"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
Si queremos hablar de avivamiento el punto de partida es el quebrantamiento. Nuestro vivir puede pasar por el fracaso y la adversidad pero jamás por la derrota porque el poder de Dios no tiene límites. Si queremos ver, el poder del Señor Jesús, tengamos una relación poderosa con él. Debe ser vivido en el corazón y ser visto en nuestras vidas. Si queremos vivir una vida de poder en Jesús debemos aprender a dejar nuestra voluntad quebrantada y sometida a la suya. El inicio del avivamiento es el quebrantamiento. Es ser “No yo, sino Cristo”, Gálatas 2.20. Hablar de quebranto no es otra cosa que los golpes que recibe nuestro corazón. Es la manera en que “los golpes echan”. ¿Será que habrá cosas en nosotros que deben ser echadas?
El “yo” tiene que doblegarse ante Cristo. ¿Cómo? Que el “yo” tiene que doblegarse a Cristo. Para que Dios obre en nosotros y Cristo viva plenamente en nosotros debemos hacer morir el “yo”. Ese “yo” duro y soberbio, que se justifica, que quiere hacer siempre su voluntad y busca su propia gloria, tiene que bajar la cabeza ante la voluntad de Dios. Ese “yo” debe admitir errores y rinde su voluntad ante la de Dios. Es entregar nuestros derechos a Dios para que toda la gloria sea para Dios. ¿Cuánto de tu propio “yo” hay en ti? Cuando los yo nuestros se interponen son irritables, envidiosos, se resisten, critican, se incomodan y preocupan a los demás. Si vives en tu “yo” y actúas de la manera anterior esquivas, eres egoísta y reservado. ¿Dónde está tu “yo”? Si estás de esa manera debes ser quebrantado. Deja que el Señor saque a golpes lo que no te deja tener una relación poderosa con Dios. Mientras tu “yo” tenga el control no pretendas estar lleno de quien debe habitar en ti. Volvemos “No yo, sino Cristo en mi”. Si queremos que Dios nos quebrante debemos oir su voz porque es su Palabra la que alumbra nuestro camino. Así tendremos un espíritu dispuesto a ser redargüido por Dios mismo. Ello nos llevará a una relación profunda con Dios y en comunión plena. Cuando Dios nos muestra “nuestro yo” nos volvemos soberbios o más bien inclinamos nuestra cabeza, nos arrepentimos y decimos: “Sí Señor”. Cada día vivamos en proceso de quebrantamiento y el resultado será que Cristo crecerá en nuestra manera de vivir. La cruz es el crisol para el quebranto. Allí fue que se demostró lo que es recibir golpes para quebrantar y obtener la victoria. Siempre tendrás muchas cosas para hacer y escoger pero morir al yo no lo encuentras en el supermercado, ni en las tiendas, ni en las redes, ni se compra, ni está en otro/otra. Si quieres morir al “yo” debes mirarte tú porque te pertenece a ti. Ese morir al “yo” es permanente. Mientras más profunda sea el canal que haya calado en ti el quebrantamiento mayor será y más profunda tu relación con Dios. La vida que agrada a Dios es la que vivimos en Cristo, de ninguna manera la nuestra, no importa cuánto nos esforcemos para agradarle. ¿Qué tienes que decirle a Dios en oración? Yo le diré: Dios de la vida. Rómpeme cada día. No soy digno de que me tomes en consideración para tan hermoso llamado. Tus cuerdas me cayeron en lugares deleitosos. Es hermosa la heredad que me ha tocado. Mi “yo” está en tus manos porque quiero que Cristo viva en mi y yo solo viva su voluntad. En el nombre de Jesús, amén.
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AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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