"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
¿Cómo trabajar con el pueblo?, es la pregunta que debe latir en la mente, en el corazón, en el cuerpo de aquellos que pretendemos, al menos por ser llamados, pastorear un pueblo santo, porque es de Dios. La fe y la práctica afirman la identidad de la iglesia en la medida que podemos decir como Lutero, “…no debo y no puedo proceder contra mi conciencia. Que Dios me ayude. Amén[1].
Las expresiones de Lutero nacen de su encuentro con la Biblia y es ante ella que no puede proceder. El lugar de la Biblia, entonces, toma pertinencia desde la revelación de Dios a través de su Espíritu. Esto lanzó al nuevo movimiento a “traducir la Biblia a la lengua de los pueblos y a distribuirla a toda persona”[2]. Añade A. Gutiérrez que “había la esperanza de que su lectura fuera la semilla para la formación de una cristiandad con una visión diferente de la fe…”[3]. Por lo tanto si el fin era traducirla a la lengua de los pueblos; ¿por qué no sabemos trabajar con el pueblo? Me parece que la problemática está en la lectura que se ha realizado de la Biblia. Pues, la Biblia, como semilla para la formación, siempre trae esperanza. No podemos olvidar que el intento de traer la propaganda protestante entre las colonias tenía “Otros Caminos”. Por mencionar Puerto Rico, las primeras Biblias entran por medio de “piratas, corsarios, contrabandistas y comerciantes ingleses, franceses, daneses y holandeses”[4]. El corazón de estos estaba en saquear las posesiones españolas del Caribe, pero también tenían la responsabilidad de colocar las Biblias en las manos de los habitantes. Si es que no nos equivocamos, F. Catalá le llama a esto “la floreciente economía subterránea”, hoy. ¿Desde cuándo existe? De manera que el movimiento protestante, se nutre, de lo que los obispos católicos de la época española llaman “personas contaminadas”. ¿No existe desde esa expresión un problemática interreligiosa? Las diversas culturas se vieron enfrascadas en un mismo fin, cuidar “su verdad”, lo que produjo un tapiz colorido, que bien lo llama Luis R. Pagán, “ropaje religioso” citando a F. Picó en su libro El catolicismo popular en Puerto Rico del Siglo 19. Este cuadro es el Génesis 1.2 a “La tierra no tenía forma…”[5]. Pero para que cobre forma no tiene que haber uniformidad religiosa, cultural, etc., sino “soplo de Dios”, sin pretender predicar. Lo que revela que los “paradigmas doctrinales” están enraizados en la diversidad o pluralidad Bíblica y pluralidad cultural. Es decir, son Biblias en diversos lenguajes, desde diversas culturas que ni dialogan, ni caminan. Solo tienen un denominador común; La Biblia. Así que la forma que va cobrando la cultura dinamita, en lo Luis R. Pagán, llama creencias, hábitos y prácticas. Es el “enigmático entrecruces de la fe cristiana y la creatividad cultural”[6]. Destaca Luis Rivera Pagán la siguiente pregunta; ¿es la cultura latinoamericana auténticamente cristiana? Es a esta pregunta que nos enfrentamos o realmente estamos ante una sociedad en la que “Otros Caminos[7]” han sido posibles porque ya en nuestro origen estaba profetizado. En un tiempo la iglesia católica pensaba que fuera de ellos no había salvación, no se si lo siguen pensando, por otro lado, la protestante también lo afirma. Entre el individualismo se percibe el pluralismo religioso, en el que cada cual, ha secuestrado la Palabra Bíblica. Ese secuestro ni permite que la iglesia dialogue ni que camine. Todo lo dicho simplemente establece nuestra crisis, desde los inicio, como iglesia “católica o universal”. Porque “la teología no es una disciplina autónoma, sino disciplina eclesial”[8]. Que vive en el contexto de la pastoral y funciona en esa pastoral. En el curso de Coloquio III en el Seminario Evangélico de Puerto Rico hemos intentado mirar críticamente lo que es la Iglesia. La reflexión teológica del curso percibe las adversidades a las que se enfrenta la iglesia. Por mencionar algunas: la crisis social, económica, esta desde los contextos como colonia, el asunto de la dependencia, la economía subterránea, etc., la crisis gubernamental, etc. Desde muy temprano en la historia hemos visto los escollos por los que se ha movido la iglesia, como cuerpo, no como institución. La necesidad principal ha sido procurar una comprensión eclesiológica, como parte del esfuerzo por llegar a alcanzar una inteligencia profunda de su fe. ¿No es la iglesia el cuerpo? El elemento comunitario perdido por falta de dialogo, porque para muchos sigue siendo imposible caminar con el otro/otra. En Puerto Rico se ha albergado la errónea visión de que unos pocos poseen la verdad “absoluta”. Sin más, esas expresiones han mutilado, lacerado, lastimado el dialogo entre las iglesias lo que trae como resultado que no caminen. Los tiempos de los profetas, que “inspirados por Dios” hablaban al pueblo en medio de las crisis, no han pasado. Ese Espíritu, “que infundía ánimo y esperanza a la comunidad que vivía en crisis, porque la ultima palabra no la tienen los poderes que oprimen, la crisis que éstos provocan, sino el Dios de la vida y la historia”, según A. Luvis. Las propuestas a la crisis en los tiempos de Jesús la presentaban los fariseos, los esenios, los celotes, los apocalípticos, etc. Sin embargo, Jesús desarrolló el proyecto creativo y original, como dice A. Luvis, que llamó el reino de Dios. Ese reino de Dios hay que encarnarlo en el mundo. La libertad de la iglesia, de ser, hacer y decir, por extensión se promulga un clima de mayor tolerancia y pluralismo social, como destaca Luis Rivera Pagán. ¿Por qué la iglesia ni dialoga ni camina? Porque hay consignas, mal interpretadas, que distanciaron a la iglesia de su realidad. “Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios” (Lc.20.25), remachado por el dicho de Jesús ante Pilato, “mi reino no es de este mundo” (Jn. 18:36)”[9]. No es posible trabajar con un pueblo que no pueda dialogar, con el otro/otra ya que no puede caminar. Es por estribillos como los anteriores, que los textos se desprenden de su contexto y vienen a ser saetas diabólicas que implican distanciamiento y enajenación. Esa fue, aunque sigue siendo la realidad nuestra, ya podemos hablar desde otra experiencia. Los pastores, las pastoras, están más educadas y la oportunidad de estudiar la Palabra se hace accesible. Tener un católico y un protestante juntos era una abominación hace un tiempo atrás. Ahora estamos ante una dinámica distinta y superior a esta retrograda manera de vivir la Iglesia. Ahora la iglesia protestante reclama un mayor reclamo social. Estamos claros/claras que la iglesia tiene una función social real. Que la iglesia ya no se queda en sus casas orando, sin intentar quitar el significado sagrado que tiene lo dicho, sino que se mueve al Capitolio, la Fortaleza, al piquete, a la marcha, etc. Es en esta acción que la iglesia sí dialoga y sí camina. Los encuentros con otros sectores sociales ya no son un pecado mortal para la iglesia. La iglesia ha tomado un rol renovador del resto de la sociedad. La denuncia de la Iglesia afirma que aquel “Espíritu que venía sobre los profetas” todavía viene y permite nuestra función profética. Son las palabras de Jesús “Velad” las que promueven una comunidad de fe que está atenta a los signos de los tiempos y entenderlos a la luz de la Palabra, en el aquí y ahora. Entonces estaremos en condiciones de hacer el anuncio de salvación a todo ser humano. Aquella pregunta de qué es la iglesia y dónde se encuentra ante la crisis de su tiempo es legítima. Por la realidad que vivimos, que una crisis, debe haber una respuesta, como el Simposio Bienal, el Seminario Evangélico de Puerto Rico, cada escrito, la participación en círculos sociales etc., muestran esa respuesta de la comunidad de fe. Ya no es un asunto de unos pocos sino de todos/todas. Es por ello que como iglesia si queremos que haya diálogo y caminemos, tenemos que asumir el riesgo, identificar las pistas, es lanzarse, es tomar partido, es saber qué ocurre con el pueblo para saber trabajar con él, según C. Boff. Es asumir una postura y no “sobre el muro”, de acuerdo a C. Boff, porque esos no saben si a izquierda o derecha. Despojarnos de los prejuicios y conservar los valores universales, de manera que puedan ser pasados a otra generación, permitirá que la iglesia dialogue y camine. Ante el pluralismo cultural, el pluralismo religioso, que “se resiste en caer en las redes de la uniformidad”[10], se afirma el derecho a la igualdad. La pluralidad de manifestaciones de Dios, de las expresiones de lo sagrado, etc., es lo que permite el diálogo. Las religiones no conceden la salvación; se mueve en el terreno de las mediaciones… y sirven de cause a las múltiples manifestaciones de lo divino”[11]. Es por ello, que la pluralidad y la diferencia es nuestra mayor riqueza. No pretendo agotar el tema y mucho menos concluirlo en esta reflexión histórico-crítica, pero ciertamente es un llamado a posicionarnos allí donde los valores convergen, contra toda injusticia, presenciar y accionar en la necesidad y proclamar en la voz profética la Palabra que vivimos desde el sufrido en la cruz, pero que asumimos desde su resurrección. En la medida que renunciemos a las actitudes arrogantes de nuestras jerarquías inquisidoras, iremos “moviendo la verja”, frase del Prof. Gamaliel Ortiz, para dialogar y caminar. Bibliografía: Boff, Clodovis. Cómo trabajar con el pueblo. Brasil: ed. Vozes, 1986. Gutiérrez, Gustavo. Teología de la Liberación, perspectivas. 14 ed. Salamanca, España: Ediciones Sígueme, 1977. Rivera Pagan, Luis. Teología y cultura en America Latina. Costa Rica: Ed. UNA, 2009. _________. Fe y Cultura en Puerto Rico. San Juan, Puerto Rico, Concilio Latinoamericano de Iglesias, 2002. Rodríguez, José D. Introducción a la Teología. 2da. Ed. México, D.F.: El Faro, 2002. Rosa Vélez, Ángel. Escribir lo divino, una fe que busca entendimiento. San Juan, Puerto Rico: Isla Negra, 2009. _________. Otros Caminos, propuestas para la crisis de Puerto Rico. San Juan, Puerto Rico: Isla Negra, 2012. Tamayo, Juan José. Fundamentalismos y diálogos entre religiones. 2da. Ed. Madrid: ed. Trotta, 2009. [1] Baiton, Roland H, La iglesia de nuestros padres (Buenos Aires, Editorial La Aurora, 1969), 49. [2] Ángel L. Gutiérrez, Evangélicos en Puerto Rico en la época español. (Puerto Rico, Editorial Chari, 1997), 6. [3] Ibíd. [4] Ibíd., 8. [5] Luis Alonso Shokel, La Biblia de Nuestro Pueblo (Bilbao: ed. Mensajeros, 2009). [6] Luis Rivera Pagán, Teología y cultura en America Latina. (Costa Rica: Ed. UNA, 2009), 38. [7] Título del Segundo libro del Simposio Bienal, Gamaliel Ortiz Nieves, 2012. [8] José D. Rodríguez. Introducción a la Teología. (México, D.F.: El Faro, 2002), 101. [9] Luis N. Rivera Pagan. Fe y cultura en Puerto Rico San Juan, Puerto Rico, (Concilio Latinoamericano de Iglesias, 2002), 58. [10] Juan José Tamayo, Fundamentalismos y diálogo entre religiones (Madrid: Ed. Trotta, 2009), 132. [11] Ibíd., 136.
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AutorPastor José Báez Báez Categorías
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