"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
Juan 13.21-27 Estos tiempos en que hablar de amistad es un desadío podemos mirar con cuidado la traición. ¿Se imagina que alguien que cene con ud lo traicione? Jesús aprovechó un momento a solas con sus discípulos para compartir con ellos la cena. Su dolor fue anunciar que uno de los presentes lo traicionara. Hay quienes, por más que los ames, estarán cerrado y no aceptarán. Jesús sabe quienes le traicionan constantemente. Sabía quien era. ¿Le has traicionado? ¿Has traicionado el amor de Jesús? Pedro no comprende y pregunta: ¿Quién es? El gesto de amor es mojar el pan y dárselo, es decir, servirle. Jesús moja el pan y de lo da para hacerle entender que se entrega a él y vuelve a brindarle su amistad. El verdadero amor no excluye, no siquiera al enemigo mortal. Jesús respeta tu libertad. No te fuerza. Eres dueño y dueña de tus cosas, pero Jesús ofrece salidas airosas. "Lo que vas a hacer hazlo pronto". Oremos: Señor Jesús. Gracias por ofrecerme tu amistad. Te pido perdón por las veces que te he traicionado intencionalmente y las que en ocasiones no me he dado cuenta. Soy un inmerecedor de tu amistad, pero tu amor me inunda. Gracias y recibo una vez más tu amistad en este nuevo día. En tu nombre. Amén.
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Salmo 34: 2-8 Bendecir a Dios en todo tiempo es vivir en la confianza y la esperanza. De lo que se gloríe nuestra vida, que es en alabar a Dios, debe provocar que lo oigan y se alegren las vidas. Cuando le buscamos 1. Nos oye. 2. Te libra de todos tus temores 3. Tu rostro no será avergonzado 4. Te libra de todas tus angustias 5. Te defiende Prueba a Dios, gústalo y serás bienaventurado porque confías en él. Oremos: Dios bueno. Tu fidelidad es hermosa. Ayúdanos en medio de toda desesperación y acude al necesitado en esta hora. Para ti será toda nuestra alabanza porque tú eres Dios. muchas serán nuestras aflicciones pero de ellas nos librarás. En el nombre de Jesús. Amén. En Dios siempre hay esperanza...Lucas 23, 42 "Jesús, acuérdate de mí cuando estés en tu Reino".
A todos y todas nos llega el tiempo de la desnudez y la necesidad. El ladrón de la cruz estuvo en la desnudez y en la necesidad de la salvación. Lo que el ladrón no sabía era que allí donde impera la necesidad y la desnudez comenzó una cita con Dios. El dolor y los síntomas de la muerte revelan el rostro violento del rechazo y el desafío. Jesús lo experimentó cuando aquellos le decían: ¿No eres tú el Cristo? Sálvate a ti mismo y a nosotros? Son expresiones de dolor y rechazo que nos hacen cuando nuestras capacidades humanas culminan. ¿Por qué sufres si eres cristiano? Sacuden nuestra fe y minan nuestra esperanza quienes no viven en la espera de Dios. El amor de Dios para el ser humano es confianza en su libertad: es siempre dilatación de ese espacio de libertad, nunca asfixiante. Cuando la vida de ese hombre en la cruz, ya condenado y ya rechazado, Cristo reabre el camino al futuro con esperanza. "Hoy estarás conmigo en el paraíso". Lo que parece ser un encuentro desesperado y de última hora se tradujo en una posibilidad eterna. La experiencia que estamos viviendo en nuestra tierra nos lleva a pensar en el montón de encuentros desesperados que surgen. Las muertes violentas, los accidentes, las enfermedades que provocan muertes en días, las víctimas de quienes no aman la vida, etc. Revelan que necesitamos un encuentro con Dios ¡Urgente! No todo el mundo tiene la oportunidad de conocerle en el templo, a orillas de un lago, como Pedro, como la prostituta, en la casa del fariseo, como la samaritana, junto al pozo, etc. Ante lo imprevisto que es la vida y lo efímera que es está la pasión de Cristo: su muerte y resurrección ya están para siempre en nuestro corazón y en la vida de todo ser humano. Es por eso que este es el momento privilegiado de la posibilidad del encuentro, que se renueva y revela en los caminos desesperanzados y alejados de la salvación. Oremos: Dios y Señor de los encuentros humanos. Nuestra atropellada manera de vivir no permite que veamos lo frágil y efímero de la vida. Entre un día y el otro la vida es y ya no es. Solo te pido que allí donde los síntomas de la muerte han tocado a las puertas, la resurrección y la vida, es decir, tú, Cristo, abras camino a la salvación desde el conocimiento de ti en el corazón. Que en las fracciones de segundo, quienes te conocieron puedan recibir de parte tuya las mismas palabras esperanzadoras de aquel hombre, ya no ladrón, ante tus ojos. "Hoy estarás conmigo en el paraíso". Esto para que la esperanza sea el encuentro de cada madre huérfana, de cada hijo huérfano, de cada anciano abandonado, de cada víctima de asesinato, de cada víctima de violación, de cada maltratado, etc. Que puedas decirle hoy al que está crucificado y sin esperanza aparente, que tu palabra siempre trae una nueva esperanza. En el nombre de Jesús amén. Habacuc 3,19 El momento en que parece que desfallece el profeta, llega esta palabra. Afirma que no está sólo. Parece que Dios quiere cambiarle los pies, es decir su caminar. Eso ocurre cuando disponemos de Dios para que en nuestra vida, ordene, transforme, forme, etc. Cuando nuestros pasos se tambalean y el sufrimiento nos ha tocado afirmemos "Dios es mi fortaleza". Hará tus pies como los de cierva y podrás caminar en las alturas. Cree y verás que esa fuerza que da Dios será tu esperanza para llegar a donde jamás imaginaste. Oremos: Dios y Señor que fortaleces a tu pueblo. Nuestra crisis y sufrimiento es momentáneo, pero distorsiona nuestra mirada. Hoy te suplicamos que nos guíes para entender que hay unas alturas inimaginables a las que nos quieres llevar. En tu nombre. Amén. |
AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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