"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
Buena es la sal; mas si la sal se hiciere insípida, ¿con qué se sazonará? Lc 14.34 En una ocasión fui a visitar a Juanita. Una mujer de fe, de alegrías, pero con cáncer, en los últimos días de su vida. Juanita, apenas la conocí, pero fue grato llegar a su casa. Cuando llegué a su casa, de hecho, fui con la hermana Merey, otra mujer de oración. Comenzamos a conversar y disfrutar de un momento de alegría y me increpó sobre mis orígenes. Le dije que me crié en el campo, de familia muy pobre y escasos recursos. De momento, Juanita me dice: "así fue que me crié yo también, pero usted es joven" "ha vivido mucho usted". Yo le dije: "Así es". Hacemos un breve silencio y ella me dice: "pastor, pero sabe qué, no se preocupe por el asunto de la pobreza". "Usted considere que es pobre cuando no haya sal en la alacena/despensa de su casa". Yo, como estaba comenzando mi pastoral, ni corto ni perezoso le pregunté: ¿Cómo que pobre cuando no haya sal? Ella me dice: "pastor, en las casas puede faltar, leche, azúcar, arroz, puede faltar café, pero sal nunca falta". "Cuando en una casa falte la sal la pobreza ha llegado". Es por eso que la pobreza expresa: "aquí no hay ni sal". Me quedé pensando y analizando lo que me dijo Juanita, pues tenía razón. Así que cuando culminé de compartir la Palabra y la oración por Juanita llevé a la hermana Merey y fui a mi casa. Lo primero que hice fue verificar la alacena para saber si había sal. Imaginen lo que me ocurrió; no había sal.
Buena es la sal. La sal da sabor y gusto a las comidas. Pero, se puede imaginar una sal insípida, es decir, sin sabor. ¿Se la puede imaginar sin la capacidad de salar, de dar gusto, de provocar que las cosas gusten? ¿Sabe que el Señor nos compara con la sal? Tú y yo somos sal. Somos la sal de la tierra. Si la sal no sazona, pues qué será lo que sirva para sazonar. Puede pensar en que durante el día usted puede ser una persona llena de sal o simplemente alguien insípido. ¿Qué es lo que provoca que seamos sal? ¿Por qué debemos darle gusto a la gente? Simplemente porque somos sal. Somos sal y cuando la sal no sirve se echa afuera. Es Jesús quien envía a darle gusto a otros/otras. NO seas insípido y dile a alguien hoy que somos los que le damos gusto y sabor a quienes están sin sabor, a quienes están insípido. Si tu jefe es insípido, tu vecino, tu amiga, tu compañera de trabajo, etc., dile que somos sal. No es que amargue, pero sea sal. Juanita ,me hizo entender que sin sal en nuestras casas, en nuestras vidas, seremos los más pobres seres de esta tierra. Aquel día que llegué y no encontré sal fui a comprar inmediatamente. Desde el día que conocía a Cristo dejé de ser amargado. Ahora estoy pendiente a que en mi casa haya sal y que mis actitudes, frente a los demás, sean agradables para que la definición que la gente tenga de mi sea buena. Así como la sal. Seamos sal. Oremos: Señor, Jesús, mi Dios, hoy puedo decir, que buena es la sal. Tú eres quien me da la capacidad de darles a otros/otras lo que tú me das. Si nuestra nación se tornara insípida, que nosotros la iglesia, podamos sazonarla. En tu nombre, Amén.
0 Comments
Leave a Reply. |
AutorPastor José Báez Báez Categorías
All
Archivos
September 2017
|