"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
Salmo 86.17 "Haz conmigo señal para bien, y véanla los que me aborrecen, y sean avergonzados; Porque tú, Dios, me ayudaste y me consolaste".
¿Qué somos delante de Dios? ¿Qué somos para Dios? El salmista le pedía al Señor que lo hiciera una "señal para bien". Una señal es una ilustración visible, seña, portento, signo, bandera, un milagro, una obra o acontecimiento poderoso. Este sustantivo aparece 78 veces en el Antiguo Testamento. Algunas de las señales son el "arco iris", "la circuncisión", y la "sangre de cordero". Son ilustraciones de algo que no puede verse, es decir un acuerdo entre Dios y su pueblo. El salmista pide ser una señal que al verle sus enemigos se avergüencen. Nosotros también queremos ser esa señal en la que la mano de Dios ha obrado milagrosamente. Que cuando el enemigo te vea se dé cuenta que eres una señal de Dios para bien. Quienes ya han recibido a Jesús en su corazón son señal, somos portento, somos milagro, de lo que Dios ha comenzado a hacer. Seamos la señal de Dios, que al verla el enemigo se remita a huir, porque representamos el bien. El enemigo se avergonzará porque Dios me ayuda y me consuela. Oremos: Señor, yo sé que me has escuchado. Quiero ser señal de bien y no de mal. Tú eres bueno y perdonador. Sólo tú eres mi Dios y en ti quiero vivir para bien. En tu nombre, amén.
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1 Crónicas 14.8-11
En una ocasión, los filisteos "buscaban a David". La razón de esta persecución fue porque David "había sido ungido". Los filisteos arremetieron contra David y David "salió contra ellos". Los filisteos se apoderaron de todo el valle Refaim. Sin embargo, David, le preguntó a Dios ¿subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano? Dios le contestó: "Sube porque yo los entregaré hoy en tus manos". Y "allí los derrotó David". El enemigo siempre estará tras de ti y no te dará tregua. ¿Por qué el enemigo la tiene contra ti? Simplemente porque eres un ungido de Dios. Es decir, que has sido separado y consagrada para Dios. Eso molesta al enemigo porque sabe que no puede tocarte. Le perteneces a Dios. ¿Lo entendió? Le perteneces a Dios. Es muy probable que no comprendas el ataque del enemigo porque no sabes a quien perteneces. Enfrenta al enemigo, pero pregunta a Dios si esta batalla es para que la pelees. David preguntó y Dios le dijo que sí porque los entregaría en sus manos. Cuando Dios da el visto bueno la victoria es tuya. Consulta a Dios. No te dejes amedrantar por el enemigo. Dialogando con Dios encontraremos las respuestas de nuestras batallas. Dios no permitirá que batalles en vano. El resultado de tus batallas no está en las manos del enemigo sino en las manos de tu Dios. Oremos: Dios de toda victoria. No importa el nombre de nuestro enemigo si sé cuál es el nombre de mi Dios. A ti confío mis batallas y no subiré a ellas si no me das la victoria. Te pertenecemos a ti y contigo batallaremos. Saldremos en tu nombre y tú nos darás la victoria. No temeré lo que me pueda hacer el enemigo porque tú estás conmigo. Gracias Dios. En tu nombre, amén. Gálatas 6.1
¿Qué tal si nos sorprenden en una falta? Supongo que ya no se nos mirará igual. Me imagino que nos llevarán de la mano en nuestro proceso y nos ayudarán a salir de la situación. La Palabra dice: "si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que soy espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado". El requisito para restaurar a los demás es ser espirituales. Es decir, que para ayudar a otros/otras no es posible hacerlo sin una vida espiritual que agrade a Dios. Quien contempla su propia vida espiritual jamás olvida todas las faltas que le fueron perdonadas. Contemplar nuestra vida es recordar que nuestro pecado fue mirado por Dios para perdón y no para juicio. Considerarme a mí mismo es no olvidar que también soy pecador y vulnerable a la tentación, pero que fui perdonado y restaurado por los méritos de Jesucristo y no por lo que creía que era. No nos engañemos porque Dios no puede ser burlado. Oremos: Dios de infinitas misericordias. Que no consideraste mi falta para enjuiciarme sino para perdonarme. A ti me acerco con temor y temblor para que me guíes y me sustentes. Me considero a mí mismo y no puedo olvidar la manera en que fui restaurado. Gracias por no considerar mis faltas y restaurarme por el poder de tu amor. En el nombre de Jesús, amén. Salmo 91.2 "Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré".
Cuando decimos algo es porque confiamos que lo dicho realmente revela nuestra confianza. Decir que Dios es nuestra Esperanza, nuestro castillo estamos confesando lo que Dio es para ti y para mí. El salmista sabía quién era Dios para él ¿Tú sabes quién es Dios para ti? Yo lo sé y por eso afirmaré que es mi Esperanza, mi castillo y mi Dios. Es mi esperanza porque no permite que mis pasos sean sin propósitos. Es mi castillo porque es mi refugio en tiempos de angustia. Es mi Dios en quien confiaré no importa cuán grande sean los vientos, cuán imposible sea el desierto, cuán inmenso sea el gigante, y cuán débil esté mi confianza está en mi Dios. Oremos: Dios que protege mi vida y que mira mis pasos. Tú eres mi esperanza, mi castillo y me afirmo en gritar a los cuatro vientos que mi confianza no está en lo que veo sino en lo que no veo, por ahora, en ti. Eres mi Dios y mi confianza eres tú. En tu nombre, amén. Salmo 22.2 "Dios mío, clamo de día, y no respondes; y de noche y no hay para mi reposo".
En muchas ocasiones hemos llamado a alguien y no contesta el teléfono. ¿Qué usted hace? Vuelve a llamar; le deja un mensaje, le envía un mensaje de texto, le escribe por whatsApp, etc. Es decir que ud busca la forma de comunicarse, insistiéndole. El salmista expresa lo mismo desde su tiempo. Le hablaba a Dios y Dios no respondía. La no respuesta de alguien que llamamos es desesperante, cuánto no más la de Dios. Les exhorto tres cosas: 1. No pierda la paz porque mientras él haga silencio ud estará en diálogos con Dios. Quejarse es asunto de humanos y creer y esperar es un asunto de cristianos/cristianas. 2. Acepte que ud es humano y tiene límites, por lo tanto, no pierda la confianza. El silencio de Dios también puede ser un cuidado. Nuestra mente no comprende la dimensión de la misericordia de Dios y eso es lo que nos lleva a desmallar. No olvide que creerle a Dios es confiar en él. 3. Insista en su oración. No olvide los días en que de otras situaciones Dios le libró y le respondió. Cada día es la muestra de misericordia que Dios tiene para mostrarte que tiene un propósito contigo. Insiste sin desesperación a la voluntad de Dios no a la tuya. Oremos: Señor, que guardas silencio y hablas. Quizás este sea el momento en que haces silencio ante lo que te pedimos. Enséñanos a esperar y confiar porque nuestra humanidad se desespera. Capacita mi impaciencia para continuar clamando. Reconozco que soy limitado por lo que no puedo comprender los procesos que sólo te pertenecen a ti. Perdona mis quejas, sana mi impaciencia, porque tu silencio es difícil para mí. Hoy oro a ti en la confianza de que me contestes o no me contestes, seguirás siendo mi Señor y mi Dios. En tu nombre, amén. Jeremías 10.23 "Conozco, oh Dios, que el hombre no es dueño de su camino, ni del hombre que camina el ordenar sus pasos".
Los caminos son de Dios. Si hay algo que le gusta al ser humano es controlarlo todo. Una cosa es planificar y otra controlar. Depender de Dios es difícil si creemos que todo lo podemos manejar. Sin embargo, cuando llega el momento de crisis nos invade la angustia porque no sabemos que nos depare la vida. En ese momento no creas que eres dueño del camino sino permite que Dios ordene tus pasos. Quien camina con Dios tiene la esperanza de caminar derecho. Oremos: Dios que diriges nuestros pasos, que te tornas en nuestro guía, no permitas que nuestros orgullos, nuestras capacidades, nuestros triunfos, amenacen nuestra relación contigo. Te necesitamos a ti y no hay manera de caminar si tú no ordenas nuestros pasos. En tu nombre, amén. 1 Samuel 17.47 "Porque de Dios es la batalla".
Quien mira solo lo que tiene en su rincón no puede imaginar que Dios es sobre todas las cosas. Si de Dios es la batalla él sabrá, cómo planificarla, cómo defenderla, y cómo atacarla. No debemos preocuparnos por la grandeza del enemigo ni por lo sutil que sea. La provisión para la batalla vendrá de Dios y no de nuestras capacidades. Es por ello que no la puedes pelear en tu nombre, sino en su Nombre. ¡Escucha! No hay forma en que el enemigo gane la batalla, así que descansa en él y no temas. Oremos: Dios de las batallas, que nos lleva de triunfo en triunfo a ti sea la gloria. Líbranos de nuestras batallas y llévanos a lugares seguros. En tu nombre, amén. 2 Corintios 1.20 "porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios". Hay quienes creen que porque tienen una casa ya tienen un hogar. El hogar es más que cuatro paredes. Nuestro hogar está alineado a las relaciones humanas. Al trato de los esposo con la esposa, con los hijos, etc. Para que nuestra casa contenga un hogar:
1. Establecemos guardarrayas. Esto era lo que se colocaba entre una finca y otra cuando yo me criaba. Es lo que determina el límite del otro y la otra. En un hogar también hay líneas que marcan lo permitido y lo que no. Ejemplo de esas líneas son que no se contamine el hogar con lo que puede ser una puerta para Satanás. En mi casa, no hay ningún tipo de bebida, no se fuma, porque yo no quiero que en mi casa mis hijos aprendan lo que yo no le enseño. Si yo no bebo ni fumo por qué permitírselo a alguien. No importa cuán amigo sea si verdaderamente quiere compartir conmigo tiene que aceptar mi condición. De lo contrario, no. No tenemos ningún canal de pago que permita que llegue la pornografía a nuestra televisión. Póngase de acuerdo con su esposo/esposa para que no haya basura en su hogar. En ocasiones dejamos ciertas cositas porque eso es algo simple, pero no olviden que las pequeñas zorras dañan los grandes cultivos. 2. Edificamos un altar en casa. Es el lugar de reunión entre la familia y Dios. Es el momento en que nos apartamos para reunirnos con Dios y encontrarnos como familia. El altar familiar es el espacio para dejar nuestros quebrantos, dolores, angustias, etc. como familia. 3. Ungiremos nuestro hogar. Unja a sus hijos, conságrelos a Dios. En estos tiempos el ataque a la familia es sin piedad. No le des tregua al enemigo porque él no te la va a dar. En los tiempos de Moisés se ungía todo, Éxodo 29, 30 y 40. Es símbolo del Espíritu Santo en la vida del ser humano. Aparta con la unción a los tuyos en el nombre de Jesús. 4. Leer y estudiar la Palabra del Señor. La Palabra de Dios es poderosa y realmente no torna atrás vacía. Permitirle a Dios que a través de su Palabra bendiga nuestras vidas y nuestro hogar es vital en este tiempo. Envíale un mensaje de texto a tu esposo, a tu hijo, a tu mamá, a tu papá, a tu esposa, etc., con un pasaje bíblico. Oremos: Dios y Padre eterno. Nuestra vida está en tus manos. Nuestra familia está en tus manos. Sé que en este tiempo es necesario vivir consagrados. Necesitamos de ti en nuestro hogar. Dios acude a nuestra sociedad, a nuestra iglesia porque necesitamos de ti. Estamos confiado de que nuestro hogar es tuyo. Sin ti no podemos estar. En tu nombre, amén. La espiritualidad cristiana tiene muchos aspectos, pero uno de ellos es la reconciliación. Pablo entendió a Jesús de modo que Dios a través de él, "nos dio el ministerio de la reconciliación", 2 Corintio 5,18. Es por ello que la reconciliación en la vida del creyente no es una palabra meramente importante sino un reclamo porque "no tomó en cuenta nuestro pecado y nos entregó la palabra de la reconciliación", 2 Corintios 5,19. La reconciliación es "nuestro modelo de existencia", Anselm Grün. Lo que sí deben saber es que para reconciliarnos con otros/otras debemos reconciliarnos con nosotros mismos y con Dios. Para nosotros el símbolo de la reconciliación es la cruz. Es la expresión más poderosa de lo vertical y horizontal. Destaca una reconciliación entre: "Cielo y Tierra, Dios y la persona, el consciente y el inconsciente, el hombre y la mujer". Para Pablo Cristo reconcilió los opuestos en este mundo desde la cruz. Su amor reconciliador se expresó en sus brazos abiertos. Esa apertura de brazos en la cruz es para abrazar a todo el cosmos.
¿Hace cuánto vives con corajes y molestias? ¿Cuánto tiempo más viviendo en amarguras con el vecino, con el compañero de trabajo, con tu mamá, con tu papá, incluso con tu hermano/hermana de sangre? No dejes que la oportunidad de disfrutar tu vida se pierda por nimiedades. ¿Por qué seguir distantes? Date la oportunidad de reconciliar con tu lenguaje, con tus acciones, con tu vida. Más allá de juzgar, es vital que evalúes para presentar respeto. No entres en el juego de la frialdad donde solo inicias un caminar de soledad, de desprecio y marginación contigo mismo. ¿No le hablas a tus suegros, a tus padres, a tus vecinos, a tu cuñado, a tu compañero? Deja atrás tus rencores y aduéñate de la reconciliación antes que ellos/ellas. Verifica si cuando hablas creas círculos de personas o simplemente te vas quedando solo o sola. Verifica si la gente quiere hablar contigo o te evade. No olvides que la cruz es el símbolo de la reconciliación. Es por la reconciliación que amamos a "nuestros enemigos", Mt 4.44. Ante una sociedad que ha creado una red de amistades para saber de sus vida, pero no de su amistad sería importante afirmar la reconciliación. Jesús vino al mundo para enfrentar sus conflictos y mostrarte que todo es posible si puedes creer y que si no tomó en cuenta tu pecado por qué considerar lo han hecho los demás. No sigas enojado y molesto. Un día la gente no estará y créeme que no habrá tiempo para reconciliarte. Llama a alguien hoy y arriésgate a transitar por las sendas de la reconciliación. El amor verdadero hace vulnerable a los fuertes. El verdadero amor reconciliador se da desde la cruz. "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" Lc 23,34. Piensa en alguien que no le hablas, que no le miras, que no le saludas y pídele a Dios para que puedas hacer lo que Jesús hizo por ti. Reconciliarte con Dios cuando no te lo merecías. Oremos: Tu amor es incalculable, Señor. Tus brazos abiertos en la cruz no se sostuvieron por los clavos sino por el amor que nos tienes. Ese amor plasmado desde la cruz reconcilió al mundo con Dios y con todas las cosas. Hoy permite que muchos/muchas alcancen el abrazo de tu reconciliación. Ningunos merecíamos la salvación y nuestro pecado nos alejó de Dios, pero tu amor fue por encima de toda obra humana y despertó la pasión por la reconciliación inmerecida. Dios de la reconciliación que nadie siga distante, enemistados, con corajes, con resentimientos, porque jamás ha entendido el valor de la cruz. Permite que nos afirmemos en tu amor para abrazar a quienes no somos capaz ce amar. En tu nombre, amén. Grun, Anselm. Espiritualidad, para que mi vida tenga sentido. Buenos Aires, Argentina: Agape Libros, Guadalupe, San Pablo, Lumen y Bonum, 2011. |
AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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