"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
“Y alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios”.
Hace unos días en Puerto Rico y Estados Unidos se vivieron días de mucha tensión. Había un juego que prometía mucho dinero. Eran algunos millones o billones, no recuerdo bien, pero sí recuerdo que la gente estaba haciendo sus diversas compras de boletas para el premio. Hasta hicieron grupos para repartirse la ganancia. Muchos lo tomaron como un juego, otros como una oportunidad y otros porque están adictos a los juegos. Al fin y al cabo se les olvida que solo uno adquiere el premio. La algarabía se hizo sentir hasta descubrir que no fueron los ganadores y que ya el premio no estaba en competencia. Colocar nuestra esperanza en la suerte y nuestro sustento en una boleta es como el día de ayer que pasó. El mensaje de Jesús ofrece más que ese ansiado premio. Su mensaje hace de nuestra esperanza certeza y bienaventuranza. Yo sé que puedo ofrecerte esto porque no es mío sino de Dios. No es un premio para uno sino para todos/todas. El mensaje de Jesús, siempre, fue desconcertante. Su llamado era único. Cuando llamaba al arrepentimiento era sin vuelta atrás. NO tenía aspectos medios o turbios era todo o nada. Toda acción estaba ampliando el horizonte futuro. Eran decisiones que condicionaban la vida. La fe era de plena confianza en Dios. Todo un anuncio inclusivo y lleno de libertad. Cuando leyó la profecía de Isaías alegó que todo se había cumplido y que estaba en él. Esto lo escribo porque empobrecidos los habremos en todos lados. Jesús nos ha dejado claro que una de sus expresiones libertarias es que el reino es de los pobres. Así que es en el único lugar donde los pobres reinan. En la tierra solo los ricos son los que reinan. Ya les dije que el mensaje de Jesús siempre fue desconcertante. Jesús plasma en las paradojas la opción de vida. Los pobres no son pobres sino bienaventurados. Bienaventurados porque tenemos una buena noticia y esa buena noticia es un reino. No es conquistar por la fuerza, ni por una secta ni por otra acción que alcanzamos el reino sino viviendo. Viviendo un reino que es en Dios y de Dios. No importa cuales sean nuestras circunstancias las viviremos dejándonos guiar por el Dios de ese reino. Nuestra vista en el reino no en la tierra. Nuestros pies pueden estar enclavados en la tierra pero nuestras miradas al cielo. Estamos viviendo el reino en el mundo en que nos ha regalado el Señor. Vivir de esta manera permite que podamos mostrarle a otros/otras que nuestro reino inicia hoy con la mirada en quien ya “alzó sus ojos y dijo: Bienaventurado vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios”. Créame que no somos pobres nada. Un día lo dije: “pobre es aquel que no es capaz de levantarse de la condición en que se encuentra”, JLB. Quienes hemos recibido esa buena noticia y la hemos hecho nuestra somos bienaventurados/as. Oremos: Dios que alzas tus ojos y miras. Solo a ti vengo a darte gracias. Puedo tener pobreza material pero en ti me he llenado de esperanza espiritual. Que ese reino que ha iniciado se solidifique cada día por la fe que tengo en ti. Confío en tu Palabra y me siento bienaventurado. Gracias Jesús, amén. Pd. Basado en el libro de James Dunn “Llamada de Jesús al seguimiento”.
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AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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