"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
Texto: Juan 12.20-24; 1 Pedro 1.16 Hace falta más de mi vida Esperar cada culto como dosis medicinal para continuar en la semana es estar medicado pero no santificado. Hablar de santidad sin muerte es hablar de un Jesús triunfalista. Jesús no vino a hacer nuestra vida normal, egoísta y pecaminosa. El vino para cambiar radicalmente nuestras vidas. El vino a matar nuestra vida pecaminosa, para que pudiéramos experimentar la verdadera vida. Quien valora su vida de pecado, los placeres tiene como fin la muerte espiritual. La vida abundante en Cristo se alcanza cuando le damos muerte a la vieja manera de vivir. ¿Está dispuesto a dejar morir en usted lo que dará lugar a la santidad? Tenemos que aprender a morir a nosotros mismos para ser resucitados enteramente a una nueva dimensión de la vida cristiana victoriosa. ¿Cómo buscamos la santidad? Es estar "unidos a Jesús", en la muerte y resurrección. Escogemos obedecer a Dios no solo el domingo o en los cultos sino todo el día, todos los días, etc. Vivimos para Dios y no para nosotros. Esa santidad se alcanza estudiando la Palabra de Dios, orando, sirviendo, ayunando, etc. Es decir, que vivir en santidad es emular a Jesús. Vivir en santidad es actuar como Jesús no para ganarnos puntos, como si se tratara de eso. Es alcanzar a entender que ya hemos sido santificados en Jesús y servirle es un honor y no una esclavitud. Nuestro corazón está agradecido por lo que Jesús hizo. Somos libres del poder del pecado y ahora hacemos las cosas que nos llevan a la santidad.
Ese fuego es para todos y todas. La santidad no es un privilegio de unos pocos, sino un deber de todos. Si Dios quiere que seas santo, ¿por qué tú no lo vas a querer? ¿Crees que es muy difícil? La dificulta de la santidad no está en Dios sino en ti. Si entiendes que solo lo puedes hacer porque tú eres tan grande que puedes tener la santidad, déjame darte una mala noticia: Jesús dijo: "Sin mí nada podéis hacer... ¡nada!", Juan 15.5., y "todo es posible al que cree", Mat 9.23. La santidad no se improvisa, no se da de un día para otro. Es un camino de subidas hacia la altura y supone esfuerzo y trabajo personal. La clave está en ser firme. Mantenerte firme en lo que has creído. Nadie es copia de nadie por eso cada uno busca su propia santidad. La oración viabiliza ese proceso de santidad en nuestras vidas. Bajo el mismo Espíritu Santo de Dios. Pregúntate cada día: ¿Esto que voy a hacer ¿le agradaría a Jesús? ¿Qué haría Jesús en mi lugar? Esas preguntas rompen nuestras agendas. Si quieres vivir en santidad debes dejarte tocar por el Espíritu Santo. ¿Estás dispuesto a que rompa tu agenda? Si es así debes confesar. Deja que el Espíritu Santo tome el control de tu vida. Oremos: Dios de la vida y de todo lo creado. Hacer tu voluntad es iniciar nuestro camino de santidad. Pasa de nosotros nuestros intereses, nuestras agendas, nuestros pensamientos y ayúdanos cada día. Oro para que tu mano nos guíe y nos permita obedecerte en todo tiempo. No es fácil, pero no es imposible. Todo lo puedo en ti que me fortaleces. En el nombre de Jesús, amén.
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AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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