"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
Juan 2,13-16 Cuando Jesús entró al Templo de Jerusalén no encuentra gente buscando la presencia de Dios, sino comercio religioso. Su reacción ante los "vendedores y cambistas" es la del Profeta frente a la religión convertida en mercado. El fin del Templo había sido distorcionado. Ya no se buscaba el favor de Dios sino el afán del dinero y el comercio interesado. Quien conoce a Jesús no se extraña de su indignación. Su mensaje tiene una constante y es la gratituidad de Dios, que ama a sus hijos e hijas sin límites y solo quiere ver entre nosotros y nosotras amor fraterno y solidario. Una vida que convierta en mercado que vende y compra, incluso, la relación con el ministerio de Dios, es la perverción más destructora de lo que Jesús quiere promover. ¿No habremos hecho nuestra relación con Dios una de comercio? Si Dios nos da, entonces, le servimos; si Dios me bendice yo doy los diezmos; si Dios cuida a los mios yo voy a la iglesia... ¿No le parece que hemos reducido nuestra relación con Dios a un asunto de negocio? Es facil entonces, la tentación de negociar con Dios. Se preparan cultos, misas, o actividades para quedar bien con él, pero no para adorarle con libertad. Dios quiere hijos que le busquen, no por lo que le da sino porque le aman. No podemos olvidar que Dios es amor, y el amor no tiene precio. Por algo Jesús decía que Dios quiere "amor y no sacrificios". Tal vez lo que la gente debe escuchar hoy en el templo es que el amor de Dios es gratuito y no se degrada jamás. NO se puede degradar lo que es divino, procede de Dios, ante unas vidas egoistas y tristes, que viven mercantilizadas. Quien haya experimentado el amor de Dios sabe que su abundancia no es para vender sino para reproducir en otros, a través de Jesús. Ante una sociedad que se degrada en todos los aspectos, políticos, económicos, religiosos, etc., solo Jesús puede introducir algo bueno y nuevo: Amor. Lo que ocurrió en aquel lugar fue la indiganación del Profeta, Jesús, ante la decadencia espiritual de un pueblo. No sucumbamos ante las trajedias que provocan nuestra sociedad para igual hacer en nuestro lugar de adoración. Oremos: Dios y Señor de la vida y la gracias manifestada en amor. Hoy asumimos con responsabilidad la experiencia de amar gratuitamente a un pueblo que carece de ti. Guía nuestros pasos para siempre afirmar lo que eres y no lo que no eres. En tus manos están nuestros tiempos. En el nombre de Jesús, amén. Tomado de: Antonio Pagola, José. El camino abierto por Jesús. Madrid, España: ed. PPC, 2013.
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AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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