Lo que Dios le pide a su pueblo (parte I)

2 CRONICAS 7:14 Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. 

Se había construido el templo. Salomón había orado y todos los hijos de Israel al ver la presencia de Dios en aquel lugar; se postraron, sobre sus rostros en el pavimento, adoraron y alabaron a Jehová diciendo: "Porque él es bueno, y su misericordia es para siempre". 

Luego los sacrificios delante de Dios fueron por mil bueyes, miles de ovejas, y los sacerdotes, los levitas, los instrumentos de música, todo dijo, presente. Era un ambiente de fiesta y consagración.

Todo estuvo bien, pero Dios habló a Salomón una vez más diciendo: "si se humillare mi pueblo".

1. Humillarnos delante de Dios

Humillarse es doblegarse, es someterse, es sinónimo de la humildad. De acuerdo al Diccionario Bíblico Mundo Hispano, el significado apunta a varias direcciones, pero el pensamiento central es ser libre de orgullo: humildad, mansedumbre, modestia, benignidad. El humillarnos delante de Dios es una de las condiciones para obtener su favor (2 Crónicas 7:14), y es una de sus demandas supremas (Miqueas 6:8). Dios mora con el humilde (Isaías 57:15). Por lo tanto, Dios demanda postración. Fíjense que lo habían hecho todo bien, pero faltaba algo y Dios demanda que el pueblo se humille. Ese pueblo lo tenía todo, en cuanto ofrecimiento, pero nunca postraron su corazón delante de Dios. Día a día vivimos haciendo alardes de todo lo que tenemos, de cómo se hace en nuestras iglesias, de cuántos hay, etc. No está mal, pero Dios exige más, exige que seamos humildes.

2. Orar 

 Una vez libres de orgullo, nos podemos acercar a Dios. Con temor y temblor oramos y buscamos su rostro. Cuando oramos, hablamos con Dios, pero también le escuchamos. Nuestra oración tiene como principio establecer la comunicación que Dios mismo provoca en nosotros/nosotras. Hacemos mil cosas, pero la oración es vital para comprender el propósito de Dios. La oración no es un monólogo, es un diálogo. ¡Dialoguemos con Dios! Oramos porque encontramos y encontramos porque oramos.

3. Buscar su rostro


Buscar su rostro es asumir la dirección en la que está Dios. Es movernos a donde está su presencia. Cuando buscamos su rostro afirmamos nuestro pacto con Dios, somos guiados por su Espíritu. Si observamos bien estamos buscando. Buscar es tener la esperanza de encontrar. No detengamos nuestra búsqueda porque en ella llegaremos a encontrarnos con nosotros mismos. 

¿Estaremos humillándonos delante de Dios, orando, y buscando su rostro? ¿Qué ocurre si lo hacemos? 

Oremos: Dios que guía y bendice a quienes te buscan. En estos tiempo, de rumores de guerra, de tristezas sociales, de angustias económicas, nosotros/nosotras nos postramos, nos humillamos delante de ti. Oramos a ti y buscamos tu rostro. Necesitamos que tú seas nuestro guía en este tiempo. Sin tu presencia no podemos estar. En el nombre de Jesús, amén.