"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”, Romanos 8.18.
El Señor Jesús nos advierte sobre la aflicción con una promesa: “estas cosas os he dicho para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicciones pero confiad yo he vencido al mundo”, Jn 16.33. Aunque parezca que la balanza se inclina a perder, a causa de las aflicciones, no temas porque la victoria está de tu lado. Quien está unido a Cristo sabe que vencerá. Puedes sacar suma de todo lo que estás viviendo y nada se compara con la bendición de la eternidad. El peso será de eterna gloria. No se trata de lo que tengas acá, en la tierra, sino de lo que tendrás allá, en el cielo. La aflicción vendrá pero Cristo ya la venció. Ten paz. Oremos: Dios de la vida y toda fortaleza. Ninguna aflicción se compara con tenerte en nuestras vidas. Nuestra aflicción no será más grande que la promesa que nos has dado. En ti estamos esperanzados en la certeza de tu manifestación. En el nombre de Jesús, amén.
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“Ellos confían en carros, y aquellos en caballos, mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria. Ellos flaquean y caen, mas nosotros nos levantamos y estamos en pie”, Salmo 20.7-8. Dios es el que te dará la victoria. Eso está bien, pero ¿en quién confías? Dios responde a nuestras peticiones, pero tenemos que confiar. Dios actúa con su mano poderosa. Mucha gente dice: “confía en mí que no te voy a fallar”, pero sabemos que es una promesa superficial. El único que no nos falla es Dios. No confíes en tus fuerzas. Nuestra confianza está en la palabra de Dios. Ellos caen ante la batalla y nosotros nos levantamos y estamos en pie. No es que falte la caída sino que tenemos razones para levantarnos y estar en pie. En Dios tenemos razones para volver a la batalla. Flaquear y caer no es obligado pero levantarse y estar en pie sí. Oremos: Dios y Padre de la vida. Cuando me acerco a ti recuerdo que toda fuerza proviene de ti. Nunca he confiado en nada de lo que está en mis manos. No tengo temor al día difícil porque son parte de mi cotidianidad y sí tengo temor a que en mis días difíciles tú no estés. En tu nombre me levanto y me pongo en pie. Por Cristo Jesús, amén. “Jesús, les dijo: - Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores”, Marcos 2.17
La llamada de Jesús se ubica en la necesidad y la vulnerabilidad de la gente. Aunque muchos piensen que un cobrador de impuesto no merezca misericordia, al fin y al cabo todos merecemos una oportunidad. Acusar cuando no se tiene culpa es perder de perspectiva la misericordia que ya Dios tuvo con nosotros. A muchos se les hace más fácil odiar que amar, señalar que abrazar, etc. Este mundo fuera mejor si procuráramos, como Jesús, que la gente pueda ser mirada con compasión. Los fariseos entendían que la mejor manera de vivir era alejándose de los pecadores. Esa misma acción se la querían presentar a Jesús pero Jesús no era como ellos. ¿Ustedes lo son? ¿Ustedes son igual que los fariseos? Yo sé que no. Seamos como Jesús y provoquemos que este mundo sea uno mejor. Llega al templo más cercano. Ve y adora al que llama no importa la condición. Todos hemos pecado y todos necesitamos su misericordia. Cuando te digan que en la iglesia hay más hipocritas, pecadores, que afuera dejales saber que es cierto y que esa es la razón por la que estamos en la Iglesia. Cada día se requiere de mucha honestidad para reconocer nuestro pecado. Jesús sabe de qué tienes necesidad y tú sabes qué necesitas. Animate en no estar al lado de quienes excluyen a otros/otras de recibir la Palabra de vida. Conviértete en un nuevo constructor de nuestra sociedad y no en un destructor. Llama a otros para que sanen y reciban esperanza. Oremos: Dios y Padre de infinita misericordia. Tú nos has sanado. Tú nos has llamado. Ciertamente tengo que darte gracias porque me has llamado. Todos somos indignos de tu llamada pero tu misericordia es justicia y salvación. Dios, que si alguien se siente indigno de recibir misericordia y una oportunidad le permitas ver que nuestras condiciones son las que requieren de ti. Tú sanas y perdonas. Es por ello que me afirmo en tu perdón y misericordia. En el nombre de Jesús, amén. “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”, 1Pedro 5.7
Sabemos que la mano de Dios es grande y poderosa. Ello nos motiva a colocar nuestra confianza en él. La palabra ansiedad significa “ser tirado en diferentes direcciones”. La ansiedad debilita. En ella se revela la falta de confianza y de certidumbre. Es por ello que hay que “echar” lejos de nosotros toda preocupación. Echar es “epirefantes” que significa “arrojar”. ¿Qué tienes que arrojar en las manos de Dios? ¿Qué te tiene ansiosa/o? “Echa sobre él (Dios) toda preocupación. El salmista decía: “echa sobre Dios tu carga y él te sustentará”. En otra expresión “encomienda tu camino en él y él hará…”. Dios es suficiente para llevar todo peso que te angustia. En todo ello no se descarta el esfuerzo humano “echar, encomienda” como acto decisivo. En ocasiones las preocupaciones y las tensiones continúan en nuestra mente y corazón porque nunca las hemos querido arrojar de nosotros. Echar es sinónimo de rendirse y dejárselas a Dios. Nuestra confianza en Dios definirá nuestra fe. Colocar algo en las manos de Dios y luego quitárselo es hacer las cosas con ambigüedad. Están en las manos de Dios o no lo están. Normalmente pasa que después del Señor trabajar en nuestras vidas y aceptarle como Salvador nos volvemos atrás. Dios no es salvador de un día sino de siempre. Dios tendrá cuidado de ti. No permitas que la ansiedad obstaculice tu fidelidad a Dios. Dejar todo en las manos de Dios es un acto de humildad. Entréguele toda preocupación y el tendrá cuidado de usted. Oremos: Señor y Dios de mi vida. Adoro tu nombre y exalto tu fidelidad. Es este tiempo de angustia y ansiedad en que vivo el que coloco en tus manos. Es cada situación que enfrento lo que coloco en tus manos. No sé cómo será lo que ocurra hoy pero sí sé que estarás conmigo. Confío en que me guíes y me sustentes. No tengo dudas en que tus cuidados están ahí. Gracias porque me has sostenido. Una vez más coloco en tus manos lo que pudiera cargar mi vida. En el nombre de Jesús, amén. “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7). Dios no nos ha dado un espíritu de miedo o cobardía. Dios te ha dado, (dynamis), poder, eficacia, es decir capacidad. NO puedes seguir lleno de miedo cuando Dios te ha dado autoridad y potestad. El miedo no nos deja actuar y nos imposibilita tener autoridad. Por ello Dios nos ha dado espíritu de poder para que actuemos con autoridad en medio de la dificultad. El amor abnegado por lo que haces y harás en la autoridad que Dios te ha dado es complemento vital. La cobardía no procede de Dios y tú tienes espíritu de poder, de amor y dominio propio. Es tiempo de levantar la cabeza y optar por el dominio propio. Te toca a ti. No pretendas que otros hagan por ti lo que tú debes hacer. El amor echa fuera el temor y capacita para levantar los ojos adormecidos por la imposibilidad. Ya Jesús había advertido del miedo y nos dejó dicho: “no se turbe vuestro corazón ni tenga miedo”. El dominio propio es la capacidad de una mente sana, sobria, equilibrada, que no se controla por el miedo sino que actúa por la fe. Es tiempo de decirle al enemigo que Dios te ha regalado el don de poder, amor y dominio propio. ¿Qué vas a hacer? ¿Cuántos años queriendo hacer algo? ¿Seguirás diciendo las cosas y no haciendolas? No te detendas en medio del desierto porque Dios te llamó para alcanzar la tierra prometida no para que te mueras en el desierto. Echa mano a la vida y muevete a caminar porque Dios te ha dado dominio propio. No sigas buscando a quien culpar por tu condición sino que tu condición sea la razó por la que te levantarás en el nombre de Jesús. Oremos: Dios bueno y de infinita misericordia. Hay momentos en que se nos nubla el entendimiento y nos encontramos paralizados. Dios, imparte espíritu de poder, amor y dominio propio para caminar en medio de la adversidad. No permitas que el temor se adueñe de nuestro ser sino que tu fe nos posea y seamos creyentes que vivamos la autoridad con amor y en plena facultad física. En el nombre de Jesús, amén. “Y alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios”.
Hace unos días en Puerto Rico y Estados Unidos se vivieron días de mucha tensión. Había un juego que prometía mucho dinero. Eran algunos millones o billones, no recuerdo bien, pero sí recuerdo que la gente estaba haciendo sus diversas compras de boletas para el premio. Hasta hicieron grupos para repartirse la ganancia. Muchos lo tomaron como un juego, otros como una oportunidad y otros porque están adictos a los juegos. Al fin y al cabo se les olvida que solo uno adquiere el premio. La algarabía se hizo sentir hasta descubrir que no fueron los ganadores y que ya el premio no estaba en competencia. Colocar nuestra esperanza en la suerte y nuestro sustento en una boleta es como el día de ayer que pasó. El mensaje de Jesús ofrece más que ese ansiado premio. Su mensaje hace de nuestra esperanza certeza y bienaventuranza. Yo sé que puedo ofrecerte esto porque no es mío sino de Dios. No es un premio para uno sino para todos/todas. El mensaje de Jesús, siempre, fue desconcertante. Su llamado era único. Cuando llamaba al arrepentimiento era sin vuelta atrás. NO tenía aspectos medios o turbios era todo o nada. Toda acción estaba ampliando el horizonte futuro. Eran decisiones que condicionaban la vida. La fe era de plena confianza en Dios. Todo un anuncio inclusivo y lleno de libertad. Cuando leyó la profecía de Isaías alegó que todo se había cumplido y que estaba en él. Esto lo escribo porque empobrecidos los habremos en todos lados. Jesús nos ha dejado claro que una de sus expresiones libertarias es que el reino es de los pobres. Así que es en el único lugar donde los pobres reinan. En la tierra solo los ricos son los que reinan. Ya les dije que el mensaje de Jesús siempre fue desconcertante. Jesús plasma en las paradojas la opción de vida. Los pobres no son pobres sino bienaventurados. Bienaventurados porque tenemos una buena noticia y esa buena noticia es un reino. No es conquistar por la fuerza, ni por una secta ni por otra acción que alcanzamos el reino sino viviendo. Viviendo un reino que es en Dios y de Dios. No importa cuales sean nuestras circunstancias las viviremos dejándonos guiar por el Dios de ese reino. Nuestra vista en el reino no en la tierra. Nuestros pies pueden estar enclavados en la tierra pero nuestras miradas al cielo. Estamos viviendo el reino en el mundo en que nos ha regalado el Señor. Vivir de esta manera permite que podamos mostrarle a otros/otras que nuestro reino inicia hoy con la mirada en quien ya “alzó sus ojos y dijo: Bienaventurado vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios”. Créame que no somos pobres nada. Un día lo dije: “pobre es aquel que no es capaz de levantarse de la condición en que se encuentra”, JLB. Quienes hemos recibido esa buena noticia y la hemos hecho nuestra somos bienaventurados/as. Oremos: Dios que alzas tus ojos y miras. Solo a ti vengo a darte gracias. Puedo tener pobreza material pero en ti me he llenado de esperanza espiritual. Que ese reino que ha iniciado se solidifique cada día por la fe que tengo en ti. Confío en tu Palabra y me siento bienaventurado. Gracias Jesús, amén. Pd. Basado en el libro de James Dunn “Llamada de Jesús al seguimiento”. “¿No está aún la simiente en el granero? Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo ha florecido todavía; mas desde este día os bendeciré”, Hageo 2.19
La promesa de Dios sobre tu vida tiene lugar en la propia palabra de Dios. La bendición de Dios ya está marcada por el mero hecho de tener la simiente (semilla) en el granero. Si ya la semilla está en la tierra ya Dios ha comenzado a bendecirte. NO importa lo que haya ocurrido en el pasado con todo, ya eso no tiene solución, más bien miremos que desde este día Dios te quiere bendecir. Tu bendición no inicia cuando la semilla sea echada en el terreno sino desde el granero. Es tiempo de reflexionar y dejar atrás un pasado estéril para permitirle a Dios en nuestras vidas florecer esperanza. Nos atamos al pasado sin esperanza mas Dios nos quiere bendecir desde este día para esperanza. ¿Tiene semilla tu granero? ¿No tienes nada? ¿Habrá algo imposible para Dios? Sin que esté la semilla ya Dios comienza a obrar un milagro en bendición para ti. Mientras muchos consideran las bendiciones de Dios, como algo del futuro, en él inician hoy. Dios guiará tu vida para que veas donde no ves y para que creas cuando no entiendas. Oremos: Dios bueno y de amor eterno. Te adoro y te exalto. Aunque no vea tu promesa mi esperanza es que tú sí la vez porque en ti es una realidad. Ayúdame a ver allí donde no veo y creer aunque no entienda. Guíame Dios y guárdame de no creer que tú harás. En tus manos estamos, en el nombre de Jesús, amén. Filipenses 4.12 “Sé vivir con casi nada o con todo lo necesario. He aprendido el secreto de vivir en cualquier situación, sea con el estómago lleno o vacío, con mucho o con poco”.
Quien inicia mirando la desesperanza culmina desesperanzado. Dicen que la crisis empeora. Esta es la sentencia de nuestra derrota. Lo inevitable puede ser vivido de modo diferente. Me crié en tiempos de crisis y vivo en tiempos de crisis. Parece que nada va a cambiar. Es muy cierto que hay cosas incambiables pero la manera de vivirlas puedo cambiarlas. Todo lo que vivimos lo podemos vivir con una actitud diferente. El secreto que plasma el apóstol Pablo es que “sabe vivir en cualquier situación”. Cuando las olas se levantan unos se llenan de miedo y otros se montan en la tabla y comienzan a surfear. Nos negamos a las imposibilidades de las que están llenos los pesimistas. Aprendemos a vivir o nos dejamos morir. El pesimismo no es buen acompañante. En cierta ocasión no entendí mis circunstancias, como en muchas otras, pero en esta más fuerte, y determiné créele a la promesa “yo te sustentaré”, “yo estaré contigo”, “yo no te dejaré”, “yo seré tu Dios”, “yo te llevaré”, etc., que Dios me había realizado. Comienza a buscar las promesas que Dios hizo sobre tu casa y familia y descubre que hay razones para vivir con mucho o con poco. Te invito a cantar: //Conozco a un hombre de poder, Es fuerte más que el viento Su gloria es más que el mar Nunca termina su amor En él puedo yo confiar// Oremos: Dios bueno y de infinita misericordia. Te adoro y te bendigo. Los vientos que soplan son fuertes, pero más fuerte eres tú. “Eres fuerte más que el viento tu gloria es más que el mar…”. Yo sé que guiarás mis pasos aunque el pronóstico sea contrario. En el nombre de Jesús, amén. “Y a este pueblo dirás: Así ha dicho Jehová: He aquí pongo delante de vosotros camino de vida y camino de muerte”, Jeremías 21.8
Dios ha colocado dos alternativas al pueblo. Dos alternativas para la vida. Ha colocado el camino de vida y el de muerte. ¿Cuál vamos a escoger? El de vida es angosto y el de muerte es amplio. Escoger es difícil no por desconocer el fin sino porque estamos en este mundo. Quien ama la vida no se maltrata a sí mismo. El camino que me conduce a la perdición lo encuentro en cualquier calle. El camino que me guía a la eternidad está en Jesús. Jesús es el camino. Por lo tanto, no hay espacios medios. Hay quienes sacuden de lo que es camino de muerte el polvo y consideran que no es tan malo. Las cosas que nos matan se pueden disfrazar pero el resultado no. ¿Qué camino estás tomando? Si estás en una bifurcación debes orar. No vayas por donde sabes que no podrás controlarte. Ten cuidado con los caminos que parecen verdaderos. Ningún camino verdadero tiene implicaciones malignas. Todo camino falso contiene sendas torcidas. Si el camino que llevas no provoca que seas mejor cada día ese camino no es camino de vida. Cuando se tiene vida se vive. Los caminos que no permiten que disfrutes de lo que Dios te ha dado te matan poco a poco. No hay muchas alternativas sino dos. Escoge la correcta porque no se trata de la mejor sino de la correcta. Oremos: Señor y Dios mío. Grande eres en gran manera. Digno de ser alabado. Muchas pueden ser las tentaciones para escoger caminos que no me dirijan a la eternidad, pero he decidido seguirte y caminar en la vida confiado en ti. Que en mi caminar pueda escoger correctamente para que al final de mis días pueda vivir en plenitud. En el nombre de Jesús, amén. Marcos 10.46-52
Bartimeo sabía que si no gritaba no se haría sentir o escuchar ante Jesús. Su llamada fue en voz alta. La multitud impediría que Jesús viera al ciego pero no que lo escuchara. Aunque no querían que se acercara a Jesús no por Jesús sino por ellos, Jesús fue quien lo mandó a buscar. La expresión de aquellos fue “ánimo, levántate, él te llama”. Me parece extraordinaria la manera en que el ciego reaccionó. “Arrojó su manto, se puso en pie de un salto y fue hacia él”. ¿Qué tienes que hacer? ¡Animo! ¡Levántate! No continúes al borde del camino. Bartimeo era ciego pero no sordo ni mudo. Algo podía hacer para enfrentar su propia crisis.
El ciego le dice a Jesús: “que yo pueda ver”. ¿Qué necesitas tú? Ver se tornó en la esperanza que había perdido. Aceptar nuestra condición es el principio de volver a ver en nuestra realidad. Quien es capaz de aceptar su realidad podrá ver un horizonte más amplio sobre un nuevo camino. Jesús lo sanó, es decir, lo colocó en un espacio protector, dice A. Grün. Jesús más que devolverle la vista le devuelve el camino. “Jesús no lo ha curado a él, sino a su propia fe”, A. Grün. Lo que quieras que Jesús haga por ti está en la fe que coloques en la voluntad para enfrentar tu realidad. Oremos: Gracias Dios porque en ti volvemos a tener esperanza. Cuando confiamos en tu llamada recibimos sanidad en todas las direcciones. Confiar en ti es dejar mi condición, desde mi voluntad, en la voluntad tuya. Yo sé lo que me hace bien. También sé que muchas veces arrastro con mi manto por temor a que en el camino me rechacen pero solo escuchar que puedes hacer algo por mí me llena de esperanza para arrojarlo. Ver de nuevo es mi esperanza primera pero encontrar el camino es mi esperanza eterna. En el nombre de Jesús, amén. |
AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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