"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
El desinterés es condición para una verdadera Amistad. La amistad sincera es recíproca.
¿Será amigo/a quien te deja de hablar y saludar porque piensas diferente? ¿Será amigo/a quien se enoja porque no estás de acuerdo con su opinión? Entonces, ¿qué es amistad? ¿Pensar, hablar y sentir lo mismo? ¿Está definida la amistad porque seamos iguales? La Escritura dice que: “Las heridas de un amigo sincero son mejores que muchos besos de un enemigo”. Prov. 27.6. Cuando somos amigos decimos las cosas como son. Pueden causar heridas pero su sanación es mejor que un manjar de besos de un enemigo. Cuando mezclamos la amistad con los negocios, o diversas actividades profesionales el trueque se torna en espada de doble filo. Las cuentas claras conservan amistades y las amistades claras no mezclan las cuentas. Cuando la amistad se sujeta a lo que podamos dar, a posicionarme donde no quiero, a consentir sin estar de acuerdo nunca tuvimos amistad. Los amigos sinceros estarán siempre en el mismo lugar pero quien no está siempre en el mismo lugar no ha tenido amistad sincera. Jesús llamó a sus discípulos “amigos”. Para los griegos la amistad era algo preciado. Lucas sabe eso y ve en Jesús la amistad verdadera. Jesús deja claro su capacidad de servir. Jesús dijo: “yo estoy entre ustedes como el que sirve”. ¿Cuál es nuestro lugar entre nuestras amistades? Jesús abrió su corazón a sus amigos. Por ello dijo: “Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos”. En los evangelios se nos narra que Jesús tenía entre su círculo de amistades “al discípulo amado, a Pedro, a Judas, a Tomás, al cobrador de impuesto, etc.”. ¿Qué tal esas amistades? Ellos revelan la amistad incondicionada. Se deja claro que nuestros amigos/as tendrán debilidades y ello no los descarta para formar parte de nuestras amistades. Ello muestra que en Jesús se posibilita la capacidad para tener amigos. La comprensión de los mismos es lo que acrisola y fortalece la amistad. ¿Quién es tu amigo/a? ¿Cómo cuidas tu amistad? ¿Tienes amistades o contactos? Dar la vida es el secreto de la amistad según Jesús. ¿Qué entregas por tus amigos? ¿Qué nos enseña Jesús sobre la amistad? ¿Si lo tienes en facebook es tu amigo/a? La verdadera amistad trasciende el tiempo y el tiempo dicta la verdadera amistad. Oremos: Dios y padre de toda vida. Los caminos de la vida tienen sentido con la amistad del mejor amigo, nuestro Señor y Salvador Jesús. Esa es mi expresión ante el Dios que consagró la amistad desde su propio hijo. Cualquier amistad será inigualable con aquella que entregó la vida por cada uno de nosotros. Gracias Dios y ayúdame cada día a ver mis amistades como tú supiste ver a los discípulos. En el nombre de Jesús, amén. Basado en un diálogo sobre la pastoral con Juanito ...
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“Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena, y la otra María, a ver el sepulcro” Mt 28.1.
Unas madrugadoras que también fueron a ver. El amanecer es el tiempo marcado por la salida del sol. Esa luz saliente renueva la actividad del día. Esa es la razón por la que aquella madrugada de hace más de dos mil años fue una especial. Allí hubo un terremoto, llegó un Ángel del Señor, removió la piedra y se sentó sobre ella. ¡Valga madrugada! NO hay duda de la extraordinaria experiencia de esa madrugada. No hay duda de que en nuestras diversas adversidades nos movamos a los lugares por un motivo y Dios nos sorprenda. Estas mujeres fueron a “ver el sepulcro”. Me encanta saber que hubo mujeres capaces de ver el sepulcro porque creyeron en el anuncio de la resurrección. Me imagino que no durmieron y salieron de madrugada, inquietas, con deseos de llegar lo más rápido posible, y se encontraron literalmente con el sepulcro vacío. Es impactante porque ellas fueron a ver el sepulcro y no a Jesús, al menos en Mateo. ¿No le parece una madrugada extraordinaria? Madrugar y ver que la piedra está removida y que ciertamente el sepulcro está vacío nos llena de esperanza. La oscuridad pasó y la luz toma lugar. Ningún amanecer se compara con aquel en el que nos damos cuenta que nuestro Dios no está en el sepulcro. Ya sabemos que Dios hará que la piedra esté removida antes de que llegues. En los encuentros de madrugada con Dios podemos encontrar nuestra piedra removida y lo que murió tener vida. Lo que hizo la madrugada de aquellas mujeres una espectacular no fue el angel, ni el terremoto, sino que el sepulcro estaba vacío. Oremos: Dios gracias por un nuevo día. Me levanté temprano para hablar contigo. Gracias porque tus palabras me dejan saber que lo que puede ser visto como una adversidad – el terremoto- es la antesala a la bendición de encontrar el sepulcro vacío. Te alabo y te doy gracias porque es bueno ver la luz que pone fin a la oscuridad y mueve la piedra que tenga que mover. En el nombre de Jesús, amén. Toma tu tiempo para leerla y medita. Invitaremos mucha gente a nuestra casa en acción de gracia y navidad.
La Escritura narra la historia de un fariseo – maestro de ley mosaica – que rogó a Jesús que comiese en su casa con él. ¿Para qué? Jesús fue a la casa y se sentó a la mesa. ¿Cuál era el fin de la invitación? Muchos estaban prejuiciados con respeto a Jesús. ¿Será este fariseo uno más? Jesús accede a la invitación y está a la mesa con un fariseo. El fariseo conoce de la Ley Mosaica y Jesús es antes que Abraham. La casa estaba abierta y cualquiera podía entrar y conversar. Por otro lado, una mujer de la ciudad – que era pecadora – al saber que Jesús estaba en la casa del fariseo trajo un frasco de alabastro con perfume. ¿Qué cree? Ella es pecadora, el fariseo es un experto en la ley y Jesús está a su mesa? Es un momento interesante. Besar los pies es el acto de humildad y gratitud más grande en esos tiempos. Se suelta los cabellos y comienza a ungir y enjugar sus pies entre besos y lágrimas. Se desprenden de esta acción:
Jesús le dice a Simón, ¿ves esta mujer?
Por lo tanto, sus muchos pecados le son perdonados, por que amó mucho. En Jesús no hay espacio para el rechazo. Sí destaca que la mujer tiene muchos pecados, pero le han sido perdonados porque amó mucho. Esa mujer sale de aquella casa perdonada y salvada. Simón se quedó con su Ley y su interpretación pero aquella mujer hizo suyo al Salvador. La gratitud de aquella mujer por recibir lo inmerecido le hace apta para pertenecer al equipo de los salvados. El corazón de aquella mujer, desde la gratitud se tornó en el hogar en el que Jesús recibe toda la gloria. Aquel corazón fue la casa en la que Jesús se sintió recibido. Simón no hizo nada con la invitación de Jesús. Lo llevó a su casa para el qué dirán. Era como si Simón dijera: “invité a Jesús a casa”. ¿Y? ¿Invitaste a Jesús a tu casa? ¿Quién eres, Simón o aquella mujer? Aquella mujer no tiene nombre y eso implica que somos todos aquellos que se nos ha perdonado mucho. Se nos ha perdonado mucho y por ello la gratitud es necesaria en nuestra casa. La demostración de gratitud se desprende de la humildad. Cuando sabemos que hemos sido perdonado nos corresponde, por obligación moral, dar gracias con humildad. Simón también es deudor pero no está consciente de su deuda. ¿Sabes que tú eres deudor? Podrás decir: ¿Cuál es mi deuda? Sin embargo, la mera pregunta lanza arrogancia. NO puede, Simón, amar mucho porque no reconoce su deuda. Para aquella mujer Dios lo era todo. ¿Para ti? Jesús dijo: “Tu no me diste…”. Esa mujer amó y porque amó recibió el perdón. En el amor hay perdón. El amor en aquella mujer revela su nueva manera de vivir. Vivirá desde el amor y el perdón. Esa es la manera de vivir en plenitud. ¿Quién no sienta la necesidad de perdón está en peligro. Simón se considera justo en sí mismo y ello no le permite ver la grandeza del perdón y amor de Dios. Para Jesús el pecador es pecador. No hace distinción entre un pecado y el otro. Su enfoque no es lo que ocurrió contigo sino lo que va a ocurrir cuando Jesús se dirija a ti. Oremos: Jesús y Dios de mi vida. Tú eres perdón y amor. En gratitud y humildad me acerco a ti. Confío en ti y en tu amor. Hace muchos años te invité a mi casa. Me has perdonado mucho y no tengo suficientes días para agradecerte. Espero que en lo que hago, vivo, y comparto te agrade. Mi familia está en tus manos y todo lo que somos. Necesito decirte que mi corazón es tuyo y me gustaría que sea el perfume que llegue a tu presencia. Me has perdonado mucho y mucho quiero agradecerte. Gracias por mi esposa, mis hijos, mi familia, la iglesia, tu amor, tu perdón y porque me tienes con vida. Gracias. Mil gracias. NO permitas que mi corazón sea farisaico porque prefiero ser como aquella mujer y regar mis lágrimas en tus pies que invitarte a la mesa y no tener nada que darte. Hoy no vengo con mis manos vacías, más bien, vengo con mi corazón ante tu presencia. En tu nombre, amén. Job 19
25 Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo; 26 Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios; 27 Al cual veré por mí mismo, Y mis ojos lo verán, y no otro, Aunque mi corazón desfallece dentro de mí. 28 Mas debierais decir: ¿Por qué le perseguimos? Ya que la raíz del asunto se halla en mí. 29 Temed vosotros delante de la espada; Porque sobreviene el furor de la espada a causa de las injusticias, Para que sepáis que hay un juicio. [1] Cuando pasamos por la prueba es meritorio descubrir en ella la manera en que Dios nos levantará. La vindicación será nuestra. Dios defendió y vindicó los derechos de Job. Es una manera de entender la redención en el Antiguo Testamento si este se interpreta correctamente. Job sabe que su redentor, su goel vive. Nosotros seremos simples mortales pero nuestro Dios es eterno. Llegará el día en que Dios se alzará y nos dará la victoria. Aún del polvo nos levantará. Por difícil que sea la situación que estés pasando no es final porque aún si estuvieses en el polvo Dios te levantará. Ese levantarnos será como el de Job para ver a Dios en medio de nuestra adversidad. Ver a Dios es experimentar su auxilio benéfico. Aunque los ataques a Job fueron duros él sabía que Dios saldría a su defensa. Yo sé que saldrá en tu defensa porque su justicia toma el lugar de los indefensos. Es tiempo de levantar nuestros rostros y ver aquel que es Dios, Jesús. Oremos: Dios de la vida. Nuestras batallas pueden llevarnos hasta el polvo, pero confiamos que aún ahí nos levantarás. Fortalece nuestros días. Permite que en cada circunstancia haya un espacio para levantarnos de aquello que no nos permite ver tu mano. En el nombre de Jesús, amén. [1] Reina Valera Revisada (1960). (1998). (Job 19.25–29). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas. ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Salmo 139.7
Dios no puede ser una figura decorativa en nuestra vida. Cuando reflexionamos y oramos lo hacemos desde nosotros. Muchas veces oramos para nosotros, pensamos en nosotros, en cómo solucionar los problemas de nosotros, etc. Así no hemos alimentado nuestro espíritu sino que hemos mirado nuestra condición. Nuestro contacto con Dios tiene que tocar todo lo que implica creer en la presencia de Dios. No se trata de entrar en la presencia de Dios más bien es dejarnos tocar por ella. Que esa presencia nos inunde. No olvide que todo el tiempo Dios tiene pensamientos y planes de bien para ti. El problema, la gran mayoría de las veces es que estamos distraídos, dormidos o en muchas cosas. No podemos escondernos de su presencia. Esas son las grandes preguntas del salmista. Dice Anselm Grün que podemos tener a Dios en la mente pero lejos del corazón. Quizás el miedo pueda mantener esa distancia entre el corazón y Dios. Estar en la presencia de Dios es abandonarnos a su presencia en lo que somos. La espiritualidad no tiene vida, dice A. Grün. Debemos despertar el deseo de buscar y tener a Dios en nuestro corazón. Todo inicia en nuestro interior. Para entrar en la presencia de Dios hay que tener ansias. Dios nos ha creado con las ansias de amarle y buscarle eternamente. ¿A dónde huirás? ¿Te esconderás de Dios? Oremos: Dios y Padre de la vida. Sé que relacionarnos contigo es más que una simple oración. Todos nuestros sentidos están ante ti. Queremos acercarnos a ti cada día. No dejaremos de hacerlo. Guíanos y susténtanos. En el nombre de Jesús, amén. “Pero la salvación de los justos es de Jehová, y él es su fortaleza en el tiempo de la angustia”, Salmo 37.39
Oremos: Dios de salvación. Por medio de Jesús nos salvaste de toda perdición eterna. Ahora te suplico que nos ayudes en medio de los tiempos de angustia. Las fuerzas nos faltan cuando llegan las pérdidas. Hay muchas familias que hoy lloran la pérdida de un ser querido. Desde los niños masacrados en oriente hasta los accidentes mortales que tenemos, aquí, a diario. Te pedimos Dios que seas fortaleza en tiempo de angustia y que no permitas que el dolor sea más grande que el deseo de seguir viviendo. Tú eres nuestra fortaleza. En el nombre de Jesús, amén. Salmo 85.8 “Escucharé lo que hablara Jehová Dios, porque hablaré paz a su pueblo y a sus santos para que no se vuelvan a la locura”.
El siglo XXI ha tenido tiempos de inseguridad mundial. Por un lado los ataques han sido la orden del día en el, llamado, Viejo Mundo. En América la dinámica tiene otras guerras (discrimen, contaminación, exclusión, etc.) y de constantes discursos estériles. Si observamos en nuestro país nos damos cuenta del constante derramamiento de sangre que inunda nuestras calles. Pareciera que el germen de la muerte y la desgracia ha mutado y está deteriorando y destruyendo toda esperanza. Ante ese cuadro, cual espejo claro-oscuro, nos movemos cada día. No sentimos el dolor hasta que es masivo, pero, peor aún, nos hemos insensibilizado a una muerte porque tenemos una decena en un fin de semana. Ya se considera un ataque aquello que irrumpe en la cotidianidad de una sociedad con imagen de paz. Pensar que matar a alguien es un ataque ha pasado a los núcleos de los afectados. Creo que vivimos tiempos de insensibilidad. El corazón ha endurecido, como el de faraón, porque la opresión y el dolor son normal ante la realidad. Quien hace normal ver una muerte tiene un corazón endurecido. Un accidente donde muere alguien solo provoca lastima y una expresión aparente. Escuchare lo que hablara Dios, porque hablara paz a su pueblo. Necesitamos paz y su pueblo es el mundo. No subestime lo que dice la Escritura. Pueblo es aquel lugar donde los corazones laten. Esa paz es necesaria donde quiera que haya guerra, dolor, angustia, turbación, opresión, exclusión, etc. Que tu anuncio sea palabra de paz. Si no tienes palabra de paz no tendrás nada que aportar al pueblo. Esa palabra de paz evitara que el pueblo se vuelva a la locura. Hay palabra de esperanza ante lo que nuestros ojos ven. No volvernos a la locura es evitar la irracionalidad y la insensatez. La palabra de Dios debe ser esperada como esperamos la mañana. Cuando esperamos la mañana afirmamos la esperanza. La Palabra de Dios trae consigo paz y en paz guardamos la compostura. La crisis y los ataques vividos en estos tiempos no son la acción racional sino la acción de la locura. Dios ha blara paz y no permitirá que nos volvamos a la locura. Cuando escuchamos a algunos decir que no saben por qué hicieron las cosas nos damos cuenta que algo anda mal, pero cuando lo hacen sabiendo lo animal=irracional ha tenido lugar. La posible acción irracional no se desprende de un sinsentido sino más bien de problemas en los sentidos. La locura ha tomado lugar en sus vidas y actúan insensatamente. Ellos han puesto el acento en la falta de meditación, pero nosotros meditaremos en la Palabra de paz que Dios dará a su pueblo. Confío en esa Palabra para que, como pueblo, no nos volvamos a la locura. Oremos: Dios de paz y razón. Dios que guías y salvas. Nuestra tierra sufre los horrores de sus propios principios. Los ataques inician allí donde la muerte llega desde otras manos. No importa si es uno o son cientos la sangre derramada por otros nos entristece. Tú siempre tienes algo que decirnos. Hoy tu palabra nos esperanza al decirnos que será de paz para que no nos volvamos a la locura. Sé que muchos actúan con intereses particulares y personales pero sin razón. Por favor Dios, ayúdanos, no permitas que la necedad y la insensatez nos enloquezcan. Hoy somos más los que hemos dado un abrazo que los que han levantado sus manos para destruir. Que tu paz sea la razón por la que sigue viviendo el pueblo. Tu hijo, Jesús, en la cruz inicio una reconciliación que parecía perdida. En esa reconciliación estamos los unos con los demás. Ilumina a los pueblos y la paz llegue para que la locura no encuentre lugar. En el nombre de Jesús, amen. Salmo 121.1-2 Cuando vamos por las carreteras de este país la inseguridad nos invade. Así se sentía el salmista cuando caminaba entre las montañas a causa de los peligros del camino. El la religión cananea había un monte que se conocía como la habitación de los dioses. Los dioses no existen porque son creación de las manos humanas y ya en sí guardan cierta inseguridad. En cambio, el salmista ha pronunciado una pregunta: “Alzaré mis ojos a los montes, ¿De dónde vendrá mi socorro?”. El salmista sabe que quien mira el monte tiene una vista limitada. Es por ello que se posiciona en una respuesta que sobrepasa los montes. “Mi socorro viene de Jehová que hizo lo cielos y la tierra”. ¿Dónde está tu Dios? Está en aquello que limita tu vista? Mi Dios es Dios porque es capaz de socorrerme en medio de la inseguridad. Nuestro Dios está por encima de los montes y por encima de la adversidad. Dios puede librarte hoy. Dios es mi socorro y puede ser el tuyo. Cree solamente y tendrás en él un oportuno socorro. Oremos: Dios que sobrepasas todos los montes. Dios que no eres creado por mano humana, ni pensamiento humano, en ti confío. Yo sé que de ti viene mi socorro. No hay duda de lo insegura que está la vida en medio de este mundo, pero si en este mundo tú eres mi socorro, entonces, caminaré confiado. En el nombre de Jesús, amén. ?
Salmo 81.9-10a “No habrá en ti dios ajeno, ni te inclinarás a dios extraño. Yo soy Jehová tu Dios…”. Cuando Dios es suficiente por qué hay que buscar otros dioses. ¿Qué es primero en nuestras vidas? ¿Dios es primero? ¿Tendré otros dioses? ¿Qué es más importante para mí? No podemos decir que amamos a Dios y no le servimos. Por favor no venga con esos cuentos. Podemos hacer cualquier cosa nuestro dios. Cuando cambiamos nuestra confianza por la lotería por ejemplo hemos comenzado a crear un dios de provisión. La suerte se convierte en la esperanza de la gente porque han perdido la esperanza. Ella es su dios. Quien confía en Dios sabe que Dios no abandona a los suyos. Cuando cambiamos a Dios hay consecuencias. Lo que Dios ha hecho por nosotros es suficiente para adorarle. Yo sé quién es mi Dios y por eso me inclino a él y adoro su nombre. Yo sé que Jesús es mi Dios, ¿y tú? Oremos: Dios verdadero. Fuera de ti no hay quien salve. Pueden decir y pensar que hay miles caminos para muchas cosas pero para la salvación Jesús ha dicho que es a través de sí mismo. Yo confío y camino creyendo que tú eres y será el único Dios. A ti te adoro y te exalto y quiero decirte que solo tú eres Dios. En el nombre de Jesús, amén. Es una semana maravillosa. Dios nos ha permitido estar en pie. En el último tiempo hemos visto cómo el enemigo se ha levantado contra nosotros. ¿Hay esperanza? La mente negativa se concentra en las debilidades pero la mente que tiene a Dios ve oportunidades. Para que nuestra manera de pensar cambie debemos pasar más tiempo con Dios. Dios nos ayuda vencer toda mentalidad negativa. El enemigo quiere que creas toda mentira que dicen de ti, pero no es así. El enemigo quiere que creas que Dios no podrá hacer nada contigo, pero no es así. Cuando Dios irrumpe en nuestras vidas provoca que lo que piensan los demás no sea lo que me defina. Dios con su poder provocará que su propósito se cumpla en mí. Cuando el enemigo te intimide con diversas acusaciones, recuerda que está vencido. Cuando venga sobre ti para derribar tu fe no olvides la promesa, “porque vendrá el enemigo como río, más el Espíritu de Dios levantará bandera contra él”, Is.59.19. Enfrenta el problema y no salgas corriendo porque Dios estará contigo. Quien huye y no enfrenta jamás obtendrá la victoria. Nadie tiene por qué ser intimidado por los ataques del enemigo porque cualquiera de sus ataques ya sabemos será destruido por Dios. El asunto es tener a Dios. Debes convertirte en un vencedor y no en un derrotado. La reputación de Goliat era más grande que David y físicamente era más grande que David pero jamás Goliat fue ni será más grande que Dios. ¿Sabe que era lo que hacía Goliat al campamento de Israel? Provocarlos. ¿Te provocan para que caigas? Cuando David vio a Goliat solo se preguntó que quién era ese? No tuvo miedo como los demás soldados. David ya estaba mirando y pensando como vencedor. ¿Qué gigante ves? ¿Cómo lo ves? Cuando David fue a enfrentar el Gigante le dijeron que no podía pero David no estaba preocupado por lo que la gente le dijera. No pensaba como los demás: “yo no puedo”, “no me atrevo”, cómo lo hago”. David sabía que Dios estaba con él y que cuando el enemigo viene la bandera de Dios se levanta. David estaba seguro de quién era y con quién estaba. ¿Y tú? Sigue caminando y enfrenta tu batalla, como David, en el nombre de Jehová de los Ejércitos. Es una semana para que afirmes que eres un vencedor y una vencedora. Oremos: Dios de las batallas. Cuando abrimos nuestros ojos a la realidad nos damos cuenta que tú nos das la victoria cada mañana. Levanta el ánimo y fortalece el corazón de quienes piensan que perderán sus batallas. Hoy enfrentamos toda adversidad con el irresistible poder de tu Espíritu Santo. Nuestra bandera eres tú y está en nosotros. En el nombre de Jesús, amén. |
AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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