No dejes de rogar

Texto: Lucas 5.12-13

En Palestina había diversas lepras. Una era la enfermedad de la piel, no tan seria y  la otra una que iba comiéndose la carne hasta dejar solo los muñones de las manos. Era literalmente una muerte en vida. El libro de Levítico habla y dispone de esta información con detalles. Lo triste era el aislamiento al que se sometía un leproso. Debía decir o más bien gritar: "inmundo, inmundo" y tenía que vivir solo fuera del campamento.

Se le excluía de la sociedad humana y se le desterraba del hogar.  ¿Qué tragedia no? La lepra es una enfermedad dolorosa y trágica. Afecta la mente tanto como el cuerpo. Se asocia con vergüenza y horror. Es una enfermedad que provoca que muchos se quitaran la vida.

Esa clase de hombre fue el que vino a Jesús. Este hombre no consideró que debía estar aislado, no esperó que le dijeran, no aguantó ante aquel que todo lo puede. Este hombre leproso, me lo imagino corriendo, al ver a Jesús. Estaba lleno de lepra, por lo tanto era la lepra, a mi entender, que se comía la gente. Cuando vio a Jesús, se postró en tierra y le rogó. Esta es la clave de nuestras situaciones. Muchos leprosos podían haber mirado a Jesús pero este le vio. Este hombre vio a Jesús como esperanza, como solución y sanación. Debió escuchar que Jesús sanó a un hombre de espíritu inmundo, que sanó a la suegra de Pedro y que sanó a muchos al ponerse el sol. Esta era la oportunidad de su vida. Ese que había hecho eso estaba en su ciudad. Le rogó, es decir se atrevió hablar con aquel que limpia, sana, restaura, y que no hay imposible para él. Le rogó diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. ¿Se imagina ese momento? Era la oportunidad de su vida.

Fue el momento en que Jesús extendió la mano, le tocó, diciendo: "quiero, sé limpio". Al instante la lepra se fue de él. Así como el leproso se acercó creyendo, acerquémonos nosotros. No importa cuál sea tu condición es tiempo de que te acerques y le ruegues con humildad. No temas ante lo que pueda decir la sociedad. Muchas son nuestras aflicciones. Muchas son las cosas que nos alejan, pero si supiéramos verdaderamente a quien le podemos rogar, le rogaríamos y él nos tocaría. Deja que el Señor te toque. No sigas aislado, pues para Dios no hay imposible. El Señor quiere, por lo tanto, acércate, porque no solo te sanará sino que te tocará. ¿Por qué estás orando? ¿Cuánto tiempo aislado/aislada, sin esperanza y con deseos de quitarte la vida? Acércate al que es vida porque él es tu esperanza.   

Jesús vino a salvar lo insalvable, a sanar lo incurable, a tocar lo intocable, perdonar lo imperdonable y amar lo que nadie quiere amar.

Oremos: Señor Jesús, sabes que te amo y que nuestra vida es tuya. Las enfermedades en nuestra Isla son más que físicas, son emocionales, son psicológicas, son del corazón, etc. Lo que sí sé es que tú eres el que sanó al leproso, que sanó la suegra de Pedro, tú eres el que toca por eso vengo a ti. No hay imposible para ti y solo te pido que sanes nuestra nación. Te ruego, si quieres que nos limpies del pecado que nos acedia cada día. Yo creo que tú nos limpias. En el nombre de Jesús, Amén.