La Palabra de Dios es Palabra de Dios

1 Pedro 1.25

La Palabra de Dios es la Palabra de Dios, en medio de la humanidad y dirigiéndose a la humanidad (sea como sea). Esa Palabra ha hablado, habla y hablará. Es la Palabra de su acción en los humanos, en favor de los humanos y con los humanos. No es una acción muda sino testimonial, por lo tanto, hablante. Puesto que únicamente Dios es capaz de hacer lo que hace, le permite decir lo que dice. En la pluralidad de su forma, encaminado desde su origen hasta su meta, no está escindida, sino que esa Palabra es una sola. La Palabra de Dios no es ambigua sino unívoca, no es oscura sino clara, por lo tanto comprensiva para el más sabio como para el más ignorante. Dios actúa, y al actuar habla. Esa Palabra puede ser desoída de facto, pero nunca en ningún lugar puede ser desoída en vano. 

La Palabra de Dios es Evangelio, Palabra buena, porque es acción buena de Dios, palabra que en esa acción se expresa y se convierte en interpelación. Por medio de su Palabra, Dios revela su acción en su pacto con el ser humano. Revela su santidad, pero también su misericordia. En su palabra revela al ser humano como creación suya.

Cristo es la Palabra.  Cristo  es la culminación, es decir, el cumplimiento de la promesa. Es la reconciliación del mundo con él mismo. Es la realización, la consumación de todos los tiempos. Su Palabra sigue siendo un anuncio consolador dirigido a todos los humanos, es un anuncio que invita al arrepentimiento y a la fe. Es una Palabra dirigida a todos los pueblos y naciones de cada tiempo y lugar.

Nuestra tarea es hablar sobre esa Palabra. El Cristo es el salvador. Ya no es meramente Palabra sino Dios en nosotros y con nosotros/nosotras.

Oremos: Dios de la historia, de la creación y todo cuanto existe. Te revelaste por palabra para ser Palabra encarnada. No tengo duda, que como Palabra alcances todos los lugares. Gracias por que enviaste a tu hijo. Su vida fue palabra encarnada en cada acto. Hablaré de ti mientras me quede vida. En tu nombre, amén.