"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
“… a fin de que seas sinceros e irreprensibles para el día de Cristo”, Filipenses 1.10. Es muy cierto que “sincero” es traducido como limpio, puro, honesto, etc. Sabemos que solo Dios es Puro y Santo. La pureza se acrisola en el caminar de la vida. Nos topamos con mucha gente deshonesta, impuros, con acciones malintencionadas, con aprovechamientos propios e intereses particulares. Así no se vale. Si las acciones tienen dobles agendas nos falta sinceridad. ¿Lo que hago es honesto conmigo mismo? ¿Soy sincero? No se puede decir “no pecaré más y seguir pecando”, “no se puede arrepentirse y luego vivir bajo la turbación mental de no hacerlo más y caer en el mismo pecado”. ¿En qué condición vives ante Dios? Si Dios mide tu pulso de vida espiritual, ¿estás muriendo o viviendo? Nada se oculta ante Dios. No seas insensato, no andes provocando tropiezos y no olvides que muchos están observando nuestras vidas. Muchas veces, en mi vida de cristiano pensé que lo que hacía era problema mío, pero se me olvidaba un principio bíblico muy poderoso, “ya no vivo yo vive Cristo en mí”. Ser sinceros e irreprensibles no tiene otras opciones ante Cristo.
La segunda palabra que describe y define la manera en que debemos estar en el día de Cristo es “irreprensible”. Esta palabra se define como aquella que no provoca tropiezo, que no provoca escándalo, sin tacha..., es decir, de conciencia limpia. Al presentarnos al Señor Jesús no pueden existir impurezas y estorbos, ni escándalos en la conciencia. Es un momento extraordinario para evaluar nuestros caminos, para dejar que Dios examine nuestro corazón. No podemos hacer algo que Dios no vea, por lo tanto, es mejor ser sincero e irreprensibles para el día de Cristo. Oremos: Dios y Padre de la vida. Reconozco que en ocasiones viví como si no existieras, pero desde que me convertí de mis malos caminos considero que nada puede hacerse sin que lo sepas. Permíteme ser sincero e irreprensible porque solo quiero agradarte, pero realmente sin ti no es posible. Nuestras fuerzas humanas son solo eso, humanas, pero no alcanzan reconciliar nuestra relación contigo. Es por ello que necesito tu Espíritu Santo para que me sustente y me guíe cada día. Límpiame, examíname para que en pureza y sin tropiezo pueda vivir tu Palabra. En el nombre de Jesús, amén.
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AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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