En proceso

Ro 8.18

Lo que estamos viviendo son tiempos sumamente duros y complicados. Las balaceras continúan teniendo lugar en las cercanías de nuestras casas. Matar a alguien de vehículo a vehículo ya parece normal. Las sociedad vive insensible ante tales hechos. "Tengo por cierto las aflicciones del tiempo presente". No hay duda que eso es así, hay mucha dificultad, mucha adversidad, pero no imposibilidad. Este ambiente en el que estamos, en el que nos desarrollamos y vivimos, es imperfecto, un mundo de luchas y resistencias; de obstáculos, batallas, problemas desconcertantes, etc. 

Ello no podemos quitarlo, pues es como si quitáramos el invierno, el verano, de nuestro sistema. Esas estaciones que son de calor y frio no nos gustan mucho, pero sin ellas el año no cumple su gloria. Lo que llamamos aflicciones fortalece nuestro carácter. Cada prueba y batalla nos fortalece para mirar con esperanza a través del canal del sufrimiento.

Esas aflicciones "no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse". La gloria venidera es más que todo lo que estamos viviendo. No te quites, mantente firme, no te intimides, no temas. Ciertamente lo que nuestros ojos ven parece demasiado, pero lo que Dios nos tiene es asombroso. Sí podemos hablar de cosas mejores y sí podemos hablar de mejores momentos. Nuestros periódicos no son los que dictan cómo viviré el día sino la Palabra de mi Dios que permanece para siempre. Las noticias de Dios siempre son mejores que las del periódico, que la revista, que las del libro, etc. Aferrarnos a la esperanza venidera es afirmar la realidad de una vida eterna.

Oremos: Dios de la vida y el amor eterno. Ciertamente hay sufrimiento, pero jamás se compara con tu promesa. Estamos confiado de que tu amor se manifestará en la gloria venidera sobre nosotros una vez más. No dudo que no se puede comparar lo que tienes para nosotros y nosotras. Siempre lo que tú nos das es mejor. Gracias Señor por tu bondad y promesa esperanzadora. En el nombre de Jesús, amén.