"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
Salmo 68.1-4 (NTV)
1 Levántate, oh Dios, y dispersa a tus enemigos; que todos los que odian a Dios corran por sus vidas. 2 Sóplalos y disípalos como si fueran humo; derrítelos como la cera en el fuego; que los malvados perezcan en la presencia de Dios. 3 Pero que los justos se alegren; que se gocen en la presencia de Dios; que estén llenos de alegría. 4 ¡Canten alabanzas a Dios y a su nombre! Canten alabanzas en alta voz al que cabalga sobre las nubes. Su nombre es el Señor; ¡alégrense en su presencia! [1] Ha amanecido. Los pájaros alaban a Dios por un nuevo día. Nosotros celebramos que hemos despertado y su misericordia una vez más es nueva. Nada te hará frente en el día de hoy. Dios se ha levantado. ¿Sabe lo que ocurre cuando Dios se levanta? El enemigo es disperso/esparcido/desaparece. Cuando Dios se levanta el enemigo tiene que salir corriendo. Huyen de su presencia. ¡Aleluya! No hay noticia más extraordinario que pueda leer en esta mañana que la que me revela el noticiero de Dios –su Palabra. Los que aborrecen a Dios no pueden soportar su presencia. Son como la cera delante del fuego. No hay manera en que pueda el impío soportar o tolerar la presencia de Dios. Dios los lanzará como es lanzado el humo. Más los justos se alegrarán en Dios y saltarán de alegría. A esto le llamo una noticia extraordinaria. No te impacientes por los que te atormentan porque Dios se habrá de levantar y todo enemigo desaparecerá. Cuando dejamos a Dios tomar el control de las cosas sus resultados provocan alegría y gozo. Si Dios es quien dirige nuestra vida su final traerá alegrías. El que cabalga en los cielos reciba toda la gloria y sea exaltado por los siglos de los siglos. Jesús ha destruido los poderes del maligno y somos más que vencedores. Estamos en victoria porque tenemos un Dios de victorias. Dios se levanta y no hay poder maligno que se sostenga. Levanta tu voz como Dios se levanta al dispersar al enemigo. Las puertas del hade no prevalecen contra la Iglesia. Cuando el fuego del Espíritu Santo desciende se derrite toda trata del enemigo. Prepara tu alabanza, prepara el camino para que cantes a Dios porque la victoria es tuya. Oremos: Dios de toda misericordia. Dios de un nuevo día. Te doy gracias por mi familia. Te doy gracias por la oportunidad de levantarme, de abrir mis ojos, de tener vida, de tener un hogar y un techo donde descansar, de tener un templo para acudir a adorarte, pero sobre todo te doy gracias porque me has amado primero. Te adoro porque sé que me darás la victoria y no habrá enemigo en mi camino que sostenga una batalla cuando tú eres quien se levanta. A tu nombre gloria y más gloria y más gloria. Por Cristo Jesús, Señor nuestro, amén. [1] Nueva Traducción Viviente. (2009). (Sal 68.1–4). Carol Stream, IL: Tyndale House Publishers, Inc.
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AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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