"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
“Y nunca después vio Samuel a Saúl en toda su vida; y Samuel lloraba a Saúl.… Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl…?”
(1 Samuel 15:35; 16:1)[1] El sufrimiento que pasamos, en ocasiones, tiene razones suficientes, como Samuel. Interesantemente quien le falló a Dios fue Saúl y Samuel era el que se estaba lamentando a causa de él. Cuando decidimos cosas en la vida no podemos lamentarnos. Fueron nuestras decisiones. Sin embargo, es necesario, dejar atrás aquello que nos provocó tanto dolor. Hay que decirle adiós y experimentar la palabra de Dios “y nunca después vio”. Ese pasado no lo puedes volver a ver. No puede atormentarnos el pasado porque no existe. Debemos vivir el presente porque es un regalo. Samuel olvidó que Dios es quien dicta las cosas. Se olvidó de que Dios tiene el control sobre su pueblo pero no tenía la capacidad de olvidar a Saúl. Muchas veces las lágrimas son tan fuertes que no permiten que le digamos adiós a lo que no funciona en nuestras vidas. No podemos juzgar la vida por las circunstancias de sufrimientos pasadas. Muchas veces nos volvemos intolerante a los demás por lo que otros hicieron en el pasado. No es necesario hacernos duros a la esperanza sino a nuestro pasado. Dios le dijo a Samuel ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl? La razón por la que Dios desechó a Saúl fue producto de sus propias acciones. No podemos vivir llorando por las acciones de los demás. ¡Dios tenga misericordia! Suelta tu pasado porque en la medida que lo sueltes comenzará tu sanación. La Palabra dice: “El sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas”, Salmo 147.3. La palabra “quebrantado” es un adjetivo que describe a los que tienen el corazón roto. Samuel tenía su corazón roto pero Dios sanó ese corazón y vendó sus heridas. También puede sanar el tuyo y vendarlo si miras con esperanza lo que ha colocado en tu presente. No olvides que Dios libró al pueblo de un hombre soberbio, como Saúl para darle un cantor como David. ¿Seguirás llorando por lo que ya no funciona? Saúl había sido desechado de la presencia de Dios por su pecado. ¡No llores! Te exhorto a mirar la vida en la confianza de que Dios te está diciendo “nunca después vio”. Dios conoce tu dolor y tú quebrando tiene sanación. Oremos: Dios que conoces la vida. Vengo ante ti para que me ayudes a dejar atrás lo que no edifica y mucho menos abona a mi vida. Cuando me lamento por el pasado, me siento como Samuel. NO me dejes y ayúdame a ver que eres tú el que me dice: “no llores más”. Tú que me guías y me sustentas cada día, en este momento no me sueltes. No me sueltes porque yo no me soltaré de ti. Estoy dispuesto a dejar de llorar y dejar que me sanes por completo. En el nombre de Jesús, amén. [1] Hunt, J. (1990–2011). 100 Claves Bíblicas para Consejería (Vol. 63, p. 25). Dallas, TX: Esperanza para el corazón.
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“Guarda silencio ante Dios, y espera en él. No te alteres...”. Salmo 37.7
Realmente se nos hace difícil orar y confiar. En nuestra fragilidad humana, constantemente la preocupación nos invade y bloquea nuestra confianza. Le decimos a Dios las cosas pero nos quedamos con ellas. Creo que nos falta fe y confianza. NO podemos vivir en la impaciencia. La impaciencia provoca descontentos y hace inflamar el humor. Es por ello que debemos afirmar nuestra confianza en Dios. Es decir, debemos depender de él. Nuestra certeza es que Dios hará. Si oras y no confías es como si no hubieses hablado con Dios sino contigo mismo. Es un monologo no una oración. Quien habla con Dios deja su petición en él y confía plenamente en lo que Dios hará. ¿Te atreves? No podemos orar con desesperación sino con esperanza. Dios no te dará lo que te hará daño, Dios no te concederá aquello que pueda hacerte mal, sino que hará como él quiere. Entonces, guarda silencio ante Dios y espera en él. No te alteres a causa de lo que estamos experimentando. No seas impaciente. Deja a Dios hacer. Oremos: Dios bueno. Confío en ti y no tengo duda de que me responderás. Esperaré en silencio y solo continuaré esperanzado. Aunque mis circunstancias puedan alterarme no lo permitiré porque sé que harás conforme a tu voluntad. En tu nombre, Jesús, amén. “Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, y tome aliento vuestro corazón”, Salmo 31.24.
Cuando nos esforzamos nos hacemos más fuerte de lo acostumbramos a hacerlo. Es la capacidad de hacer algo más allá de lo que esperamos o estamos acostumbrados a hacer. Es un llamado a los que esperan en Dios. ¿Está viviendo una vida más allá de lo que está acostumbrado a hacer? ¿Piensas que el enemigo está ganando esta batalla? ¡ESFUERZATE! No dudes en confiar que Dios está obrando en ti. Si Dios está irrumpiendo en tu vida estoy seguro que te bendecirá y cumplirá su propósito en ti. Solo, ¡esfuérzate! Si te esfuerzas tu corazón tomará aliento. Comenzarás a sentir que te vuelve la vida, que estás en pos de la victoria, que estás llegando a un estado victorioso. Cuando esperamos en Dios no hacemos lo que le toca a Dios. Los ataques del enemigo no son para jugar sino para matar. Cuando nos esforzamos no nos desesperamos sino que esperamos y nuestro corazón toma vida. ¿No les parece grandioso? Un corazón que sabe esperar en Dios es un corazón que saldrá victorioso. Dios tiene planes contigo y eso no lo puedes olvidar. ¿Dejarás que Dios obre en ti? Entonces, confía, espera y aliéntese tu corazón. Oremos: Dios bueno. Dios que da fuerzas al cansado y multiplicas las fuerzas al que no tiene ninguna. Esperar es difícil. Solo te pido que me fortalezcas para esperar sin desalentarme. No soy capaz de enfrentar mis batallas sin ti. Mis limitaciones son los espacios para que hagas en mí conforme a tu voluntad. Confiar en tu Palabra es mi fortaleza y mi aliento es creer que tú tienes el control de mis tiempos. En el nombre de Jesús, amén. “… a fin de que seas sinceros e irreprensibles para el día de Cristo”, Filipenses 1.10. Es muy cierto que “sincero” es traducido como limpio, puro, honesto, etc. Sabemos que solo Dios es Puro y Santo. La pureza se acrisola en el caminar de la vida. Nos topamos con mucha gente deshonesta, impuros, con acciones malintencionadas, con aprovechamientos propios e intereses particulares. Así no se vale. Si las acciones tienen dobles agendas nos falta sinceridad. ¿Lo que hago es honesto conmigo mismo? ¿Soy sincero? No se puede decir “no pecaré más y seguir pecando”, “no se puede arrepentirse y luego vivir bajo la turbación mental de no hacerlo más y caer en el mismo pecado”. ¿En qué condición vives ante Dios? Si Dios mide tu pulso de vida espiritual, ¿estás muriendo o viviendo? Nada se oculta ante Dios. No seas insensato, no andes provocando tropiezos y no olvides que muchos están observando nuestras vidas. Muchas veces, en mi vida de cristiano pensé que lo que hacía era problema mío, pero se me olvidaba un principio bíblico muy poderoso, “ya no vivo yo vive Cristo en mí”. Ser sinceros e irreprensibles no tiene otras opciones ante Cristo.
La segunda palabra que describe y define la manera en que debemos estar en el día de Cristo es “irreprensible”. Esta palabra se define como aquella que no provoca tropiezo, que no provoca escándalo, sin tacha..., es decir, de conciencia limpia. Al presentarnos al Señor Jesús no pueden existir impurezas y estorbos, ni escándalos en la conciencia. Es un momento extraordinario para evaluar nuestros caminos, para dejar que Dios examine nuestro corazón. No podemos hacer algo que Dios no vea, por lo tanto, es mejor ser sincero e irreprensibles para el día de Cristo. Oremos: Dios y Padre de la vida. Reconozco que en ocasiones viví como si no existieras, pero desde que me convertí de mis malos caminos considero que nada puede hacerse sin que lo sepas. Permíteme ser sincero e irreprensible porque solo quiero agradarte, pero realmente sin ti no es posible. Nuestras fuerzas humanas son solo eso, humanas, pero no alcanzan reconciliar nuestra relación contigo. Es por ello que necesito tu Espíritu Santo para que me sustente y me guíe cada día. Límpiame, examíname para que en pureza y sin tropiezo pueda vivir tu Palabra. En el nombre de Jesús, amén. Romanos 8.26
Es muy probable que se haya topado, algún día, con que no recibe lo que pide. Puede que, como yo, le haya pedido a Dios que haga su voluntad en usted, y luego se le olvide que si pide fuera de esa voluntad será infructuoso. ¿Se ha sentido débil, tan débil que no puede ni pedirle a Dios de manera correcta? Pues ese es el momento en que opera el Espíritu Santo. El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. No sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Es decir, que con palabras no se pueden expresar, que son muy profundos, que no tienen lugar en nuestro abecedario. Por lo tanto, lo que no puedas decir, el Espíritu lo dice a Dios. Es el ruego sagrado del Espíritu en nuestra debilidad lo que permite que recibamos lo que conviene. ¿NO les parece extraordinario? Es como si un niño no supiera hablar y su padre discierne lo que quiere, desde el Espíritu, y pide por él. Los ademanes, los gestos o cualquier seña de un niño que no habla son interpretados por su padre o madre basada en una relación profunda de comprensión. Es lo mismo que ocurre con nosotros. ¿Sabía usted, que no sabemos pedir lo que conviene y que es el Espíritu el que gime por nosotros? Es necesario vivir en una relación profunda con Dios para que cuando nuestras palabras no funcionen, el Espíritu nos vuelva la fortaleza. Nuestra debilidad tiene opciones de fuerza solo en el Espíritu. Deja que el Espíritu te fortalezca. Las diversas crisis que enfrentamos provocan debilidad en nuestras luchas pero afirmando nuestra relación con Dios y dejando que el soplo del Espíritu nos guíe seremos fortalecidos para los nuevos tiempos. El Espíritu sigue gimiendo por nosotros y nos guiará a mejores decisiones mañana. Oremos: Dios bueno. Dios de infinita misericordia. Dios de la vida. Tú eres fuente de vida y fortaleza. Estamos en medio de circunstancias que debilitan nuestras vidas, pero acudimos a ti en confianza. Espíritu Santo, tú que intercedes por nuestras debilidades ante Dios para guiarnos a lo que conviene, no nos dejes caer en lo efímero, en lo incierto, en lo banal, en la insensibilidad, etc. Queremos que nos des sabiduría para enfrentar toda crisis, para tomar decisiones correctas, para actuar con prontitud pero con prudencia, para confiar en todo momento en que no nos dejarás. En el nombre de Jesús, amén. “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre...” Santiago 3.17
Me parece que necesitamos sabiduría. Esa capacidad de discernir las cosas es necesaria ante los días que vivimos. ¿No les parece? Angustia, tristeza, desesperanza, crisis, desesperación son algunas de las palabras que escuchamos constantemente. Los líderes políticos hablan y hablan y las opciones son plataformas insostenibles. Ahora aumenta la energía eléctrica y ¿qué hacer? Hay mucha ambigüedad en el ambiente. Hay muchos que no se siente seguros. Carecemos de Todo parece incierto. Nos encontramos con cosas muy inciertas. La incertidumbre se convierte en algo que no nos permite caminar confiados. Para caminar y vivir en medio de estos tiempos es necesaria la sabiduría. Esa sabiduría es la capacidad de discernir el camino por el cuál caminaremos. Es la discreción, es decir la consecuencia de actuar sabiamente. ¿Qué tal si la sabiduría tiene otros elementos?
Oremos: Dios de toda sabiduría. Dios que sabes cuál es nuestra incertidumbre. Todo está bajo tu cuidado. Guíanos en este tiempo y no permitas que nos acobardemos. Consuela y guarda con tu brazo de justicia a tu pueblo. Estamos confiados en que tú estás con nosotros. En el nombre de Jesús, amén. “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicciones; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Juan 16.33 La realidad de las dificultades no se esconde en la Escritura. La Palabra Bíblica revela diversas dificultades o a aflicciones en la vida. El pueblo de Israel sufrió bajo el castigo de Egipto por cientos de años. Luego el desierto se convierte en su aflicción, no porque no lo pudieran caminar, sino porque vivían en alejamiento de Dios, sin embargo, Dios los guio en todo momento. La aflicción no detuvo su clamor delante de Dios. Dios vió su aflicción porque les escuchó. Es necesario que mires con fe y valentía lo que estás viviendo. No importa la aflicción que vivas hoy si confías hasta el fin en Jesús te gloriarás de su esperanza. Estaremos en las filas de los victoriosos porque la paz no fue arrebatada por la angustia, el dolor, la desesperación, sino que confiamos en que Cristo Venció. Santiago 1.12 “porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”. Dios sustentó al pueblo en su necesidad con maná en el desierto y cada momento de prueba se convirtió en espacio para confiar en Dios. Dios nos librará de nuestra aflicción porque esperamos en él. Que nada te separe del amor de Cristo. Ninguna circunstancia: “tribulación, o angustia, o persecución, o desnudez, o peligro, o espada, como está escrito... antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”, Romanos 8.35-37. En estos tiempos de aflicción, sin sabor, pena, dolor, etc., es uno que provoca desconsuelo. No puede hablarnos de paz quien no haya vivido el dolor y la aflicción en toda su expresión. Jesús nos exhorta a tener paz en medio de un mundo de aflicciones. Las palabras de Jesús nos mantienen de pie en toda adversidad. Tener paz no implica no sufrir. Podemos pasar por momentos doloroso y tener paz. Se fiel hasta la muerte y el Señor te dará “la corona de la vida”, Ap. 2.10. Cuando la paz de Dios está en nuestro corazón enfrentamos las aflicciones con la certeza de que saldremos airosos. Dios conoce nuestro sufrimiento. Jesús, el hijo de Dios, perdió la vida a causa de nuestro pecado. Lo que afligía nuestra vida, en relación con Dios, fue destrozado desde la cruz. El pecado nos distanció de Dios pero Jesús tomó nuestra posición para que nuestro dolor, a causa de ese pecado, quedara atrás y sin victoria. Si Jesús nos da paz en medio de este mundo es porque ninguna aflicción es duradera. ¡NO te rindas! Los tiempos traen aflicciones pero saldrás victorioso si confías en Jesús. Oremos: Dios de toda consolación. Los días que vivimos son angustiantes pero no desesperanzados. Cada día que podemos abrir nuestros ojos nos brindas la oportunidad de hacer algo para cambiar. Nuestra vida está inundada de tu misericordia y perdón. Hoy seguimos confiados en que la victoria viene de ti. Tú que guías y sustentas, no importa los tiempos, no dejes de darnos tu paz y la victoria. Sustenta y atiende la aflicción de nuestro pueblo. No temeremos, aunque sea removida la tierra, porque tú eres nuestro Dios. ¡Consuela! ¡Consuela!, porque fuerzas faltan en medio de la pérdida y la enfermedad. No desampares la obra de tus manos y afirma en nosotros tus propósitos. Toma el dolor en tus manos heridas en la cruz y abrázanos con tu paz. En el nombre de Jesús, amén. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos nosotros también consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios” ( 2 Corintios 1.3-4). El corazón que afirma y vive la misericordia va más allá de lo que puede decir. Contar con Dios nos posibilita con amor y misericordia porque es Dios mismos amor y misericordia. Cuando actuamos con misericordia vamos más allá de la palmada. Perder la capacidad de consolar es hacerse insensible, es endurecer el corazón y es ignorar la vida. La misericordia no actúa desde lo que nos sobra sino dándole ojos al corazón, a las manos, a los pies para que podamos ver y con ello movernos a la carencia, ya sea emocional, espiritual, física, económica, etc. Cuando aliviamos, hasta con las palabras, el dolor, la angustia, etc., ya estamos en plena misericordia y consuelo. Ello hará que la Misericordia se torne salvación y esperanza. Una acción de consuelo permite que se experimente la vida. Los azotes y los vientos siempre provocan tribulación pero cuando nos llegan sin saberlo desembocan en desconsuelo y tristeza. Allí nuestra tribulación puede ser más pequeña que la del otro. Nos unimos al dolor de quienes han perdido un ser querido y nos expresamos con repudio a todo acto terrorista. Jesús no se alegró del dolor de nadie sino que lo combatió. Sí enfrentó a los religiosos y políticos de la época con agendas de poder pero jamás dejó su misión salvífica. Hoy muchos lugares han sufrido atentados y muchas son las muertes que ocurren. NO se trata de si es un acto de odio o de género. Estamos hablando de que son humanos. Vidas que independientemente de sus conductas Cristo murió por todos los humanos. Hermanos y Hermanas lo que estamos viendo en el mundo son atentados con un objetivo específico. Seamos racionales sobre ello y no vuelquemos estos aspectos, de vida, bajo la lupa de agendas políticas partidistas. No se trata de asuntos menores sino de vidas que mueren sin razón alguna. Hoy cientos de personas sufren y están desconsoladas por la pérdida a causa de un atentado. No queremos un mundo donde la gente muera en masas sino un mundo en el que las culturas, las religiones, las políticas puedan ser capaces de afirmar nuestro lema: "en lo esencial unidad, en lo no esencial tolerancia y en todo amor". No seamos insensibles y no olvidemos el propósito por el que Cristo dio su vida. Jesús también conoce de atentados porque eso fue lo que hicieron con él. Jesús sabe de agendas políticas y partidistas porque fueron esos los que lo persiguieron. Jesús actuó con misericordia desde el momento en que llegó a esta tierra y extendió los brazos para todos y todas. Hoy, una familia nuestra sufre la pérdida de un ser querido en el atentado de Orlando y como pastor que predica a Cristo me uno a ese dolor y nos hacemos solidarios desde la oración consoladora. Sepa la familia afectada que nuestra iglesia no le pasará juicio a procesos que solo le corresponden a Dios y que nuestra oración de fortaleza es con ustedes. Reflexionemos desde el dolor del otro/otra y vivamos el evangelio de la solidaridad y la misericordia. Oremos: Dios bueno. Nos afirmamos en ti porque tú eres Dios de consuelo y misericordia. Nuestro mundo convulsa por la violencia, el odio, el celo enfermizo y las agendas de poder, religiosas como económicas. Solo te suplico que tengas misericordia y seas consuelo a las familias afectadas, desde Occidente hasta Oriente desde el Polo Norte hasta el Polo Sur. Dios, no nos dejes caer en tales carderas de insensibilidad. No podemos seguir diciendo que eres nuestro Dios y actuando sin misericordia. Nuestras diversas posiciones no pueden ser más grandes que el valor humano. Perdona las veces que ofendemos al que difiere y le endemoniamos con palabras religiosas. Perdona si promovemos agendas de condenación. Las familias en Orlando y las que siguen viviendo atentados están en tus manos. Dios solo te pido que nos ayudes como pueblo a vivir desde la paz y la solidaridad. Irrumpe en nuestros tiempos y guíanos a toda verdad. En el nombre de Jesús consuela y abriga en medio de este valle de sombras, AMÉN. Dedicado a la familia Nieves de nuestra congregación en Guaraguao Abajo. Dios sea su fortaleza en tiempos de angustia. Les ama su pastor. Ellos flaquean y caen, Mas nosotros nos levantamos, y estamos en pie. Salmo 20.8 Las batallas parecen no acabar. Se nos hace duro el caminar y nos desanimamos de momento. Eso es parte del crecimiento. Toda batalla nos prepara para la otra. NO puedes aflojarte ahora. Quizás, empezaste, estás a mitad de camino o casi terminando. Tú tienes a Dios y ello es suficiente para seguir sin desmayar. NO flaquees y caigas. No tengas miedo del enemigo porque ya está vencido. Su grito no puede ser más grande que tu clamor y su dominio no es más grande que tu Dios. Dios tiene planes grandes para ti. Si has caído, ¡Levántate! ¡Levántate! Quienes se apoyan en Dios están en pie. El piso para los que se arrastran, porque a ti Dios te creó para que camines no para que te arrastres. Dios quiere que estés de pie. ¡Vamos! ¡No te aflojes! No caerás y siempre estarás de pie si Dios es quien guía tu vida. Cada batalla enfrentada solo calibra tu fe y afirma la salvación sobre tu vida. Oremos: Dios de toda batalla. Dios de mi vida. Hoy me levantaré y seguiré caminando. Todo estará bien porque tú estás conmigo. Reprendo todo ataque del enemigo. Tú me ayudarás y yo estaré en pie. En el nombre de Jesús, amén. “Pero tú, oh Dios, bendecirás al justo; Como con un escudo lo rodearás de tu favor”, Salmo 5.12
El que ama sinceramente a Dios será bendecido. La bendición de Dios no puede ser interpretada por lo que tenemos o no sino por su Salvación. Cualquier favor o misericordia de Dios redunda en la Salvación. Dios No se limita a lo terrenal sino que alcanza y trasciende a la eternidad. Su favor no está en lo que nos puede dar, eso solo es parte, sino en su cuidado para que alcancemos la eternidad. Oremos: Dios yo sé que tú me cuidas. Yo sé que eres mi escudo. Hoy te bendeciré y rodearás mi vida como escudo. Ayúdame a no perderme. Me falta mucho por aprender pero sé que estarás a mi lado. En el nombre de Jesús, amén. |
AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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