"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
En la montaña Jesús comenzó un discurso. Entre las tantas cosas que dijo no podemos olvidar las Bienaventuranzas:
Felices los pobres de espíritu, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos (Mt 5,3). Felices o dichosos expresa favor y bendición. "Dios no favorece la pobreza sino a los pobres", según W. Carter. No podemos "atenuar espiritualizando el concepto (los voluntariamente pobres) o dándole un sentido figurado (los pusilánimes, los humildes)", W. Carter. No se trata de ser pobre de espíritu como quien muestra paciencia o humildad en aceptar la pobreza. Estamos hablando de corazón puro. "Para la felicidad no necesitan bienes exteriores sino que ellos mismos se sienten libres y vivos", Anselm Grün. Esta bienaventuranza es ser sin tener que tener tanto para vivir. Erich Fromm lo denominaría el modo de ser frente al de tener, en el que muchos contemporáneos viven y nunca son felices. Ser es más que tener. Cuando la vida nos discurre con tanta formalidad experimentamos en nuestra pobreza la alegría de vivir. Tener no es malo pero vivir es mejor. Quien tiene y vive ocupado por lo que tiene ya es un pobre esclavo de la vida. Así que mi más ni menos, dentro de ti y de mi, está el mayor bien, la mayor riqueza. Esa razón de riquezas internas nos permiten pertenecer al Reino de los cielos. Los pobres han sido dichosos no por ser pobres sino porque su pobreza adquiere un fin en el reino de los cielos. Los pobres y desconsolados, los que no tienen nada, ni son vistos, mucho menos son tenidos en cuenta, en Dios dejan de ser pobres y hay algo que les pertenece. Ante la sociedad al pobre no le pertenece nada, pero ante Dios le pertenece todo, El Reino de los Cielos. No sabía que era tan rico hasta hoy, porque tengo un Cielo al que pertenezco. Oremos: Gracias Señor por un día más. Estoy agradecido porque mi valor ante ti no es determinado por lo que posea. Mi miras con agrado por lo que soy para ti. Si ser pobre es una desdicha ante la sociedad, serlo ante ti es comenzar a pertenecer al Reino de los Cielos. Gracias por la vida que me has dado. Hoy me siento bienaventurado y fortalecido por tu Espíritu. En tu nombre, amén.
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AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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