Una gran oportunidad

1 Reyes 3,5 "Y se le apareció Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé". 

Amar a Dios fue una de las grandezas del Rey Salomón y no su riqueza. Respetaba a Dios y su voluntad, en ello le servía. Tuvo una de las experiencias más maravillosas que puede tener un ser humano. Dios le dio a Salomón una oportunidad única porque  "Dios se le apareció". ¿Si Dios se nos aparece hoy qué le diríamos? ¿Qué le pediríamos?  Bueno, si actuamos como Salomón dejamos que Dios hable primero. Vio que Salomón no preguntó nada sino que esperó que Dios hablará. ¿Tú esperas que Dios hable o no lo dejas hablar? Salomón tuvo una gran oportunidad porque Dios le dijo: Pide lo que quieras que yo te dé". ¿Dígame si eso no es una oportunidad gigantesca? Lo extraordinario de Salomón es que no pidió para sí mismo ni muchos días, ni riquezas, ni glorias personales, sino que pidió "Corazón entendido para juzgar al pueblo y para discernir entre lo bueno y lo malo". Esa debe ser nuestra petición hoy. Nuestro pueblo carece de conocimiento. Nuestros muchachos en la escuela no quieren estudiar. Ya la gente ha entrado en la "zona gris" porque no saben qué es bueno y qué es malo. Los juicios del pueblo son erróneos. El principal problema de nuestro país es que no tiene educación y sin ello no es posible que los pueblos subsistan. Hay que movilizar nuestra petición a Dios para que nos dé discernimiento y sabiduría en este tiempo. Cuando vayamos a pedir a Dios no desperdiciemos el tiempo y pidamos sabiduría y discernimiento para que su Espíritu nos ayude a distinguir entre las cosas buenas y malas. Cuando el pueblo de Dios sujeta su corazón a la voluntad de Dios se nos aparecerá, como a Salomón y nos dará lo que le pidamos.

Oremos: Dios y Padre Eterno, danos un corazón sabio y entendido para andar en tus caminos, para discernir, para amarte, para servirte, para tomar las mejores decisiones, pero sobre todas las cosas para adorarte cada día. En tu nombre, amén.