contigo. Dios te mostrará las sendas de la vida, como dice el salmista. Aunque no entiendas la soledad en ella descubrirás quién está contigo. Si Dios está contigo será abierto el camino por el que debes seguir tu propósito. ¿Solo y sin propósito? Mentiras del diablo. Tú no estás solo/a y hay un propósito de Dios en ti que se va a cumplir. Déjeme darle una noticia, te van a engañar, te van a decepcionar, te van a dejar solo, pero Dios nunca lo hará. Es momento para que busques más de Dios, para que hables más con él, y dependas más de él. Cuando nuestro corazón se distrae, confiando en quien no debemos, podemos decepcionarnos, pero si mi corazón está claro, cuando esté solo sabré que tengo a Dios. Cuando estoy solo -humanamente - sé que tengo a Dios. Oremos: Aunque todos me abandonen tú estás conmigo. Caminaré confiado y no temeré la soledad. Sé que estás conmigo aunque me sienta solo. Tú eres mi refugio y en ti me amparo. Gracias Dios porque eres mi respirar. En el nombre de Jesús, amén. Ezequiel 2.6 “Y tú..., no les temas, ni tengas miedo de sus palabras, aunque te hallas entre zarzas y espinos, y moras con escorpiones; no tengas miedo de sus palabras, ni temas delante de ellos...”.
No temas, no tengas miedo son las dos expresiones que Dios le da al profeta. Es una palabra de fortaleza. Es una palabra de esperanza. Es una palabra de ánimo. Hoy es un llamado a que inicies la semana con ánimo y sin temor a cualquiera sea tu oposición. Cuando llega el miedo puede provocar desmayos en nuestro caminar. Sin embargo, es tiempo de tomar en cuenta que la Palabra de Dios siempre es esperanzadora. ¿Cómo se llama tu oposición; zarzas, espinos, moras y escorpiones? Quizás lo que te amedrenta hoy es la amenaza de alguien, o la situación que no puedes manejar, el aviso que no esperabas, pero a ¿quién has creído? Desmayar es caer derrotado, pero creer es confiar en la Palabra de Dios. No temas o no tengas miedo aparece en este verso varias veces. Cuando Dios repite una Palabra es porque en ella no hay duda. Esos que impiden lo que Dios quiere hacer en ti no serán más que simples opositores porque Dios, al final, será quien te dé la victoria. ¡NO temas! Aunque te encuentres en un ambiente hostil, como el del profeta, solo cree en las palabras que Dios tiene para ti. ¡No tengas miedo! Oremos: Dios de infinita misericordia. Dios fiel. Tú que no dejas de ser. Tú que nos enseñas a enfrentar la tormenta. Hoy en tu Palabra me fortalezco y camino creyendo. No temeré lo que me pueda hacer el enemigo porque al final tú saldrás en victoria. En el nombre de Jesús, amén. “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá...”, Ap 1.7
En estos días hubo un eclipse. Una experiencia única ya que no volverá a verse otro así en nuestra Isla hasta el año 2045. Hubo quienes dijeron que eso no era algo importante, sin embargo, para nuestros hijos que nunca habían visto uno fue una experiencia magistral. Ver a los cielos y participar de una experiencia como esa es un grato recuerdo. ¿Sabía usted que Jesús vendrá y que todo ojo le verá? Ciertamente ese día del eclipse buscamos gafas para verlo e hicimos lo imposible por vivir la experiencia. Aquello que nos asombra no está en la tierra sino en el cielo. Vale la pena recordar la emoción de la gente por ver el eclipse, la cobertura noticiosa, las dinámicas educativas, etc. Jesús vendrá y no necesitaremos gafas, aunque brilla más que el sol. Se necesita un corazón que le reconozca como Salvador. Jesús será visto por todo los ojos. Será un momento espectacular. Ese día será mejor que la experiencia del eclipse. ¿Estás preparado para verle e irte? Ese día y esa hora no la conocen los científicos. Durante la experiencia del eclipse los científicos marcaron la hora exacta, pero de ese día en que Cristo venga nadie sabe. Es por ello que necesitamos estar preparados para verle. Será una experiencia que desembocará en la eternidad de la salvación o eternidad de la perdición. La Palabra no dice que los que no le conocen no le verán sino que todo ojo. Sin embargo, irse con él es otra cosa. Yo quiero verle para siempre. Son los últimos tiempos y de eso no hay duda. Por ello, no descuides una salvación tan grande. Si quitas tu mirada de Dios, podrás volverle a ver, como Pedro, pero te hundirás por falta de fe. Que tu fe no claudique a causa del tiempo para que al ver a Jesús todas estas tormentas terrenales solo hayan purificado tu vida para la eternidad. No dejes para mañana lo que no sabes cuándo ocurrirá. Estar preparados para ver a Jesús es un llamado. Agárrate porque te quedas. NO te sueltes aunque las tormentas sean las más feroces porque ese día que le veas habrá gozo o tristeza. No hay más alternativas. Afirma tu vida en Dios para que tus días esperen ese momento glorioso de verle cara a cara. Oremos: Dios bueno. Moisés vio tu gloria y solo experimentó ver tus espaldas, pero nosotros te veremos cara a cara. En ti esperaré y disfrutaré que mi familia también lo haga. No quiero que nadie se pierda. Sé que si no llegas es por la espera de aquellos que necesitan la salvación. Hoy confío en que el día que vengas pueda verte y seguir contigo a la Patria Celestial. Que mis ojos puedan verte y aunque ahora no te puedo ver sé que estás aquí. Te veré y no dejaré de servirte mientras esté en esta tierra. En el nombre de Jesús, amén. Salmo 62.8 “Esperad en él en todo tiempo... derramad delante de él vuestro corazón, Dios es nuestro Refugio”.
Esperar, esperar y esperar. Eso de esperar no nos gusta. No nos gusta esperar en las filas, ni en la sala de un hospital, ni en un restaurante etc. No nos gusta esperar. Sin embargo, la exhortación del salmista en su experiencia con Dios es la de esperar en todo tiempo. Dice que en la espera está acallada su alma porque de Dios viene la salvación. Dios solo hace que nuestras vidas tengan paz y descanso. Es por ello que en lugar de agitarnos o desesperarnos derramemos el corazón delante de Dios. Dejar en sus manos nuestra vida. Si derramamos el corazón estamos confiando que cada pálpito estará en la voluntad de Dios. Vivir confiados en Dios equivale a esperar y derramar el corazón delante de él. Esa espera en Dios implica que Dios actuará a favor nuestro. Un corazón arrepentido es un corazón derramado delante de Dios. Dejar que Dios se encargue de dirigir nuestro tiempo en el suyo es saber que será Refugio en todo tiempo. Ampárate en Dios y sabrás que el tiempo de espera se convertirá en una experiencia, profunda, con Dios. Mi Refugio es Dios y no importa la crisis derramar el corazón delante de él será la razón por la que esperaré en todo tiempo. Dios hará mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos. Oremos: Dios bueno. En ti confío y no dejo de creer aunque venga la tormenta. Tú eres mi Refugio y cualquier agitación que pueda tener mi corazón espera en ti. Cual sea mi desesperación hoy será sometida a tu voluntad y tiempo. Sé que será mejor cuando tú digas. En el nombre de Jesús, amén. Santiago 5.16
Cuando usted llama a alguien y no lo consigue vuelve a llamar, envía un mensaje, o un texto por alguna vía alterna de las que existen hoy. Es muy probable que esa persona no conteste. ¿Le ha pasado? Es posible. Usted pasó por el proceso de insistencia porque anhelaba hablar con esa persona. NO podemos dejar de orar aunque no veamos nada. Si dejamos de orar y nos desanimamos solo hemos hecho de nuestra oración un simple pedido. La oración que insiste no tiene un tiempo de culminación. Es el deseo de hablar con Dios. Dios nos responderá de acuerdo a su voluntad. No se trata de lo que usted quiera sino de lo que Dios quiere para usted. Déjeme decirle un secreto: “cuando ore no tenga prisa sino fe”. La oración nos enseña la paciencia. No dejes de orar y ten paciencia porque las respuestas de Dios provocarán en ti un corazón más agradecido. No dejes de orar - hablar con Dios - porque Dios te dará su victoria. ¡Sí! Su victoria porque al final Dios habrá vencido por ti. Anímate y pon tus rodillas sobre el suelo. ¡Insista! Un cantico viejito, pero lleno de verdad, decía: //Orando sin cesar venceremos// Yo quiero morar en la Patria Celestial, Porque orando sin cesar venceremos.// Oremos: Dios bueno. Quizás un amigo no responda mis llamadas o se corte la señal pero contigo todo es distinto. Tú siempre oyes, tú siempre estás, tú no nos dejas, tú haces de mi vida una realidad victoriosa. En el nombre de Jesús, amén. Isaías 44.3
La fuente creadora de Dios es inagotable. Dios no solo es capaz de transformar la naturaleza sino al ser humano mismo. Tú tienes esperanza de ser transformado hoy. Hablar de renovación es destacar la obra del Espíritu Santo. Dios derramará agua sobre el sequedal. ¿Lo crees? Es una promesa de Dios sobre sus hijos. No importa lo que haya seco en tu vida o se esté secando si Dios dice que derramará agua sobre ese sequedal así será. No solo será una simple derramada de agua sino todo un río sobre tierra árida. Lo que está seco y árido solo Dios lo puede transformar. Cualquier intento de satisfacer esa necesidad será infructuosa ya que solo el que creó al ser humano es capaz de saciarle. Un cántico muy viejito pero poderoso decía: //Si el Espíritu está aquí hay paz, Si el Espíritu está aquí hay amor, Si el Espíritu se mueve todo puede resolverse, Si el Espíritu está aquí está el Señor. // Hay promesa y esperanza en Dios. Dios es tu Hacedor y el que te formó, el cual te ayudará: ¡No temas! Dios es el único que puede darnos fuerzas cuando no podemos seguir. Solo Dios es quien hará que su Espíritu se derrame sobre tú generación. ¿No es maravilloso? Eres parte de esa promesa y aunque sientas que las cosas ya están secas si el Espíritu de Dios está habrá una nueva oportunidad, habrá algo nuevo, habrá una nueva esperanza, habrá una buena razón para seguir viviendo. No es tiempo de claudicar es tiempo de saber que Dios sigue creando en tu sequedal algo nuevo. El mover del Espíritu es más fuerte que cualquier torrente de agua. De ti brotará algo maravilloso porque el Espíritu de Dios todavía tiene bendición sobre tus renuevos. Oremos: Eres Dios y creador de todo cuanto existe. Tu renovación no es una simpleza en el día sino la esperanza del creyente. Cada día es la oportunidad de recibir esa promesa sobre nuestras vidas. Solo te pido Dios que derrames sobre el pueblo tu Espíritu y conviertas en gozo y esperanza el sequedal y la tierra árida. Nos resistimos a no creer que ya no hay esperanza. Tu Espíritu está aquí y con ello celebramos un nuevo derramamiento y bendición sobre nuestras vidas. En el nombre de Jesús, amén. Mateo 4.1, 3 “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”.
Todos queremos que el Espíritu de Dios nos guíe. ¿Cierto? ¿Qué tal si el Espíritu nos guía al desierto? Estás iniciando el ministerio y quieres que el Espíritu de Dios esté contigo y comienza el desierto. ¿Cómo? Así es. “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto...”. ¿Les parece eso grande? La segunda parte de ese verso es más compleja. “... para ser tentado por el diablo”. Si pretendes evitar el camino por el que te lleva el Espíritu puedes arruinar tu vida. En ocasiones entendemos que el desierto no es de Dios pero ¿qué si fue Dios quien nos colocó en ese desierto? Jesús es mi modelo y seguir sus pasos será mi esperanza victoriosa. Es por ello que debemos cuidarnos “de las tentaciones que pueden corromper la vida de raíz”, Antonio Pagola. Le dijeron: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”. Quizás en tiempos de hambre puede ser aparentemente bueno, pero Dios no responde a nuestros caprichos. Dios responde a nuestras necesidades. Poner en duda lo que es Dios mismo, “si eres Hijo de Dios”, pervertirá nuestra fe. Cuando hacemos esa expresión tentamos a Dios “convierte esas piedras en pan”. ¿Entonces, qué harás? El Espíritu te guía a una experiencia purificadora. No permitas que esa prueba sea vista como algo del diablo. Lo que es diabólico es volver nuestra expresión a Dios para que haga conforme a nuestra voluntad. Dios dirige nuestra vida y si el desierto está frente a nosotros nos dará la salida. Dios hará que su justicia reine y su reino sea primero. ¡No temas! Nuestro desierto será una oportunidad para conocer a Dios y afirmar nuestra fe en él. Camina con la esperanza de que no hay tentación de la que no salgas victorioso. Cristo salió victorioso y tú también lo harás. Es tiempo de comprender que tu desierto es un espacio en el que Dios quiere que veas su mano no un milagro. ¡Camina! No se trata del momento que vives sino del que Dios quiere que aprendas a vivir. No mires el desierto sino la victoria después del mismo. Oremos: Dios bueno. Que mi vida en tus manos salga victoriosa. Mi tiempo de desierto solo necesita tu presencia. Esa presencia tuya nos ayudará en la tentación y cruzaremos el desierto confiados en ti. En el nombre de Jesús, amén. Mi fe es mi manera de vivir con Dios. Mi fe permitirá que mis pasos sean firme ante los tiempos. La adversidad provoca desánimos continuos. En ocasiones nos frustramos. Nuestra mirada puede extraviarse por la pérdida de fe. El salmista decía: “Cuando pensé para saber esto, fue duro trabajo para mí, hasta que, entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos”, Salmo 73.16-17. En ocasiones mirar las condiciones de los demás puede quitarnos la fe. Hay cristianos que miran la prosperidad del que no sirve a Dios. Ver que los que no sirven a Dios les va bien puede sacudir nuestra fe. Algunos pueden pensar que Dios no es justo. Seguramente has pensado así. Parece que servir a Dios trae más complicaciones en nuestra vida. ¿No me digas que quieres tirar la toalla?
No encontraremos respuesta en lo que vemos. El salmista se encontró en circunstancias como las nuestras pero hizo lo que debemos hacer nosotros: “entró en el santuario de Dios”. Allí se dio cuenta que su mirada estaba limitada por su fragilidad humana. Dios lo llevó a mirar el plano de lo eterno. El paso por esta tierra no limita nuestras vidas. El salmista entendió en la presencia de Dios “el fin de las situaciones” y vio cuan cerca estaba de una decisión fatal. Es por ello que puedo exclamar: “casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos”, Sal. 73.2 Entonces, Dios espera que nos presentemos ante él. Que busquemos su rostro. Dios nos espera en el mismo lugar. Nos hemos distraído con el facebook, twitter, wasap, etc., y nos hemos olvidado de mirar a su presencia. Estamos más entretenidos en las series de televisión que estar en sus atrios. Hay quienes falta al templo y no llegar a su presencia porque tienen que ver novelas. Esa es la razón por la que nuestras miradas se extravían y comenzamos a distanciarnos de Dios. Dios nos ama y espera que estemos en su santuario. No prospera el impío solo tiene cosas. Prosperar es tener a Dios y saber que después de toda situación podamos entender cómo Dios estaba obrando. Dios bueno. Ante ti estoy. Gracias por el día de hoy. Que nunca mi mirada se extravíe de ti. Solo tenerte me hará confiar en tu propósito. Eres mi fuerza ante todo lo que vivo. No tiene sentido mi vida si tú, Señor, no estás. Dame la capacidad de ver cada día tu obrar en mi vida. En ti esperaré porque solo tú me haces vivir confiado. En el nombre, de Jesús, amén. |
AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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