"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
Si queremos obtener la victoria debemos aguardar a Dios. Dios se ocupa más de ti de lo que puedes pensar. Su amor por ti está por encima de la posición de un padre y una madre. Tu clamor afirma a quien buscas. El salmista decía: “tu rostro buscaré”. Cada clamor es una experiencia de diálogo con Dios muestra nuestra desesperación. El amor que tiene un padre o una madre por un hijo es inconfundible. Ese amor es comprendido cuando somos padres o madres. El amor de Dios por ti es capaz de levantarte. No te dejará y siempre te sustentará. Esfuérzate y aliéntese tu corazón. Espera en Dios y te enseñará el camino de rectitud. Salmo 27.7-14. Dios bueno. Tu bondad es mi esperanza. Tú me respondes y tu rostro será mi búsqueda en la vida. No escondas de mi tu rostro y guíame por camino de rectitud. En ti quiero esperar y lo haré con esperanza. En el nombre de Jesús, amén.
0 Comments
Gálatas 1.6-9 “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema”. Si hubo asombro en el apóstol Pablo, ¿cuánto no más en nosotros? Creo que no es enojo es consternación lo que vivió Pablo. No se trata de rechazar sino de corregir lo que plantea Pablo. ¿Qué evangelio estás viviendo? ¿Por qué tan pronto te conviertes te vuelves a perversión del Evangelio? ¿Qué mensaje predicamos y qué mensaje queremos vivir? ¿Cuál es nuestro Evangelio? El Evangelio es buena noticia no angustia. Nadie tiene derecho a predicar otra cosa que no sea el Evangelio. Lo que ocurre con los Gálatas es lo mismo que ocurre hoy. Si no predicamos a Cristo no hay Evangelio. Cada vez que prediquen otra cosa hemos predicado otro evangelio pero no el Evangelio de Cristo. Hasta donde sé no podemos predicar otro nombre que no sea el de Jesús que murió y resucitó al tercer día. Su un evangelio es predicado y no es Cristo el centro no es evangelio. Ningún mensaje es superior al de Cristo. No se puede perturbar y pervertir el Evangelio por actos propios. El altar no es una tarima política y el púlpito no es un podio de discursos sociales vacíos de esperanza y llenos de críticas desesperanzadoras. Si desde el altar no predico esperanza y paz en Cristo vengo a ser predicador de otro evangelio. Seamos fieles al Evangelio que viene de Cristo nuestro Salvador. NO hay otro Evangelio superior a este como dije anteriormente. Si Cristo no es el fundamento de mi Evangelio no tengo Evangelio. El que persiste en apartarse del Evangelio jamás conoció al que trajo el Evangelio (Jesucristo). Salir corriendo ante la adversidad nos señala como quienes no tienen una fe sostenida en Cristo sino en sus intereses. Hermanos y Hermanas no se trata de amenazas sino de lo que creemos. Oremos: Dios y Señor, Salvador de mi vida y resucitado al tercer día. A ti me presento porque eres el fundamento de mi fe. Eres la roca inconmovible y eres en ti mismo Evangelio. Así lo afirmaste cuando tomaste el libro de Isaías y así lo creo. Ayúdame a predicarte como es y no con perturbaciones que aparten a la gente de tu gracia. Ayúdame a cada día predicar esperanza en ti. No tengo otro Evangelio. Solo te tengo a ti. En el nombre de Jesús, amén. Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno. Salmo 139.23-24
Dejar que Dios nos examine es decirle que nos descubra, que nos explore. Es dejar que Dios haga una descripción detallada de lo que hay en mi corazón. Para que nuestro camino no sea de perversidad, “pesadumbre” o “dañino”, es la manera de decirle a Dios que si hay algo profundo en nosotros que lo evalúe. Si hay algo que le desagrada que lo pruebe de manera que no seamos hipócritas delante de Dios. Es que Dios, que conoce los pensamientos, sepa que hay sinceridad. Nada me apare del camino eterno sino que Dios mismo, que me conoce, me guíe. En la vida hay muchos caminos pero solo Dios nos puede guiar por el eterno. Solo el conocimiento que Dios tiene de mi puede limpiarme y apartarme de cualquier perversidad y es por ello que le suplico que me examine. Solo Dios conoce mis pensamientos angustiosos y mi corazón y puede ver mi camino de perversidad. Cuando Dios nos prueba y examina revela nuestra lealtad. ¿Se lo permites? Dios te guiará y tus pasos serán firmes. Oremos: Dios bueno y conocedor de todo. A ti me presento, cual salmista, examíname, conóceme, y pruébame, porque solo en tu camino eterno quiero conducir mis pasos. En el nombre de Jesús, amén. Cuando nuestra confianza está en Dios hay serenidad para enfrentar las contradicciones del día. Aquellos que hacen cosas malas, los que hacen iniquidad. Confiar en Dios es una demanda de gratitud por su eterno cuidado. Deleitarnos en Dios es caminar en su voluntad sobre cualquier contra tiempo o adversidad. Pensemos más en Dios y menos en las dificultades. NO me malinterprete, nuestra realidad es nuestra realidad, pero Dios también está con nosotros. Confiar en Dios no es vivir como nos plazca. Eso es hacer algo que no está en su voluntad. Deléitate en Dios y él concederá las peticione de tu corazón.
Oremos: Hoy, Dios bueno, sea tu voluntad mi confianza para seguir caminando. Tú me sostienes y no hay situación que pueda quitar mis pasos de hacer tu voluntad. Solo en ti es posible y por ello te doy gracias. En el nombre de Jesús, amén. Cuando descubrí tus palabras las devoré; son mi gozo y la delicia de mi corazón, porque yo llevo tu nombre, oh Señor Dios de los Ejércitos Celestiales”, Jeremías 15.16
La Palabra de Dios siempre vivifica. Predicar la Palabra implica descubrirla en nuestro interior. Decía el profeta “descubrí tus palabras las devoré”. La forma misteriosa de la Palabra de Dios desemboca con “gozo y delicias en el corazón”. Si la palabra que predico provoca gozo y delicias al corazón, entonces, yo debo, como el profeta experimentarlo. Es la Palabra de Dios pan que alimenta y sacia toda hambre del ser humano. En nuestra debilidad la Palabra es delicia y es fortaleza. La presencia de Dios es la razón por la que llevo su nombre. Los tesoros de Dios no se descubren por nuestras capacidades sino porque nos los muestra desde esa palabra que hacemos nuestra. Oremos: Dios bueno. Descubrir la verdadera Palabra, el verdadero Pan, Jesucristo, nos permite disfrutar de la plenitud de su presencia. Hoy tu Palabra nos descubre y así nosotros descubrimos que tu gozo es eterno. Gracias Dios, en el nombre de Jesús, amén. En ocasiones si es tarde no podemos remediar. Pero creo fielmente que nunca es tarde si Dios está. Eso pensó Marta y María cuando su hermano Lázaro murió. Sin embargo, el propósito de Dios no se mide por el tiempo sino por su voluntad. Si Dios es quien dirige nuestras vidas nunca es tarde para acercarnos a él. No digas que se te pasó el tiempo porque en Dios siempre hay oportunidad. No hay que acudir a ídolos o dioses para que descienda lluvia. La lluvia siempre es símbolo de bendición. No temas en pedirle a Dios: “pedid a Dios lluvia en la estación tardía, Dios hará relámpagos, y os dará lluvia abundante, y hierba verde en el campo de cada uno”, (Zacarías 10.1). El propósito de Dios no se detiene porque el tiempo pase sino porque se cumple. No dejes de hacer lo que Dios demanda de ti, aunque creas que es tarde. Pide a Dios y hará que haya mucho más de lo que le pides. Si hay oración habrá respuesta. No dudes de ello. En este tiempo se nos ha dicho que todo lo que viene es malo, que no hay esperanza, que esto está peor de cómo estaba, etc., sí, entiendo, pero no me muevo y camino por lo que me digan los demás sino por la esperanza que afirma Dios en mi vida. Pediré aunque sea fuera de estación y Dios hará conforme a su voluntad. NO olvides que Lázaro estaba muerto y ya era, supuestamente, tarde para hacer algo, pero Jesús no ve como nosotros vemos. Ahora ora y espera que haya fruto en tu campo, en tu vida, en tu familia, en tu trabajo, porque la crisis no hará que busque otros ídolos o dioses sino que confíe en mi Salvador, Jesucristo. Oremos: Dios, gracias por el canto de las aves. Todas te dan la bienvenida y provocan que el silencio desaparezca para que sepas que te alaban. Cada día es un buen tiempo para hablar contigo. Por ello, solo te pido que nos ayudes como pueblo porque en tu Palabra confiaré, solo en tú Palabra. En el nombre de Jesús, amén. Jeremías 39.15-18 Su significado es “siervo de Dios”. Sin embargo, la mano de Dios le cubrirá de manera extraordinaria. Jeremías, estando en la cárcel hablaría de esperanza a este hombre. Aquel hombre se encuentra en el centro de un lugar que sería castigado. Su vida está en peligro pero Dios tenía una palabra de promesa y esperanza para él. Dios le envía a decir “yo te libraré”. Dios te busca no importa la manera. Jeremías está preso y Dios le dice que busque a Ebed-melec. Dios quiere bendecirte como Ebed-melec. ¿Cuál es el secreto? En el verso 18 dice la razón: “porque tuviste confianza en mí”. Confianza es “bataj” que es sentirse seguro en Dios. Para encontrar seguridad no podemos buscarla en aquello que se deteriora sino en lo que es eterno. Dios es eterno y es en él en quien debemos confiar aunque venga el mal para la ciudad, para la nación, para el pueblo, tú no serás entregado en manos de quien temes. Dios hará contigo porque es promesa. Dios no dejará que caigas en la guerra sino que serás botín. Cuando el conquistador gana una guerra se llevaba el botín (como pago por haber ganado la batalla). Quiere decir que si Ebed-melec era el botin de aquella invasión su vida se había convertido en una recompensa. Es decir, que Ebed-melec por confiar en Dios pasó de ser una víctima de guerra a valor. Hermanos confiar en Dios tiene sus recompensas. No importa el tiempo en que vivamos si lo hacemos confiados en Dios seremos librados y saldremos victoriosos. Confia en Dios en tus momentos de mayor peligro y Dios te librará. Oremos: Dios bueno y misericordioso. En tu presencia estoy. Cuán grande gozo es estar confiado en ti. NO sé cómo vivir sin ti. Tú eres mi razón de caminar y seguir. Aunque venga el enemigo no temeré porque me librarás y seré más valioso no porque salga con vida sino porque fuiste tú quien me libró. En tu nombre, amén. “Someteos, pues a Dios; resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros...”, Santiago 4.7-8 a.
La sujeción a Dios es adversa a los acercamientos al enemigo. Someternos a Dios implica obediencia. Esa sujeción a Dios nos permite resistir al diablo. Esta es la marca de la victoria. Quien ha resistido levanta la bandera de victoria sobre el pecado. La fe en Dios nos permite alejarnos del diablo y acercarnos a Dios. Sin fe es imposible agradar a Dios. ¡Resiste y no huyas, que corra otro pero no tú! Vea lo que afirma la Palabra: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo”, 1 Pedro 5.8-9. Sabemos que acercarnos a Dios implica resistir firmes en la fe. Las asechanzas del enemigo son continuas por lo que nuestra fe debe ser firme. Si queremos acercarnos a Dios debemos apartarnos del mal. Debemos meternos debajo de la mano de Dios y no de la del diablo. Resistir es oponerse. No permitas que las tentaciones te alejen de Dios. Acércate a Dios y el diablo se alejará de ti. Resiste firme en la fe y el enemigo huirá. Quien se deja dominar por el diablo termina huyendo con el diablo. ¡Resiste!, Dios te compensará y podrás cantar el himno de victoria. Oremos: Dios, tu voluntad es la razón por la que vivo. Someterme a tu voluntad me da paz y me llena de esperanza. Tú me has dado vida y en abundancia. No permitas que la desperdicie. Te suplico que me des la capacidad de resistir y enfrentar todo ataque del enemigo contigo. Solo tú puedes llevarme a la victoria. En tu nombre, amén. Jeremías 15.20
Hay quienes viven pensando que son ruinas cuando Dios les puso por muro. Dios te ha puesto para que te mantengas firme. Es por ello que te coloca como muro fortificado. No sigas pensando que eres escombro. Quien venga contra ti no te vencerá porque Dios te puso por muro. Eres lo que Dios dice y no lo que dice la gente. Para este día Dios estará contigo para guardarte y para defenderte. El muro no es la defensa sino la firmeza para el tiempo de aflicción. Dios te puso por muro fortificado para que el día malo no te derribe. Quien tiene a Dios consigo tiene un Salvador. Has sido puesto para mantenerte firme ante toda tempestad. Así que toma tu desánimo, tu tristeza, tu angustia, tu dolor y diles que Dios te defiende. Oremos: Dios grande y maravilloso. Digno de suprema alabanza. Eres mi refugio y mi libertador. En ti confío plenamente y ninguna tempestad será más grande que tu defensa. En el nombre de Jesús, te doy gracias, amén. El enemigo siempre está buscando nuestras vidas. Las busca porque no le pertenecen. Cada instante en el que colocamos nuestra voluntad en las manos de Dios solo levanta señales para los ataques del enemigo. Cuando hemos sido ungidos el enemigo enfatiza sus ataques. ¿Cómo? Exacto. Por ejemplo, cuando David fue ungido “subieron todos los filisteos contra él...”, 1Cronicas 14.8. Ahora bien, el problema no es que el enemigo quiera atacarte, pues eso es normal. Es que tú puedas consultar a Dios para enfrentarlo. NO enfrentes tus batallas sino has consultado a Dios. Si consultas a Dios de seguro tendrás la victoria. NO soluciones las cosas por tus fuerzas y espera en la acción de Dios. Si esperas que Dios te dé la victoria no tendrás por qué temer. Dios los entregará hoy en tus manos. Deja que Dios te hable y habrá una victoria que dictará el temor de tu enemigo. Habla con Dios y te irá bien. Si haces como Dios manda saldrá delante de ti y te dará la victoria.
Oremos: Dios de infinitas misericordias. Tú has ungido mi cabeza con aceite y mi copa está rebozando. Afirma nuestra vida en tus caminos y ayúdanos a enfrentar nuestras batallas. Todo ataque que el enemigo trame contra mi vida solo será eso mismo, una trama, porque tú estarás conmigo. En el nombre de Jesús, amén. |
AutorPastor José Báez Báez Categorías
All
Archivos
September 2017
|