"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
Si la tormenta es intensa, más intenso es el amor de Jesús por ti. ¡No lo dudes!
Mateo 14.22-33 22En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. 23Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. 24Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario. 25Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. 26Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. 27Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! 28Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. 29Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. 30Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! 31Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? 32Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento.[1] Es muy probable que nuestra mirada tenga la intención de seguir al templo y nuestros pies a otro lugar o viceversa. Muy difícil la tensión entre lo que se quiere y lo que se hace. Es una lucha sobre la lealtad. Me atrevo a decir que tiene que ver con la fidelidad. Es la lucha entre amar a Cristo y nuestra naturaleza pecaminosa interna. Esa seducción de pecado que irrumpe en nuestros días por las presiones exteriores es difícil. Sin embargo, no es justificación para pecar. ¿Entonces? Nosotros podemos hacer caso a las voces de nuestro alrededor mundano o a la voz de Dios. Hacemos alianzas con las visiones terrenales o nos afirmamos en nuestra fe. Si mi fe está en crisis no resistiré ni uno vientos alisios. Es por ello que no podemos dejar que las voces externas hagan asiento en nuestro corazón. Es necesario soportar toda prueba porque en ello se sabe sobre qué o quién está nuestra fe. ¿Cómo venceremos ante la tentación? ¿Cómo podremos seguirle sin ser distraídos por las cosas del mundo? ¿Cómo manejar nuestras situaciones sin que nos hundamos? En Mateo 14.22-36, hay una enseñanza sobre cómo sobreponerse a la tormenta. Si quieres ser un hombre o mujer fiel a Dios debes mantenerte fiel y firme ante todo viento que te azote. Para ello debes aprender el misterio que nos revela esa fidelidad. Jesús sabía que los discípulos debían aprender a confiar aunque no le vieran. El secreto que Jesús le quería mostrar a sus discípulos y a nosotros es que aunque no le veamos debemos confiar en que somos su atención. Mientras los discípulos continuaban remando y alcanzando, por casi ocho horas, de tres a cuatro millas Jesús vino a ellos. Aunque cuando ores no veas a Jesús quiero que sepas que Jesús te está viendo. Es cierto que las tormentas nublan el día pero nunca impiden que el sol siga brillando. Aunque en medio de tu tormenta no veas a Dios obrar no te impacientes. Dios te está viendo y sabe qué tormenta estás librando. Si caminas en obediencia Dios te socorrerá. No olvides que los discípulos están navegando en ese lugar porque Jesús les dijo que fueran al otro lado. ¿Cómo? Exacto, si en alguna tormenta estaban los discípulos era en la de la obediencia a Jesús. Si en obediencia te topas con la tormenta de seguro acabará pronto. Aunque, como los discípulos, no reconozcamos a Cristo, ten paz, que viene en nuestro auxilio. El brazo de Jesús siempre está extendido para ti. No hay tormenta que no pueda ser detenida por Dios. Lo importante es escuchar la voz, de Jesús, en medio de la tormenta. Cuando escuchamos la voz de Jesús en la tormenta y la reconocemos, por oscura que sea la noche es porque hemos pasado mucho tiempo con nuestro Señor. No juzguemos a Pedro porque solo aquellos que han vivido momentos tormentosos pueden hablar de tormentas. La experiencia de Pedro es nuestra experiencia. Hay frustraciones, fracasos, dolores, tristezas y angustias, que solo Dios sabe. No le contamos a todos lo que sufrimos o por lo que pasamos, pero a Dios sí. Ese sí conoce nuestra debilidad, nuestra fragilidad. En medio de tu tormenta no acudas a los amigos de acción limitada. Acude a Jesús que es capaz de colocarse en medio de la tormenta. La ayuda de Jesús no es limitada. El Jesús del que estoy hablando es el que convierte el agua en vino, el que ordenó a los peces llegar a la red, el que tiene ahora las olas y los vientos bajo su autoridad. Ninguna frustración, problema de salud, fracaso, adversidad, daña el plan de Dios sobre tu vida. El plan de Dios se cumple porque su plan es salvarte. Si real era la tormenta para los discípulos tan real era Jesús en aquel encuentro. Que la esperanza de Cristo se haga una realidad en tu vida tormentosa provocará una nueva manera de ver la vida. El tiempo de tormenta es tiempo de oportunidad. Pedro así lo entendió y descubrió a Jesús sobre la tormenta. Pedro vio la oportunidad de lanzarse al agua, sin presunciones, pero primero pidió permiso: “si eres tú manda que yo vaya...” y Jesús respondió: “ven”. No te lances al agua solo porque ves a Jesús en tu vida. Aunque lo veas de cerca no te atribuyas autoridades que no son tuyas. Pídele a Dios permiso como lo hizo Pedro. Si quieres reunirte con Cristo debes saber que antes habrá muchas cosas que atravesar, agua, fuegos, etc., no temas porque en el camino Jesús será tu ayuda para ese gran momento. Cuando Pedro se lanzó sobre el agua con la autorización de Jesús comenzó a experimentar un milagro sobre la ley de la gravedad. Cuando nuestra fe es sometida a prueba saldrá mucho mejor y más preciosa que el oro. Pedro estaba viendo los vientos. ¿Se acuerda lo que le dije al principio de esta reflexión? Cuando nuestros ojos miran para un lado y el corazón nos dicta ir a otro. Cuando nuestros ojos se van para donde no es y nuestros pies para el templo. Pedro se concentró en los vientos y tuvo miedo. Vuelvo a repetirlo, Pedro se concentró en los vientos y tuvo miedo. ¿Qué estás mirando tú si Cristo te llamó? Pensemos por Pedro, “las olas son más fuertes que yo”, “estos vientos me tumban”, “es que no puedo seguir”, “¿que yo hago sobre el agua?”. Esos segundos de duda provocaron miedo en Pedro. No dejes que los vientos te distraigan si estás mirando a Cristo. Pedro miró lo que no tenía que mirar. Un segundo en que mires lo que no debes y te pasa como a Pedro. “Pedro se hundió”, es decir Pedro fracasó porque dejó de mirar a Cristo. Ante nuestros fracasos y hundimientos en la vida gritemos “¡Señor, Sálvame!”. Dentro de todo, Pedro caminó sobre las aguas porque obedeció. Leslie B. Flynn dice: "Un Pedro creyente y mojado, es mejor que un Tomás seco e incrédulo!". Veamos algunas lecciones: 1. Si Cristo dice que va al frente de tu vida, no lo dudes. 2. Si crees en la Palabra de Jesús el viento se desvanece y la tormenta se acaba. 3. Cristo está contigo en cada tormenta. 4. NO importa lo que nos ocurra en la tierra, así sea perder la vida, si estamos con Cristo el cielo está seguro. 5. “Ninguna tormenta en la tierra puede interrumpir la calma en el cielo”, Erwin Lutzer “En ocasiones Dios calma la tormenta en el lago y en otra la del corazón nuestro” E. Lutzer. Hay tormentas que amenazan, incluso, nuestra cabeza, pero están bajo los pies de Cristo. NO dejes de creer. NO importa la aflicción que vivamos saldremos airosos con Cristo. No necesariamente de la manera que usted pretende que sea. Mantén tu mirada en Cristo con la intensidad que las olas azotan. Aunque haya lágrimas y dolor sigue mirando al Señor. No olvides que la ola que pretende ahogarte es la que Jesús utiliza para caminar. Por último de esta historia nos recuerda que a donde se dirijan nuestros ojos se encaminan nuestros pies. Si miras a la tienda de licores allá irán tus pies, si miras a donde está la droga allá irán tus pies, etc. Mira a Cristo y llegarás a su presencia. Por grande que sea tu educación y tu éxito en la vida, mirar a Cristo será trascendental. Los cambios del interior nuestro solo los puede hacer quien es capaz de irrumpir en nuestro ser. Mirar a Cristo provocará experiencias sobrenaturales sobre ti, tu casa, tu familia, tus amigos, tus vecinos, etc. El enemigo más grande de Pedro sobre aquel mar fue la duda. Hemos leído a Hugh Martin “ningún peligro surgirá del viento, sí de la falta de fe”. ¿Qué es lo que estás mirando en tu vida? ¿Qué te está halando? El que persevera en Jesús será guardado en completa paz. Oremos: Dios de la vida. Ha sido bueno estudiar la Palabra y disfrutar este refrigerio. He fracasado, he sido zarandeado, he visto los vientos, he escuchado las voces que no son tuyas, he sido débil y en mi vida solo he visto que tú estás conmigo. Cuan amable es tu misericordia. Sigues caminando sobre toda tormenta y eso me da paz. Prometiste estar conmigo todos los días y así lo he experimentado. Gracias Dios por tan hermosa experiencia. Sepas Dios que si enfermare no será la curación lo que anhele mi corazón sino la salvación, si tuviese que morir que sea sostenido en ti, si tuviese que ir al otro lado y la tormenta me sorprende que solo tu palabra de ir al otro lado sea mi esperanza. Guíame Dios y hazme entender cada día el camino correcto. Que no haga yo cualquier cosa por emoción sino por tu voluntad. Gracias Señor Jesús por tu hermosa Palabra. Mira los vientos que soplan sobre nuestra Isla y ayúdanos a seguir firmes ante toda circunstancia. Tú, Jesús eres mi Señor y mi Salvador. En el nombre de Jesús, amén. Basado en el libro de Erwin Lutzer “Cincelado por la mano de Dios”. [1] Reina Valera Revisada (1960). (1998). (Mt 14.22–32). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
1 Comment
Diego
19/1/2021 09:53:44 am
Hola bendiciones. Me gusto mucho la reflexion del porque pedro se hundio. De ahora en mas tenemos que mirar siempre la cruz, amen
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AutorPastor José Báez Báez Categorías
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