"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
1 Corintios 10.12 Vimos de qué forma las personas podemos decaer espiritualmente. Ahora veamos la forma de evitar deteriorarnos espiritualmente. Recuerde que éstas son algunas, existen muchas más. - Debemos comenzar por renunciar a la mentira viciosa según la cual es suficiente con tener un poco de relación con Dios. No podemos estar diciendo que "es que yo le sirvo". No se crea la mentira de que porque va al templo los domingos o los días de semana es suficiente. La relación con Dios no se mide en días sino en un vivir continuo en su santidad. El 98% de santidad no es suficiente. Lo entregas todo o nada. Hay gente que dice que está en un proceso, pues no hay problema, pero tiene que ser un proceso progresivo y no estancado. Deje de estar diciendo que está en un proceso para seguir haciendo lo que desea. O caminamos en total obediencia a Dios o no caminamos en obediencia. La obediencia es total, pero a media no puede ser. Alguien dijo: "No le damos nada al Señor sino le damos todo". Si no le has dado todo lo que eres al Señor no le has dado nada. - Debemos despertar. El Señor exige más que una mera asistencia al Templo. Debemos descubrir nuestro corazón al 100% a Dios. Solo cuando ud está creciendo en el Señor y en santidad es que ud se hace enemigo del Enemigo.
- No tome el evangelio como un deporte, como un pasatiempo, pues no es la Iglesia una excusa para salir. Hay demasiada conformidad. Hay flojera en nuestra búsqueda de Dios y eso hay que evitarlo. Experimentando la santidad evitamos la decadencia espiritual de nuestras vidas. Hermano y hermana puede crecer académicamente, puede ser el mejor profesional, puede ser la mejor del trabajo, puede ser lo mejor donde sea, pero si ud no vive una vida que agrada a Dios ha tomado su relación con Dios como pasatiempo. Recuerde que al final del día, cuando ud parta de este mundo no creo que sus comportamientos, títulos y triunfos terrenales le sirvan de algo. No digo que no lo haga, somos cristianos, pero más importante es ser obedientes y vivir una vida que agrade a Dios. - No te resistas a la voz de Dios. Preséntate, ante él, y dile que quieres consagrarte y quieres vivir haciendo su voluntad. - Deje que viva Cristo en ud. La santidad y la pureza es impartida cuando reconocemos que necesitamos el abrazo de Dios. Tus ropas han estado sucias, manchadas, pero ahora el perdón de Cristo en la cruz las limpió por qué te empeñas en seguir ensuciándolas. - Deje que Dios le santifique. Hay que abstenerse de toda clase de mal. La santificación es de Dios (1 Ts 5,22,23). Debemos completarnos en Cristo. NO olvide que evitar la decadencia es "vivir en santidad completa". Si está enfrentando una vida de cólera, de malos humores, de carácter incontrolable, de vicios, de adicciones, sean pornografía, bebida, etc., dígale a Dios que quite de su corazón el mundo. No diga que las tentaciones son grandes, diga que el Señor es grande. Mire a Dios y no a las tentaciones. - Abandone todo para estar en el camino de la santidad. Los llamados de Dios son que abandonemos lo que éramos y comencemos con él una nueva vida. Apartarse de los deseos carnales. Escuche esto: "si alguno viene tras de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame", (Mr 8,34). Sacrifíquelo todo en el altar de Dios. No viva mundanamente, sino cristianamente. La promesa de Dios es: "Fiel es el que os llama, el cual también lo hará" (1 Ts 5,24). - Hable con Dios, Separe su tiempo para orar. Hablando con Dios encontraremos la forma correcta de caminar. No es hablando con el vecino, el amigo, el jefe del trabajo que ud alcanza la santidad. Es hablando con Dios. Evitaremos la decadencia espiritual si vivimos en los brazos del Señor. Si le buscamos de vera. Si le escuchamos y lo vivimos, si afirmamos la fe. Sepárese de lo que está contaminando su corazón, su mente, su cuerpo, sepárese de toda clase de mal y colóquese en el hueco de la mano de Dios. Oremos: Padre Eterno y Dios de santidad. En este caminar no nos dejes solos/solas. Si he vivido mal delante de ti hoy quiero volver a comenzar. Siempre he querido vivir en tu voluntad. No dejes que me deteriore espiritualmente. Quiero escuchar tu voz, quiero caminar contigo, quiero hacer tu voluntad, quiero servirte con integridad, quita de mi las excusas para no servirte. Todo lo traigo a ti: "mi corazón, mis manos, mis pies, mis pensamientos, todo". En tu nombre, amén. Adaptado del libro: Scataglini, Sergio. El fuego de su santidad. Florida, Casa Creación. 2000.
0 Comments
Leave a Reply. |
AutorPastor José Báez Báez Categorías
All
Archivos
September 2017
|