"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
1 Corintios 10.12 Cada día es un buen momento para no dejarnos arrastrar por la decadencia o el deterioro espiritual. Cuando hablamos de decadencia, lo hacemos desde el deterioro o declinación de nuestras vidas. Una de las advertencias o señales que debemos mirar es: - "yo no soy una persona mala o destructiva". Sin embargo no puede llevar una vida cristiana dinámica. Si no tienes motivos para estar en Cristo, ya estás en la decadencia espiritual. - "a mí nadie me cambia". Es la negación a que Dios te cambie, es cuando dicen: "yo soy así, pues". Cuidado porque esa resistencia implica que ni Dios mismo puede sacarnos de la zona de confort en la que nos encontramos. Si Dios no puede tocarte para cambiar, ya estás en la decadencia espiritual.
- "nos convertimos en controladores/ controladoras". Es cuando se creen los dueños de todo, todo lo saben, y las cosas hay que hacerlas a su manera. Aquí la persona se torna en su propio abogado porque "defiende constantemente sus derechos". Todo el mundo está mal, pero él o ella, sigue haciendo lo que quiere. Llega borracho/borracha, no atiende la casa, es un violento/violenta, no hace asignaciones con sus hijos, no se hacen las tareas de la casa, todo va de mala en peor porque nadie es culpable de nada. Otro aspecto de este problema es que hasta les gusta "tenerlo todo", buen carro, buena casa, buena apariencia, pero con un hogar despedazado. Controlan todo pero no dejan que Dios dirija sus vidas. Sus prioridades son sus propios intereses. Ya está en camino a la decadencia espiritual. - "se vive como ansioso y en pánico". Sabe que algo mal ocurre en su vida pero no saben qué es. Son de los que no quieren ni llegar a la casa porque les causa agonía y desánimo. Dirían los muchachos "está en la perse". Si no puede estar en paz en su casa y algo anda mal, ya está en camino a la decadencia espiritual. - "El pecado es normal". Esto son los que dicen: "yo no puedo dejar este vicio y Dios lo sabe". NO olvide que Dios sabe que no naciste con ese vicio. Esa carga te la pusiste tú mismo y para no trabajarla mejor ni voy a la Iglesia. Dile "ya basta a la bebida, a las peleas, a los gritos, a la violencia". Ceda, frene, desvíese del pecado no lo enfrente porque va a caer. Eso es como decir: "yo bebo menos ahora, antes era que yo bebía", ¿no sigues bebiendo? No te engañes. No sigues peleando, discutiendo, gritando, etc. Dejar estas cosas en nuestra casa/hogar es considerar que nada está mal y nada es pecado. El desastre es inminente si continuas de esa forma. Perderás todo y luego te lamentarás. Hay luces de advertencias es mejor que las aprendas a ver, antes de la decadencia espiritual. - "no oramos". ¿Hace cuando no estás en un espacio de oración? Si cuando oras tu mente y corazón están ausentes, no sabes ni lo que le dijiste a Dios. Si no oras y estudias la Palabra de Dios entras en la decadencia espiritual. NO olvides que ese es nuestro Libro de Consejos. - "tener los pies en el templo y los ojos afuera". Esto son los que dicen que están en el templo, oran, visitan, hasta ayunan, pero sus pasiones por las cosas de afuera son más fuertes. Son los que dicen: "Dios sabe que soy humano". No les gusta reconocer que han pecado. Gritan y lloran porque no querían hacerlo. Les gusta estar en las "cosas" del Señor, pero gozan de las pasiones de afuera. Están en la decadencia porque en el Señor no hay "cosas", sino que somos del Señor. - "Las cosas no son como antes". Son de los que dicen: "en esa iglesia no se mueve el Espíritu". Tienen tanto discernimiento que saben cuando se mueve el Espíritu, pero no si andan mal. Dejan de diezmar y ofrendar porque necesitan el dinero. Comienzan a robarle a Dios. Hasta las predicaciones le molestan. ¿Qué va a hacer? ¿Seguirá en ese camino? Hable con Dios y muéstrele su corazón. Oremos: Señor y Dios de mi vida. Tú eres mi roca y salvación. Eres mi esperanza y mi fortaleza. No permitas que mi corazón entre en los procesos de la decadencia espiritual. Cuida mi vida porque yo haré el esfuerzo para hacer tu voluntad. En tu nombre, amén. Continuaremos con la segunda parte para ver cómo revertir esa decadencia en las manos del Señor. Basado en el libro: Scataglini, Sergio. El fuego de su santidad. Florida, Casa Creación. 2000.
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AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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