"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
Mateo 4.1, 3 “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”.
Todos queremos que el Espíritu de Dios nos guíe. ¿Cierto? ¿Qué tal si el Espíritu nos guía al desierto? Estás iniciando el ministerio y quieres que el Espíritu de Dios esté contigo y comienza el desierto. ¿Cómo? Así es. “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto...”. ¿Les parece eso grande? La segunda parte de ese verso es más compleja. “... para ser tentado por el diablo”. Si pretendes evitar el camino por el que te lleva el Espíritu puedes arruinar tu vida. En ocasiones entendemos que el desierto no es de Dios pero ¿qué si fue Dios quien nos colocó en ese desierto? Jesús es mi modelo y seguir sus pasos será mi esperanza victoriosa. Es por ello que debemos cuidarnos “de las tentaciones que pueden corromper la vida de raíz”, Antonio Pagola. Le dijeron: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”. Quizás en tiempos de hambre puede ser aparentemente bueno, pero Dios no responde a nuestros caprichos. Dios responde a nuestras necesidades. Poner en duda lo que es Dios mismo, “si eres Hijo de Dios”, pervertirá nuestra fe. Cuando hacemos esa expresión tentamos a Dios “convierte esas piedras en pan”. ¿Entonces, qué harás? El Espíritu te guía a una experiencia purificadora. No permitas que esa prueba sea vista como algo del diablo. Lo que es diabólico es volver nuestra expresión a Dios para que haga conforme a nuestra voluntad. Dios dirige nuestra vida y si el desierto está frente a nosotros nos dará la salida. Dios hará que su justicia reine y su reino sea primero. ¡No temas! Nuestro desierto será una oportunidad para conocer a Dios y afirmar nuestra fe en él. Camina con la esperanza de que no hay tentación de la que no salgas victorioso. Cristo salió victorioso y tú también lo harás. Es tiempo de comprender que tu desierto es un espacio en el que Dios quiere que veas su mano no un milagro. ¡Camina! No se trata del momento que vives sino del que Dios quiere que aprendas a vivir. No mires el desierto sino la victoria después del mismo. Oremos: Dios bueno. Que mi vida en tus manos salga victoriosa. Mi tiempo de desierto solo necesita tu presencia. Esa presencia tuya nos ayudará en la tentación y cruzaremos el desierto confiados en ti. En el nombre de Jesús, amén.
0 Comments
Leave a Reply. |
AutorPastor José Báez Báez Categorías
All
Archivos
September 2017
|