"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
¿Libertad? ¿Somos libres? ¿De qué tenemos que ser libre? Son algunas preguntas que nacen al pensar en el concepto libertad. Lo que si es indelegable es que los apóstoles y las primeras comunidades cristianas proclamaban una fe que tenia una dimensión moral.[1] Por otro lado, la ética cristiana tiene que ver, según el Dr. S. Ojeda, “con la reflexión sistemática sobre lo que va envuelto en la naturaleza ética de la religión cristiana”. Añade que esa ética tiene una etimología (ethos), que tiene que ver con estabilidad, con seguridad y la seguridad necesarias para poder actuar. También ética tiene que ver con aquello que sostiene a una sociedad humana. Adhiere, “que como disciplina teológica, implica reflexión sobre la vida, sobre el cemento de la sociedad y sobre la moralidad”.[2] Tanto para los primeros cristianos como para los antecesores judíos (hebreos), la práctica moral era parte integral de la vida. La ética y la moral cristiana se pueden definir como imitación de Jesús. Claro que la imitación de Jesús es ser fieles a Dios como él lo fue. Es actuar como Jesús en la voluntad y total confianza en Dios. La ética no intenta describir nuestras prácticas morales, sino evaluar si nuestra moral cotidiana es lo que debemos seguir, según el Dr. García.
Utilizamos indistintivamente la palabra ética y moral, pero debemos establece que no son lo mismo, aunque no están divorciadas. La moral se enfoca en la práctica cotidiana y la ética es la reflexión sistemática y critica sobre la práctica moral cotidiana. Esgrimir estos conceptos de manera sencilla es solo la acción para vuelcar conceptos como la “libertad” que estaremos discutiendo, aunque de manera superficial. “Nuestra libertad, que es el corazón de nuestro ser como agentes morales, nos da el poder para determinar quienes somos y quienes queremos ser”.[3] Esa libertad nos permite discernir y determinar nuestra existencia, para actuar en vías de nuestra realización. Nos define como entes trascendentes y ello es lo que hace que interroguemos. Lo que indica que nuestro medio no nos determina. La sociedad misma debe presentar alternativas para determinar quienes queremos ser y como queremos vivir. La libertad implica cuestiones morales como religiosas. No hay compromisos obligatorios ni sociales; ni religiosos. Ahora bien si vamos a realizarnos como entes morales, la libertad tiene que estar acompañada por el compromiso y la responsabilidad personal. Sin embargo, no podemos continuar hablando de libertad si no la definimos, si no entramos en los aspectos de la esclavitud, de lo que ocurrió en la historia. Luego mencionaremos algunos filósofos, el judaísmo y la libertad en el Antiguo Testamento. Finalmente atenderemos el Nuevo Testamento, la acción de Jesús y las palabras paulinas. Todo ello de manera simple y sin intenciones de presumir conocimiento absoluto. También quisiera aclarar que la utilización de la palabra (hombre) no es dado por asuntos de exclusivismo, sino por aseveraciones de autoria. Nuestra posición es inclusiva y más cuando la temática de este trabajo abunda en el asunto de la libertad. Veamos las definiciones y naveguemos. No cabe duda que hay algo especial en los seres humanos cuando se les compara con el resto de la creación. De manera que los seres humanos tienen una particular comunión con Dios. Los humanos tienen libertad para obedecer y para desobedecer. La capacidad de intelecto permite entender lo que les rodea y controlar parte de ese mundo. Así que la humanidad es “cualitativamente diferente del resto de la creación”.[4] El tema de la libertad es inagotable.[5] Por lo tanto cuando escribimos sobre la libertad lo hacemos desde nuestro contexto. Es por ello que estaremos describiendo el concepto libertad desde la Ética Cristiana. No obstante, me parece indelegable definir conceptos para una mayor comprensión de dicho trabajo. El concepto libertad es la facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos.[6] También podemos decir que libertad[7] del latín “libertatem”, acusativo para “libertas” y ésta del adjetivo “liber” (fem. “libera” neut. “liberum”, cuya forma arcaica era “loebesum”).[8] A través de la Biblia es común la idea ordinaria de la libertad como el “feliz estado de no ser esclavo”.[9] ¿Qué nos hizo esclavo? ¿Somos libres? ¿La libertad tiene un origen? El relatote Génesis 1-3, como mito, constituye la mejor y la más profunda expresión de la conciencia que posee el hombre de su alienación existencial…, ya que nos señala la posibilidad de la caída, los motivos de la misma, el hecho en sí de la caída y las consecuencias que acarrea, según P. Tellich. Insiste Tillich que el hombre posee de su finitud y de la finitud universal, lo que afirma que no se trata de la libertad sino de la libertad finita. La humanidad tiene libertad. Sin embargo el ser humano es finito y está excluido del finito al que pertenece. Así que el hombre tiene una libertad finita y Dios libertad infinita. “El hombre es libre en la medida que posee un lenguaje”.[10] Es libre en la medida que puede interrogar acerca del mundo que lo rodea, de la existencia misma, la naturaleza y profundizar en la realidad. Una de los aspectos más extraordinarios es la discusión de la iglesia antigua, fundada sobre el pensamiento judío temprano que exalta las características humanas a través de las historias de la Creación del Génesis. Particularmente en la imagen de Dios (Imago Dei) según fue creada la humanidad. La discusión si la imagen y la semejanza eran los mismo o diferentes fue ardua. Independientemente el ser humano es distinto a Dios, pero con una relación especial con Dios. Uno de los conceptos o elementos que sostiene la imagen de Dios en los seres humanos es la libertad. “A los humanos se le dio la capacidad divina de hacer decisiones, incluso decisiones contrarias a la voluntad de Dios”.[11] Esto es lo que dicen algunos, obviamente no necesariamente es nuestra opinión. Sin embargo de que la libertad está, es lo que nos compete. El Antiguo Testamento le da un privilegio a la dimensión ética y moral de la existencia. Su moralidad se desprende o se inspira a través de las leyes, profecías y dichos de sabiduría. El Pentateuco presenta al Dios que se preocupa de la creación, por el bien de la vida humana y por la calidad moral de las relaciones humanas dentro de la comunidad. Los diez mandamientos son un ejemplo de lo que son guías para la formación personal y comunitario. Los profetas nos recuerdan que Dios se preocupa no solamente por las acciones morales, sino también por la justicia social. Ello nos lleva a entender que las acciones de Israel tienen sentido en una reflexión desde la esclavitud. Porque el ser humano decide. La libertad que Dios le da al pueblo de Israel en Egipto, los hace pueblo dándoles un pacto, introduciéndoles en una tierra prometida y emprendió la tarea de mantenerlo allí en un estado de independencia política y prosperidad económica en tanto se abstuvieran de la idolatría y guardaran sus leyes. Lo que produce que la libertad de Israel no depende de esfuerzos humanos, por decirlo de esa forma, sino de la calidad de la obediencia de Israel a Dios. Lo que hacia que la libertad fuera una bendición sobrenatural, un don de la gracia de Dios a su pueblo, sin meritos e inalcanzable sin Dios y conservada solo a através del favor continuo de Dios. Todo inició en Éxodo 3:7ª “Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, 3:8 y he descendido para librarlos de mano de los egipcios…”. Lo que señala que el cristianismo no es otra cosa que la respuesta de Dios al clamor de los esclavos, de los oprimidos, etc. Sin embargo el esclavo se ve obligado a cumplir la voluntad del otro, sin cumplir su voluntad. En la antropología hay un abanico de formas de esclavitud, llevado en diversos países a lo largo de la historia. De hecho las ciencias humanas denuncian situaciones, sin apariencia de esclavitud que conducen a los seres humanos a la condición de esclavos. Lo que debemos mirar es si el miedo, el temor u otra aseveración de terror es lo que provoca la libertad. Yo entiendo que no. La libertad es parte de nuestra naturaleza humana y es la aspiración de todo ser humano. No olvidemos que por libertad se ha matado, se han creado guerras, se ha lastimado al otro/otra. Entendiendo, de manera general, que la libertad tiene una contraparte, la esclavitud, debemos asumir una postura de análisis en lo que ha sido la esclavitud en nuestra historia. Los primeros gritos de libertad fueron escuchados en Grecia, en la época clásica (Siglo V a.C.). Ahora, fue en Israel donde se manifestó por primera vez la plenitud de la libertad. Tanto Grecia como Israel son las dos fuentes de la libertad humana. Los movimientos de libertad surgen en dichas fuentes. Que todos los humanos nacen libres, no creo, que todos son esclavos tampoco, eso es tan complicado como el mismo concepto libertad. “La libertad como derecho nace en el cristianismo”.[12] El derecho a la libertad es Occidental, sus raíces no están en otras culturas. ¿Cómo entra la libertad sino es por consecuencia de la esclavitud? La esclavitud es prehistórica no es un asunto nuevo. En America, los pueblos oriundos (amerindios) tenían esclavos; en África también había esclavos en todos los pueblos, con venta a los árabes como a los comerciantes occidentales. No olvidemos que las grandes civilizaciones de Oriente; Egipto, Mesopotamia, Persia, India, China, se levantan gracias a los esclavos. Grecia es un ejemplo de edificaciones con el trabajo esclavo. Se dice que el número de esclavos era tanto como el de ciudadanos libres. De hecho en America hubo un momento en el que eran más los esclavos que los españoles. El Imperio Romano hereda la misma estructura. Por ello hay unos pueblos que reciben el nombre de (eslavos=esclavos), grandes abastecedores del Imperio bizantinos y de los imperios musulmanes (primero árabes y después turcos). Desde el norte de África, los árabes, iban a buscar esclavos al litoral mediterráneo de la cristiandad y los cristianos tomaban esclavos del mundo árabe. Al principio la esclavitud no se realizaba con fines económicos, sino que obedecía a un asunto, más bien, religioso y pudiéramos decir cultural. El esclavo recordaba la superioridad del otro, lo que significa que por pobre que fuera el otro, se sentía libre y superior en su condición. Había esclavos también preservados para los sacrificios para algún fin de la tribu. Las deidades, generalmente, se alimentaban de ellos. En China se enterraban los emperadores fallecidos con sus esclavos. De manera que para toda construcción eran necesarios los esclavos. El trabajo de la mina, tareas domesticas, servicio real etc., era realizado por esclavos y esclavas. El esclavo es alguien que como ser humano carece de voluntad, por ello decían que eran gente sin sentimiento, sin raciocinio. Era un objeto pasivo en manos de su amo; no tenia derechos ni existía civilmente. En America no se contaba el esclavo, a menos que se considerara fugitivo, porque ahí si que los contaban. Para otros ganar una guerra era poseer esclavos. No podemos olvidar que rechazar la esclavitud no genera libertad. Los romanos solían liberar a sus esclavos después de treinta años de servicio. Una vez emancipado era un liberto, aunque no llegara a ser romano en cuanto a derechos de ciudadanos. Volviendo a Grecia es allí donde comienza este asunto de la libertad. Ciudadanos de las diferentes (polis) griegas, sustituyeron los reyes por el poder aristócrata. Aprendieron a gobernar sus ciudades ellos mismos. La libertad griega fue una libertad política; llegaron a definir los derechos del ciudadano. Esa libertad civil llevó a la personal. Ahora la democracia griega no excluía la presencia de esclavos. El ciudadano se ocupaba de la política y el esclavo de la construcción. En cuanto a las mujeres en Atenas, eran entregadas en: Matrimonio muy jóvenes, comían menos que los hombres, Vivian en condiciones insalubres, se dedicaban exclusivamente a las tareas del hogar. Estaban apartadas totalmente de la política. No hay indicios de actividad literaria por parte de mujeres en aquella época.[13] Había cierta democracia que podía dar lugar a ciertas rebeliones, pero difícil la manifestación de una rebelión de mujeres. Hoy no es así. Para Potrágoras “el hombre es la medida de todas las cosas”. Para Pitágoras, “todos los hombres son iguales por naturaleza”. Entonces llegó Platón, el peor enemigo de la democracia y la libertad, según J. Comblin. Platón es quien introduce la división en el ser humano. Para el cuerpo es esclavo y debe ser tratado como esclavo. Tanto Platón como Aristóteles confinan la libertad a lo interior. Por ello tanto uno como el otro, han ejercido una profunda influencia en el cristianismo y que, en alguna medida se desarrollara con potencialidad. Entonce se redujo el evangelio a la búsqueda de la libertad del interior muy contraria a la tradición bíblica. Quisiera dedicarle este espacio a la historia de la esclavitud en general, antes de entrar en la libertad en el judaísmo. La justificación de la esclavitud recibida del Estado como la Iglesia es muy antigua. “El estado la creyó necesaria para su desarrollo económico y la Iglesia le impartió la aprobación como medida civilizadora y cristiana”.[14] No olvidemos que en la antigüedad se acepta que había hombres destinados a desempeñar el papel de esclavos. Además en la Biblia se presentó la relación entre amo y siervo como una justa gradación social, según L. Díaz Soler. Cuando la esclavitud se generalizó a la America, se hizo necesario legislar en cuanto a ella, quedando institucionalizada dentro del Estado europeo. En principio, tanto la Iglesia como el Estado la condenaron. Los Jesuitas, como los teólogos más destacados “proclamaron el derecho natural de la libertad, pero también aceptaron la necesidad de legislar para una institución ya establecida, a fin de determinar la condición jurídica y espiritual de los seres que se veían privados de su libertad. El comercio de esclavos rompe históricamente su record en America, donde llegaron millones de africanos. Europa estaba llena de esclavos en el siglo XVI, esto hasta el siglo XVIII, cuando las naciones europeas emancipan a todos sus esclavos. La movida de esclavos a America, particularmente a Brasil es una abrumadora. Brasil es la “segunda nación del mundo con población negra”.[15] No podemos pasar por alto el hecho de que la colonización en America, inicialmente no tenía la intención de traer esclavos, pero ya para 1501 la historia era otra. Los reyes aprobaron las leyes para la entrada de esclavos negros en las colonias de ultramar. Ello llevó a que la esclavitud en America fuera razón de guerra, y en Puerto Rico durara hasta 1873. Gracias a los abolicionistas que perdieron la vida para darle la libertad a quienes arrancaron de su cultura, de su religión, de su nación. Sin embargo este aspecto es político social y nuestro trabajo es ético cristiano, pero no podemos pasar por alto la historia. Conocida esta breve historia podemos volver a la temática de la libertad en la perspectiva judía y cristiana. En el judaísmo se encuentra la fuente más directa del mensaje cristiano de la libertad. Ello hace que la historia de Israel, hasta desembocar en Jesús, quienes reconocen los cristianos como el Mesías. Claro que la misión de Moisés tuvo el fin de representar a Dios ante la esclavitud de su pueblo y manifestar de modo efectivo su voluntad de liberarlo. Es entonces Moisés el instrumento de liberación. Creo que eso es lo que hace a Moisés, en cierta manera mesiánica. Esta figura de Moisés es el nuevo paradigma hasta que llega Jesús. La libertad estará en la misión de liberar a su pueblo. La larga tradición del judaísmo depositó sus esperanzas en la ley. Moisés es como su fundador, aunque las recibe de parte de Dios. Entonces la ley no es un instrumento de castigo, sino de liberación. Es por eso que el culto se fundamenta basado en la ley. Luego eso fue cambiando y hubo grupos que sabían que la ley no era la liberadora. Eso es lo que hace que los signos en la historia sean observados de manera que ese sentido mesiánico sea para todos/todas. Si miramos con detenimiento el aspecto de Israel nos damos cuenta que la desobediencia, sea en forma de impiedad religiosa o injusticia social podría significar la perdida de la libertad. El juicio de Dios podría tomar la forma de un desastre nacional y la subyugación y deportación a lugares donde no podían ver las señales divinas. Así la idea de la libertad llega a significar, por una parte, liberación de toda fuerza creadora que pudiera impedir al hombre servir a su Creador y gozar de él y por otra parte la felicidad de vivir en comunión con Dios. Es un don libre de la gracia, otorgado a los que viven conforme a su pacto. No perdamos de perspectivas que la Biblia enuncia y anuncia un mensaje. Si hace una discusión es la interpretada por la humanidad, quien se siente interpelada. Por eso cada relato de liberación del pueblo de Israel nos advierte sobre nuestro llamado lo que provoca la búsqueda de sentido de lo que Dios hizo. Por ello es que hay que dialogar sobre la libertad en la Biblia con cuidado. La palabra liberación desde su alumbramiento en el Éxodo está cargada de esperanza. El ser humano actual busca y afirma la libertad. Ahora; ¿cuando comienza eso? Ya lo hemos dicho al principio de este trabajo, aunque no está explicito el asunto de la libertad en el Génesis, está claro su libertad. El lenguaje en el que es diluida la libertad está en la experiencia histórica. Algo en el Antiguo Testamento son las palabras nasal y palat, hace alusión a los hechos de Dios. Es decir que es la acción liberadora de Dios; es la liberación temporal de Dios a su pueblo. El concepto nasal en conexión con (Éxodo 6.6; 18.10) establece su intima relación con el concepto de redención. Como Señor de la historia, él interviene para librar (Sal. 106:23) a los suyos y sus liberaciones son sus hechos salvíficos (Sal. 7.1), y por ultimo en un sentido espiritual. No se trata solamente de una exigencia "del momento histórico actual", sino de la aspiración a la libertad inscrita por Dios en el corazón del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios (Gen 1,26-27), es decir, hecho para vivir como hijo del Dios de la libertad. Eso ya lo hemos mencionado. Si se considera que "liberación", en sentido bíblico, implica el paso de una condición ruinosa a una situación de "salud", comprendemos entonces que "liberación" equivale a "salvación" o "redención" por obra de una acción poderosa y libre de Dios. Sin embargo no están, necesariamente ligados en la Biblia. Por consiguiente, afirma que la liberación fundamental y radical es la liberación del pecado, que es acción de personas libres y responsables. El fruto y la consecuencia del pecado son las situaciones de injusticia, de opresión, de esclavitud, que a su vez engendran la injusticia. Partiendo de esta distinción entre la "causa", lo que es "fundamental" y las "consecuencias", se justifica la separación de las voces liberación a pesar de que las dos están estrechamente unidas entre sí. Es necesario poner atención en el significado exacto de algunos vocablos que, dentro de nuestro mundo cultural, están cargados de significados diversos, al menos en parte, de los que da el texto bíblico. Por ejemplo, el verbo "hacer salir" (en hebreo, hosi), referido al éxodo de Egipto, era el verbo usado en el lenguaje jurídico para indicar la liberación de los esclavos. Cuando las infidelidades del pueblo de Dios dieron por resultado la ruina de Jerusalén y el exilio, la liberación de los judíos deportados a Babilonia fue una segunda redención, cuya buena nueva constituye el mensaje principal de Is 40-55, Yahvé, el Santo de Israel, es su «libertador», (Is 43,14; 44,6.24; 47,4; y Jer 50,34). Los últimos siglos que preceden a la venida del Mesías están marcados por la espera de la «liberación definitiva» (traducción del Targum en Is 45,17; cf. Heb 9,12), y las oraciones más oficiales del judaísmo piden al liberador de Israel que acelere el día. Sin duda más de un judío aguardaba sobre todo del Señor la liberación del yugo impuesto por las naciones a la tierra santa, y quizás era así como los peregrinos de Emaús se representaban el quehacer del «que liberaría a Israel» (Lc 24,21). En el plano social la misma legislación bíblica está marcada con el recuerdo de la primera liberación de Israel, sobre todo en la corriente deuteronomista: Al esclavo hebreo se le debía dar libertad el séptimo año para honrar lo que Yahvé había hecho por los suyos (Dt 15,12-15; cf. Jer 34,8-22). Por lo demás, no siempre se respetaba la ley; así, aun después del retorno del exilio, Nehemías tendrá que alzarse contra las exacciones de algunos de sus compatriotas que no vacilaban en reducir a esclavitud a sus hermanos «rescatados» (Neh 5,1-8).[16] Y sin embargo, «dejar en libertad a los oprimidos, romper todos los yugos» es una de las formas del «ayuno que agrada a Yahvé» (Is. 58,6). Es ello lo que nos lleva al libertador por excelencia que se llama Jesús de Nazaret. Ahora bien, no podemos pasar por alto que Jesús es el punto de referencia de todo el Nuevo Testamento. Es la vida, muerte y resurrección de Jesús, la persona en la que los cristianos fundamos nuestra vida religiosa y nuestra moral, es mas me atrevo decir, nuestra Ética. Jesús es más que nuestro modelo, es nuestro redentor. Cuando Pablo, Juan, Santiago y los demás anuncian el evangelio de libertad, se refieren al modelo de Jesús. De ese ejemplo vivido por Jesús. Cuando el pueblo de Israel comenzó a concebir la vida cristiana como algo individual, como si cada cual se tenía que salvar solo, entonces la Teología de la Liberación accionó en ese Jesús publico dentro del pueblo de Israel. El aspecto político de Jesús es ambiguo. Aunque había política en todo el Imperio Romano tenemos que señalar que en el ámbito del judaísmo era diferente. Que Jesús haya reclamado el título de Mesías sigue siendo una controversia. Jesús denuncio a los fariseos, sacerdotes, escribas, y a Herodes. Esas denuncias no son propiamente políticas, sino que son interpretadas de esa forma. Jesús quería ser libre y por eso se niega a someterse a quienes usurpan el poder de Israel. Era la predica de una emancipación de los falsos dirigentes. Las acciones de Jesús no eran un asunto de destrucción sino de justicia y autoridad. Cuando la proclama quiere destronar a otro se hace política, pero Jesús no quería utilizar su poder para establecer otra política, sino para denunciar. Jesús solo quería conservar su libertad. Su libertad estaba en el servicio al prójimo: enfermos, endemoniados, excluidos, leprosos y todas aquellas personas cuya vida era un estado de esclavitud. La acción de Jesús abolía la esclavitud en el ser. Esa compasión de Jesús no era bien vista por los judíos. El sabía que su modelo era la normativa para los discípulos porque marcarían el camino a seguir. Jesús quería que sus discípulos fueran libres, que conquistaran su libertad. A que fueran los protagonistas de su libertad, desde el aspecto decisional. Enseñó que cada uno tiene su propio camino, que hay que cambiar, pero es algo personal. La compasión de Jesús hacia el prójimo esclavo o esclavizado mueve a la libertad. En la parábola del buen samaritano, el sacerdote y el levita eran esclavos de las leyes del templo. El samaritano demostró su libertad, lo dejó todo y se ocupó del que habían apaleado. Jesús es libre frente a la sociedad: Frente a su familia es grande su libertad. Sus familiares dan pasos para apartarle de su vida peregrinante (Mt 12, 46 50). Los suyos pretenden que ha perdido el juicio. Jesús no se siente encadenado por la esclavitud familiar: su madre y sus hermanos son los que escuchan la palabra de Dios. El profeta no permite que los suyos le vayan dictando su conducta. Los nazarenos lo saben, y por eso lo rechazan (Mc 6, 1-6; Lc 4, 16-24; Mt 13, 53-58). También a sus discípulos les exige Jesús esa libertad frente a su familia (Lc 14, 26-28). Jesús no es ni el hombre de una familia, ni el de una aldea o una tribu. Va más allá de los imperativos familiares y tribales.[17] Jesús actúa desde su voluntad frente a una sociedad impositiva. Lo que implica que Jesús no es meramente un modelo social, sino más que eso es nuestro redentor. Sin embargo, esa oposición estaba ya en el origen: se debe a la actitud de Jesús frente a los guardianes oficiales de la ley y de la religión. Jesús no tiene miedo de tratar con ellos (Lc 11, 37 s), pero considera nula su autoridad. Los fariseos no estaban muy contentos con esto. La libertad de Jesús frente a ellos permite enjuiciarlos como inmorales, interesados e hipócritas. Jesús condena su función social, es su poder lo que quiere romper, y en esto es donde demuestra su libertad. Su “rebeldía” contra los maestros de la ley es una rebeldía en favor de los pequeños. Los amos les imponen un yugo insoportable. Ignoran que Dios les hace libres. Imponen a Dios sus conveniencias sociales y sus reglas. Y Jesús le devuelve a Dios su libertad, trasgrediendo el poder de los escribas y de los fariseos y rechazando los fundamentos de su "autoridad". Habían encajonado a Dios en el proceso legal. ¿Quines son estas gentes? En primer lugar, los publícanos, gentes de dudosa reputación, recaudadores de impuestos, ladrones de guante blanco. Todos les odian. Luego, las prostitutas: el fariseo Simón duda de que Jesús sea un profeta, al ver que se deja besar los pies por una de esas (Lc 7, 36 s). Finalmente, el pueblo pobre: Jesús está cerca de él, conoce su miseria, sabe sus sufrimientos, accede a sus súplicas cuando realiza los milagros que nos refieren los evangelistas hechos en favor suyo. Ese pueblo humilde es ignorado por los letrados, que lo desprecian porque no sabe nada de la ley (cf. Jn 9, 34). Pero Jesús está libre de prejuicios sociales. Va incluso más lejos: se atreve a asegurar que los publícanos y las prostitutas precederán en el reino de los cielos a los escrupulosos guardianes de la ley. En la elección de sus amigos también Jesús es libre. Ni se diga lo que la gente expresaba sobre con quienes andaba. Los evangelistas mencionan su amistad con mujeres: Marta, María, y quizás la Magdalena. La actitud de Jesús con las mujeres no deja vislumbrar la más mínima misoginia. Sus palabras y su comportamiento son muy distintos, en este aspecto, de los de sus contemporáneos. También atestigua su libertad frente al poder político: no le da miedo. Habla con toda franqueza de los personajes políticos. Cuando le dicen que Herodes le anda buscando para hacerle morir, Jesús se burla de él: "Id a decirle a esa zorra...", esto es, en el lenguaje imaginado de aquella época: a un hombre que no representa ningún peligro y al que yo no temo. De manera que frente a sus contemporáneos era libre. Su enseñanza era libre y no como la de los fariseos. Por eso todo el dialogo de Jesús con ellos se centra en la Ley. Jesús aludía los comportamientos, al testimonio, al diario vivir de los eruditos y maestros de la Ley. La libertad de Jesús ante la ley es la que le confiere sentido a esa ley. La ley debe juzgarse, en su práctica concreta, por la doble exigencia del amor de Dios y del prójimo (Mt 7, 12; 22, 37-40; Mc 12, 28-34). Si Jesús no tiene miedo a traspasar la ley hasta llegar a escandalizar a los maestros de la religión, es porque su libertad es una forma de su amor al prójimo (Mt 7, 12). El "sermón de la montaña", esto es, los capítulos 5-7 de Mateo, que reúne en una sola exposición las palabras dispersas de Jesús, tiene su origen en esta actitud de libertad. Jesús no se apoya en ninguna tradición: "Habéis oído que se dijo... Pero yo os digo..." (Mt 5, 43-44). El pueblo y los fariseos quedan conmovidos ante esta libertad e intentan descubrir su origen. No es la libertad del pecador, porque entonces la ley tendría razón en contra de él. La libertad de Jesús es de otro orden. Jesús es más que la Ley. Los fariseos, los escribas, los saduceos, sienten miedo: creen que es peligroso ese comportamiento de Jesús. Cuestionan a Jesús y pretenden entramparlo, pero solo reciben una inmensa palabra de libertad. No pueden descifrar su conducta porque miran el sistema, y ese sistema fue quebrado por las palabras de Jesús. La libertad de Jesús se impone hasta el punto de que no pueden esquivar la cuestión que plantea. Los obliga a tomar posturas en lo que expresa. La cercanía de Jesús al pueblo Galileo y su bondad para los enfermos, aun cuando haya sido una bondad malinterpretada, nos llevan a pensar que su actitud es liberadora frente a la enfermedad. Curar es manifestar un poder, no ya en el sentido mágico de la palabra, sino con el deseo de subrayar por medio de un "milagro" la venida del "reino de Dios", ya que éste se inaugura por medio de la victoria sobre la enfermedad y por la liberación de esos poderes inquietantes y exteriores que son los demonios, según Christian Duquoc. Lo más extraordinario lo hace en el perdón de los pecados, eso si es autoridad. La autoridad que demuestra Jesús en su enseñanza y que revela la libertad de su comportamiento social y de su actitud religiosa no engendra ni mucho menos ese respeto temeroso ante su presencia. Ni la libertad ni la autoridad de Jesús lo separan de los pobres y de los pequeños. Por eso sería una equivocación imaginarse a un Jesús lejano y situado por encima de los demás. Su acercar del reino lo hace libre y sencillo. Es ese mensaje libre lo que le condena, es su justicia lo que le permite ser cuestionado desde su propio origen. Los cristianos no podemos olvidar con facilidad esa libertad y esa "autoridad" de Jesús. Sin embargo, esa libertad es lo que explica que sus contemporáneos le hayan calificado de "profeta", incluso de no saber quien es. Pablo y Juan son los principales heraldos de la libertad cristiana. El primero la proclama sobre todo en la epístola a los Gálatas «Para que fuéramos libres nos liberó Cristo... Hermanos, habéis sido llamados a la libertad» (Gal. 5,1.13; cf. 4,26.31; I Cor 7,22; 2Cor 3,17). Juan, por su parte, insiste en el principio de la verdadera libertad, la *fe que acoge la palabra de Jesús: «La verdad os hará Ubres;... si el Hijo os librare, seréis verdaderamente libres» (Jn 8,32.36). El mensaje central es la libertad. Es la libertad la novedad del evangelio de Cristo, la conclusión de toda historia bíblica, el fundamento de la nueva existencia para toda la humanidad. Esas palabras paulinas son una seriedad. La traducción de Pablo sobre el evangelio redundó en esas palabras a los Gálatas. El reino de Dios es libertad. Para Pablo el concepto libertad es oposición a la esclavitud. Por ello, la mirada de Pablo, desde el encuentro con Cristo, es una que implica volver a mirar lo que por mucho tiempo creían les daba la libertad, la ley. Ahora Pablo se da cuenta de que Cristo es por encima de la ley y que la ley no es capaz de superar la esclavitud, porque ella mantiene esclavo al pueblo. Jesús es el cumplimiento de la libertad. En conclusión, Jesús no es solo una señal par los cristianos, sobre la moralidad, sino es nuestra salvación. Nos indica el buen vivir, Jesús se preocupa por nuestro ser, por nuestro comportamiento y por nuestro actuar. Jesus actua desde sus bases religiosas. Su visión de mundo está centrada en Dios y quienes seguimos sus pasos tenemos la posibilidad de entender la voluntad moral de Dios. La ética de Jesús le da más importancia a nuestras motivaciones que a las acciones, según I. García. Es la ética que enfatiza en el ser, más que en el carácter cambiante de nuestro actuar, claro que esto no descarta las acciones, sino que ellas son producto de lo que ocurra en esa formación del ser. Esa ética de Jesús es inclusiva e igualitaria. Exalta lo que somos ante Dios. Nos hace ver la importancia, el valor del otro/otra en la sociedad. Tiene “dimensiones históricas, perfeccionistas y escatológicas”.[18] La cuanto a escatológico porque está fundado en el reino de Dios y su fin; en la historia en cuanto se hace presente ese reino. Este reino que, todavía es imperfecto, apunta a la culminación, a la otra realidad es lo que lo hace perfeccionista. Ese perfeccionismo se da en armonía, en amor entre las criaturas, la naturaleza, es nuestro modelo ético. Es una ética de justicia, de amor, de servicio al prójimo. Es decir que ética cristiana es un compromiso de sumisión a Dios que debe ir de la mano con la justicia y la verdad; vivir con la conciencia de las necesidades de los demás para servirles; amar, incluso, al enemigo porque ello implica el acercamiento del reino a nuestras vidas y allí seremos verdaderamente libres. Cuando el modelo de Jesús sea nuestra encarnación comunitaria e individual. Como dice el Dr. Ojeda, ese Jesús que contagia la libertad. El evento de la pascua transformó la idea de los discípulos, de los coetáneos, de quienes no entendían el sentido de la libertad. Después de la pascua Jesús contagia libertad para que no haya miedo; los discípulos actúan con autoridad y libertad frente a las autoridades, enfermedades, los poderes de la naturaleza, etc. Por ello los Evangelios son el principio hermenéutico de Jesús y su manifestación de libertad. Ese horizonte que nos depara a cada creyente desde el cemento, desde los fundamentos de Jesús, son nuestra Ética Cristiana. Nuestra libertad está definida por nuestra relación con Jesús. Los males sociales están plagados de opresiones, de imposiciones, de crímenes, pero para que nuestra ética cristiana tenga sentido debemos tener claro cuál es e nuestro fundamento; Jesús. BIBLIOGRAFÍA Bessiére, Gérard, Patrick Jacquemont, Robert Jorens, Jean-Pierre Jossua, Henri Péninou, Michel Pinchon, Bernard Quelquejeu y Hyacinthe Vulliez. Le Manifeste de la liberté cheretienne (Manifiesto de la libertad cristiana). Madrid, España: Ediciones Cristiandad, 1976. Best, W.E. La libre Gracia en contra del libre albedrío. Houston, Texas: WEBBMT, 1992. Casaldaliga, Pedro y José Ma Vigil. Espiritualidad de la liberación. Santander, España: Sal Terrae, 1992. Comblin, José. Vocación a la libertad. Madrid, España: San Pablo, 1999. Díaz Soler, Luis. Historia de la esclavitud negra en Puerto Rico. San Juan, Puerto Rico: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1970. Reimpreso. 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[11] González, 110. [12] Comblin, 24. [13] Comblin, 31. [14] Luis M. Díaz Soler. Historia de la Esclavitud negra en Puerto Rico (San Juan, Puerto Rico: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 2000), 17. [15] José Comblin. Vocación a la libertad (Madrid, España: San Pablo, 1999), 26; Cf C. Meillassoux, Anthropologie de l’esclavage, PUF, París 1986. [16] Xavier León Dufour. Vocabulario de Teología Bíblica. (Barcelona, España: Editorial Herder, 1965), 212. [17] Chiristian Duquoc. Jesús, Hombre libre. (Salamanca, España: Ediciones Sígueme, 1976), 29. [18] Ismael García. Introducción a la Ética Cristiana (Nashville, TN: Abingdon Press, 2003), 81.
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AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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