¿Cómo amamos?

"El amor nunca deja de ser...", 1 Cor 13.8

El amor, como actitud relacional, nadie puede crearlo hacia el otro con su voluntad, forzándose a amar. El amor forzado puede durar un poco, luego pasa a pedir cuenta, según M. I. Rupnik. Ese amor forzado es aquel que pide devolución de lo que ha hecho por el otro/otra. Eso trae a mi memoria, las muchas veces que llegó a mi salón un estudiante que me decía, "maestro, mi novio me pidió todo lo que me regaló" o el joven que me decía, "maestro mi novia me devolvió hasta el peluche" y luego decían: "ya no me ama y no sé qué hacer". Ese amor está condicionado a una expresión. El amor condicionado carece de fundamento y genuinidad. Ese amor que veía en mis estudiantes, creo que era un amor forzado e incluso, con temor a equivocarme, comercial. Ese amor que requiere de expresiones "compradas" porque de lo contrario no hay amor. Ese amor no tiene detalles, sino condiciones. Entre más grande es el regalo más te amo, entre más caro mayor es lo que siento por ti. Eso no es amor. El amor sacrificado es incondicional, es la más explícita manifestación de Dios. El amor del creyente revela lo que tenemos de Dios en el corazón. El amor verdadero está más allá de la ascesis y del esfuerzo de la voluntad, es puro y su pureza es asombrosa. 

El verdadero amor ni cambia ni deja de ser. No se entrega nada por amor. Ese cuento de caminos, "demuéstrame que me amas" ha pasado a viejos tiempos. Amar no es una acción forzada sino voluntaria. 

Oremos: Dios de amor y bondad. Tú acción por la humanidad es la expresión más profunda de amor. La entrega de tu hijo, Jesús, por nuestras vidas, no estuvo condicionado a lo que te podíamos ofrecer, sino a tu propia bondad. Gracias por tu amor y enséñanos a amar sin reserva. En el nombre de Jesús, amén.   

Basado en el libro de Marko I. Rupnik, En el fuego de la zarza ardiente...