"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
2 Corintios 4.8-9 " que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados;9 perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos...".
Estamos en la tierra y eso es ineludible. Lo que nos remite a una vida con problemas. Ninguno somos inmune a las problemáticas. Las dificultades no se detienen con el crecimiento sino que aumentan. Sin embargo, cada dificultad o tribulación en la que estemos no es el final. Miren lo que dice la Escritura: a. "que estamos atribula en todo, mas no angustiados...". La tribulación es menos profunda que la angustia. En la tribulación hay preocupación, pero en la angustia hay desasosiego. No es la tribulación que tienes el final de tu vida. El salmista dice: "Muchas son las aflicciones del justo mas de todas ellas le librará el Señor", Sal 34. b. "...en apuros, más no desesperados...". El apuro significa aprieto, escases, conflicto, más desamparados, es la pérdida total de la esperanza. No perderemos la fe porque lo último que se pierde es la esperanza y Dios siempre acude a nuestra vida por apretadas que estén las cosas. "Por fe andamos no por vista". c. "...perseguidos, mas no desamparados...". Pueden ser miles los ataques del enemigo, pero Dios sigue siendo "nuestro amparo y fortaleza", Salmo 46, "aunque un ejército acampe contra mí no temerá mi corazón, aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado", Salmo 27. d. "...derribados, pero no destruidos...". ¡Aleluya! Esta es la afirmación final de que nada se ha acabado. Una cosa es que esté en el suelo y otra cosa es estar arruinado. La sangre de Cristo te levanta como te redime y no importa la condición en la que te encuentres y cuán derribados estén porque Dios es quien nos afirma cada día. En ese caminar diario en el que nos sentimos derribados la mano de Dios nos va perfeccionando. En las pruebas crecemos no nos destruimos. Oremos: Dios que permite que en este nuevo día se cumpla esta palabra. Pongo en tus manos mi tribulación, mis apuros, los ataques que recibo y lo que parece mi derrota. Afirmo por tu Palabra que nos libras de la angustia. Quita de mi el desespero para ver tu mano. Déjame ver la victoria donde yo veo la derrota para declarar por fe lo que no entiendo por vista. En ti nuestra vida cobra sentido y me aferro a ti para caminar confiado. En tu nombre, amén.
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AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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