"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
“Velad y orad, pues, en todo tiempo para que tengáis fuerzas y escapéis a todo lo que está por venir y podáis estar en pie delante del Hijo del Hombre”, Lucas 21.36
Hay muchas disciplinas que muchos no pueden realizar por la complejidad de estos pero estoy seguro que orar es algo que todos podemos hacer. Es muy cierto que la oración es hablar con Dios y luego de esta definición todo es complicación. Elevamos nuestro corazón a Dios o más bien lo ubicamos bajo su poderosa mano. De seguro que el corazón que late delante de Dios expresa en cada pálpito su agradecimiento, como cántico de adoración genuina. En la oración nos orientamos a Dios. Ella sirve como arado que surca el terreno en el que será lanzada la semilla. Orar es el consejo más sabio que podemos dar los pastores en tiempos de crisis y no la salida a una difícil respuesta. Cuando les decimos “ora y no dejes de orar” lo hacemos afirmando que es el secreto de la vida misma. En la oración colgamos los elogios y los créditos que cualquiera pueda hacernos. No orar se remite a aceptación de créditos, de adulaciones y exaltaciones que no nos corresponden. Postrarnos delante del Señor señala a qué pies colocamos todo lo que somos. La oración debe ser continua. Jesús siempre oró. En la oración no acomodamos a Dios a nuestros preceptos más bien nos amoldamos a su voluntad. En ocasiones parece que no recibimos respuesta de Dios. ¿Estás pidiendo bien? ¿Es la voluntad de Dios? Quisiera compartir tres aspectos necesarios en tiempos de oración:
Si Dios te hace esperar y no recibes respuesta sigue orando. Oremos: Dios de la vida. Cuan maravilloso es acercarnos a ti en la certeza de que nos escuchas. Nuestro corazón está desnudo delante de ti y confiamos en que a tu tiempo nos darás la respuesta a nuestras oraciones. Si tarda ayúdanos a discernir tu voluntad para no hace lo que esté fuera de tu voluntad. En el nombre de Jesús, amén.
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September 2017
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