Dios mira el corazón

1 Samuel 16.7

¡Advertencia! Dios le dijo a Samuel que no juzgara solo por las apariencias. Las apariencias del ser humano no definen lo que Dios juzga. El juzgar de Dios es por la fe y el carácter y no por la apariencia. Cuando Dios evaluó, quien sería rey de Israel, lo hizo por su corazón. Y cuando lo evaluado es el corazón debemos tener claro que es un asunto de vida. Lo extraordinario del corazón de un rey era que no se escrutaba, pero para Dios ese límite no existe. 

El Señor, "sólo tú", decía el salmista, "conoces mi sentarme y mi levantarme". Dios conoce todo movimiento humano. Incluyendo el pensamiento. Cuando hablamos de pensamientos hacemos referencias sobre los deseos. Dios sabe los deseos del ser humano.

Así que ¿A dónde puede moverse un cristiano/cristiana sin que Dios lo sepa? No importa a dónde nos movamos allí Dios está. Es decir, que Dios mira y sabe de todo nuestro parecer.

Tal vez la gente te ha juzgado, ha puesto en ti falsos testimonios. El asunto de la apariencia es importante, pero no para ser visto por Dios. No estamos llamados a mirar a la gente por su apariencia. A atenderlos por su apariencia. Si fuera por la apariencia yo no hubiese recibido la predicación de Cristo.

Vivía, yo, en una casa de madera, trepada en postes de luz, con techo de zinc, ventanas de madera, cerca de una quebrada, para llegar había que caminar mucho terreno a pies, siempre estaba en el monte. Si fuera por la apariencia hoy no fuera pastor. Dios no miró mi estatura, no miró mi condición social, ni miró que no tuviera un padre a mi lado, no miró mi pobreza, sino que puso sus ojos en mi corazón.

Dios mira el corazón humano. Dios te mira tal cual eres. Dios te ama tal cual eres. ¿Por qué buscas ser de otra forma cuando Dios te hizo así? Nuestras condiciones/apariencias no son condición para que Dios no fije sus ojos sobre nosotros/nosotras. Nos mira por nuestra fe y carácter. ¿Hace cuánto te está llamando? No digas no, pues la apariencia ya no es una excusa.

Oremos: Señor y Dios de la vida. A ti nos acercamos en este momento para darte gracias. Tú lo sabes todo. Conoces nuestro levantarme y acostarme; conoces nuestros pensamientos, pero sobre todo conoces nuestro corazón. Si la apariencia ha sido una excusa para alguien, para no responder a tu llamado, hoy te pido que le quites ese complejo, para que su vida sea utilizada con poder. En tus manos continuamos porque nuestra vida no está en lo que la gente dice y ve, sino en lo que tú dices y tú ves. En el nombre de Jesús, Amén.