"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
Santiago 5.16
Cuando usted llama a alguien y no lo consigue vuelve a llamar, envía un mensaje, o un texto por alguna vía alterna de las que existen hoy. Es muy probable que esa persona no conteste. ¿Le ha pasado? Es posible. Usted pasó por el proceso de insistencia porque anhelaba hablar con esa persona. NO podemos dejar de orar aunque no veamos nada. Si dejamos de orar y nos desanimamos solo hemos hecho de nuestra oración un simple pedido. La oración que insiste no tiene un tiempo de culminación. Es el deseo de hablar con Dios. Dios nos responderá de acuerdo a su voluntad. No se trata de lo que usted quiera sino de lo que Dios quiere para usted. Déjeme decirle un secreto: “cuando ore no tenga prisa sino fe”. La oración nos enseña la paciencia. No dejes de orar y ten paciencia porque las respuestas de Dios provocarán en ti un corazón más agradecido. No dejes de orar - hablar con Dios - porque Dios te dará su victoria. ¡Sí! Su victoria porque al final Dios habrá vencido por ti. Anímate y pon tus rodillas sobre el suelo. ¡Insista! Un cantico viejito, pero lleno de verdad, decía: //Orando sin cesar venceremos// Yo quiero morar en la Patria Celestial, Porque orando sin cesar venceremos.// Oremos: Dios bueno. Quizás un amigo no responda mis llamadas o se corte la señal pero contigo todo es distinto. Tú siempre oyes, tú siempre estás, tú no nos dejas, tú haces de mi vida una realidad victoriosa. En el nombre de Jesús, amén.
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Isaías 44.3
La fuente creadora de Dios es inagotable. Dios no solo es capaz de transformar la naturaleza sino al ser humano mismo. Tú tienes esperanza de ser transformado hoy. Hablar de renovación es destacar la obra del Espíritu Santo. Dios derramará agua sobre el sequedal. ¿Lo crees? Es una promesa de Dios sobre sus hijos. No importa lo que haya seco en tu vida o se esté secando si Dios dice que derramará agua sobre ese sequedal así será. No solo será una simple derramada de agua sino todo un río sobre tierra árida. Lo que está seco y árido solo Dios lo puede transformar. Cualquier intento de satisfacer esa necesidad será infructuosa ya que solo el que creó al ser humano es capaz de saciarle. Un cántico muy viejito pero poderoso decía: //Si el Espíritu está aquí hay paz, Si el Espíritu está aquí hay amor, Si el Espíritu se mueve todo puede resolverse, Si el Espíritu está aquí está el Señor. // Hay promesa y esperanza en Dios. Dios es tu Hacedor y el que te formó, el cual te ayudará: ¡No temas! Dios es el único que puede darnos fuerzas cuando no podemos seguir. Solo Dios es quien hará que su Espíritu se derrame sobre tú generación. ¿No es maravilloso? Eres parte de esa promesa y aunque sientas que las cosas ya están secas si el Espíritu de Dios está habrá una nueva oportunidad, habrá algo nuevo, habrá una nueva esperanza, habrá una buena razón para seguir viviendo. No es tiempo de claudicar es tiempo de saber que Dios sigue creando en tu sequedal algo nuevo. El mover del Espíritu es más fuerte que cualquier torrente de agua. De ti brotará algo maravilloso porque el Espíritu de Dios todavía tiene bendición sobre tus renuevos. Oremos: Eres Dios y creador de todo cuanto existe. Tu renovación no es una simpleza en el día sino la esperanza del creyente. Cada día es la oportunidad de recibir esa promesa sobre nuestras vidas. Solo te pido Dios que derrames sobre el pueblo tu Espíritu y conviertas en gozo y esperanza el sequedal y la tierra árida. Nos resistimos a no creer que ya no hay esperanza. Tu Espíritu está aquí y con ello celebramos un nuevo derramamiento y bendición sobre nuestras vidas. En el nombre de Jesús, amén. Mateo 4.1, 3 “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”.
Todos queremos que el Espíritu de Dios nos guíe. ¿Cierto? ¿Qué tal si el Espíritu nos guía al desierto? Estás iniciando el ministerio y quieres que el Espíritu de Dios esté contigo y comienza el desierto. ¿Cómo? Así es. “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto...”. ¿Les parece eso grande? La segunda parte de ese verso es más compleja. “... para ser tentado por el diablo”. Si pretendes evitar el camino por el que te lleva el Espíritu puedes arruinar tu vida. En ocasiones entendemos que el desierto no es de Dios pero ¿qué si fue Dios quien nos colocó en ese desierto? Jesús es mi modelo y seguir sus pasos será mi esperanza victoriosa. Es por ello que debemos cuidarnos “de las tentaciones que pueden corromper la vida de raíz”, Antonio Pagola. Le dijeron: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”. Quizás en tiempos de hambre puede ser aparentemente bueno, pero Dios no responde a nuestros caprichos. Dios responde a nuestras necesidades. Poner en duda lo que es Dios mismo, “si eres Hijo de Dios”, pervertirá nuestra fe. Cuando hacemos esa expresión tentamos a Dios “convierte esas piedras en pan”. ¿Entonces, qué harás? El Espíritu te guía a una experiencia purificadora. No permitas que esa prueba sea vista como algo del diablo. Lo que es diabólico es volver nuestra expresión a Dios para que haga conforme a nuestra voluntad. Dios dirige nuestra vida y si el desierto está frente a nosotros nos dará la salida. Dios hará que su justicia reine y su reino sea primero. ¡No temas! Nuestro desierto será una oportunidad para conocer a Dios y afirmar nuestra fe en él. Camina con la esperanza de que no hay tentación de la que no salgas victorioso. Cristo salió victorioso y tú también lo harás. Es tiempo de comprender que tu desierto es un espacio en el que Dios quiere que veas su mano no un milagro. ¡Camina! No se trata del momento que vives sino del que Dios quiere que aprendas a vivir. No mires el desierto sino la victoria después del mismo. Oremos: Dios bueno. Que mi vida en tus manos salga victoriosa. Mi tiempo de desierto solo necesita tu presencia. Esa presencia tuya nos ayudará en la tentación y cruzaremos el desierto confiados en ti. En el nombre de Jesús, amén. Mi fe es mi manera de vivir con Dios. Mi fe permitirá que mis pasos sean firme ante los tiempos. La adversidad provoca desánimos continuos. En ocasiones nos frustramos. Nuestra mirada puede extraviarse por la pérdida de fe. El salmista decía: “Cuando pensé para saber esto, fue duro trabajo para mí, hasta que, entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos”, Salmo 73.16-17. En ocasiones mirar las condiciones de los demás puede quitarnos la fe. Hay cristianos que miran la prosperidad del que no sirve a Dios. Ver que los que no sirven a Dios les va bien puede sacudir nuestra fe. Algunos pueden pensar que Dios no es justo. Seguramente has pensado así. Parece que servir a Dios trae más complicaciones en nuestra vida. ¿No me digas que quieres tirar la toalla?
No encontraremos respuesta en lo que vemos. El salmista se encontró en circunstancias como las nuestras pero hizo lo que debemos hacer nosotros: “entró en el santuario de Dios”. Allí se dio cuenta que su mirada estaba limitada por su fragilidad humana. Dios lo llevó a mirar el plano de lo eterno. El paso por esta tierra no limita nuestras vidas. El salmista entendió en la presencia de Dios “el fin de las situaciones” y vio cuan cerca estaba de una decisión fatal. Es por ello que puedo exclamar: “casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos”, Sal. 73.2 Entonces, Dios espera que nos presentemos ante él. Que busquemos su rostro. Dios nos espera en el mismo lugar. Nos hemos distraído con el facebook, twitter, wasap, etc., y nos hemos olvidado de mirar a su presencia. Estamos más entretenidos en las series de televisión que estar en sus atrios. Hay quienes falta al templo y no llegar a su presencia porque tienen que ver novelas. Esa es la razón por la que nuestras miradas se extravían y comenzamos a distanciarnos de Dios. Dios nos ama y espera que estemos en su santuario. No prospera el impío solo tiene cosas. Prosperar es tener a Dios y saber que después de toda situación podamos entender cómo Dios estaba obrando. Dios bueno. Ante ti estoy. Gracias por el día de hoy. Que nunca mi mirada se extravíe de ti. Solo tenerte me hará confiar en tu propósito. Eres mi fuerza ante todo lo que vivo. No tiene sentido mi vida si tú, Señor, no estás. Dame la capacidad de ver cada día tu obrar en mi vida. En ti esperaré porque solo tú me haces vivir confiado. En el nombre, de Jesús, amén. El SEÑOR es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El SEÑOR es la fortaleza de mi vida; ¿de quién tendré temor? Salmo 27:1 (LBLA)
¡Confía! Estoy diciendo que confíes. Que estés tranquilo/a y con esperanza. Ante toda circunstancia compleja que vivimos levantemos la cabeza y sigamos caminando. Descubramos en el día cómo el Señor, Jesús, es mi Luz y mi Salvación. Es que la luz de Dios es esperanza en la que vivimos nuestros días por fe. Puedes decir que las cosas del futuro no están bien, pero y en ¿quién hemos creído? Yo afirmo, con toda certeza, que Dios es mi Salvación. Lo que puede pasar en unos minutos o semanas no será materia de angustia para mi corazón. Mi paz no reside en las grandes situaciones del país o con las que el enemigo me ataque. Mi paz está en Dios, mi Luz y Salvador. El temor no es bienvenido a mis momentos duros sino Dios. ¿Cuál es la pregunta? ¿De quién temeré si Dios es la fortaleza de mi vida? Confiar no es dejar de tener problema sino enfrentar nuestros problemas con confianza en Dios. No podemos saltar las situaciones para confiar en Dios sino que confiamos en Dios en medio de nuestras situaciones. ¡No te desanimes y sigue caminando! Hoy grito a los cuatro vientos que Dios es la fortaleza de mi vida. Oremos: Dios de infinita bondad. En ti estoy confiado. NO temeré aunque un ejército acampe contra mí. Confío en ti y no me dejaré amedrentar por lo que puedan ver mis ojos. Camino por fe no por vista y en ti se renueva mi vida. En el nombre de Jesús, amén. 1 Reyes 3.3-7 Es un nuevo comenzar. Las preguntas que nos hacemos son legítimas: ¿Cómo será este nuevo semestre escolar? ¿Qué ocurrirá en lo que resta de año? ¿Qué experiencias viviré con Dios? Para ello quiero recordar al rey Salomón. Lo más importante para Salomón cuando inició como Rey era su amor por Dios. Entonces, Dios se le aparece en sueños, y le dijo Dios: “pide lo que quieras que yo te dé”. ¿Se imagina usted ante semejante pregunta realizada por Dios? ¿Qué le contestarías? Salomón no tardó en decir que tenía una situación que demandaba de Dios. Salomón le dijo a Dios que le había puesto como rey sobre todo el pueblo, pero que era joven por lo que no sabía por dónde ir. ¿No le parece exactamente lo que estamos viviendo hoy? No sabemos que nos deparan los próximos días, ni las próximas semanas o meses y ante ello Salmón pidió algo que deseo tengamos nosotros también. Salomón le dijo a Dios: “Dame un corazón entendido para hacer bien el juicio de tu pueblo y discernimiento entre lo bueno y lo malo”. Creo que es un pedido extraño pero vital. Pudo pedir riquezas, poder, fama, popularidad, muchos años de vida, etc., pero pidió entendimiento y discernimiento para lo bueno y lo malo. Ante un nuevo año y los desafíos que puedas enfrentar que Dios te dé entendimiento y la capacidad de ver que es bueno y es malo. A Dios le agradó lo que le pidió Salomón y le otorgó el corazón más allá de lo entendible, le dio un corazón sabio. También Dios le otorgó lo que no le pidió: riquezas y gloria y no hubo rey como Salomón en todos sus días. También le otorgó largura de días. En tiempos en los que comenzaremos algo y nos falta mucho por crecer y aprender pidamos como Salomón y Dios nos dé un corazón entendido y con la capacidad de ver lo bueno y lo malo y escojamos lo bueno. Dios otorgue a tu vida lo que sea de bendición para este nuevo tiempo. Oremos: Dios de infinita misericordia y bondad. Sean nuestros días delante de ti sostenidos de tu mano. Ante lo desconocido queremos que estés con nosotros. No nos dejes y no nos abandones. Danos el corazón entendido y lleno de sabiduría para que podamos alcanzar todo desafío que enfrentemos. En el nombre de Jesús, amén. “Y mirándolo Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible”, Mateo 19.26
Todo es posible si puedes creer. Las posibilidades de las cosas en la vida del creyente tienen su certeza en Cristo. El que Dios obre en nuestras vidas hace posible lo imposible humanamente. No podemos hacer lo que le corresponde a Dios. En nuestro caminar la fe es nuestra mirada a la acción incomprensible. Cuando nuestra razón no puede más y nuestros ojos no pueden ver inicia la mirada de Dios para revelar lo posible. ¿Cuántas cosas consideras imposibles? Quien tiene a Dios sabe que no hay nada imposible. Sigue adelante y no dejes de creer. La fe en Dios es camino para lo imposible. Oremos: Dios de infinita misericordia. Ante ti nos afirmamos. Gracias por tu bondad y tu misericordia. Los días pueden ser duros pero en ti es posible creer en mejores días. Danos fuerzas para seguir y fe para creer. En el nombre de Jesús, amén. 2 Timoteo 1.12 “Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día”.
Leer las noticias o verlas nos hace entender que estamos en peligros que amenazan toda esperanza. Ninguna póliza garantiza la vida. Nos hacemos menos aptos para un seguro y si nuestra edad avanza peor aún. Esas pólizas tardan en llegar al que las puede adquirir sin contar con las mil trabas que colocan para pagarte algún dinero. Nadie le puede garantizar muchos años, ni días abundantes, ni esperanza. El seguro de vida eterna no es terrenal. Lamento decirte que cualquier seguro de esta tierra no te garantiza ir al cielo y vivir para siempre. Jesús nos ha dado vida en abundancia. Jesús dice: “Padre, aquellos que me has dado quiero que donde yo estoy, ellos estén también conmigo, para que vean mi gloria que me has dado” (Jn. 17:24). Mi esperanza es Jesús. Oremos: Dios de la vida. Todo tiempo nuestro está en tus manos. Solo permite que vivamos caminando en tu verdad y esperanza venidera. Ayúdanos a no dejar tus pasos. Todo en ti es esperanza y vida. En el nombre de Jesús, amén. “Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo”. Apocalipsis 21.5-7
Para muchos las cosas nuevas son asunto del pasado. Hay quienes no piensan en algo nuevo porque no tienen esperanza. No tienen esperanza porque no tienen a Jesús. El que tiene a Jesús sabe que su palabra es fiel y verdadera. En Jesús se contienen todas las cosas ya que él es principio y es fin. Jesús nos brinda la oportunidad de soñar con una nueva creación. No diga que en usted no puede haber algo nuevo. Si Jesús dijo que hará todas las cosas nuevas es porque las hará. En este tiempo he visto muchas cosas y una de las que me llama la atención es aquello que nos brindan gratis. Lo que nos brindan gratis es, normalmente, una promoción para luego comprar. Usted va a una mega tienda y le ofrecen algo de comer o de tomar para que se quede con el sabor y compre. Déjeme decirle que mi Salvador no es así. Al que tuviera sed, Jesús mismo, le dará gratis – dorean – “gratis” de la fuente del agua de la vida. Eso es asombroso. Jesús no nos da a probar para calmar la sed sino que abre la fuente para que saciemos nuestra sed. En medio de un mundo desesperanzado y sediento Jesús sigue siendo fuente de vida. ¿Puede decir amén? Tienes que vencer, no dice que tienes que tener sino que tienes que vencer para heredar todas las cosas. El que venciere heredará todas las cosas, yo seré su Dios y él será mi hijo. Es promesa de Dios y sus promesas no caen a tierra. Si conoces a alguien que necesita escuchar esto, por favor, compártele esta Palabra e invítale a saciar su sed en Jesucristo. Dile que es gratis y que trae consigo la herencia de la eternidad. Es palabra de Jesús. Oremos: Dios de bondad. Gracias por tu Hijo, Jesucristo. La obra de la Cruz trajo consigo una nueva esperanza. Tú, Señor harás las cosas nuevas y solo te suplico que me ayudes a vivir venciendo. Quiero vencer para vivir contigo en la eternidad. Quiero disfrutar de todas las cosas nuevas que solo en ti se pueden alcanzar. Quiero que siempre seas mi Dios y que yo sea tu hijo. En el nombre de Jesús, amén. La vida es un caminar y en ese caminar nos sentimos de muchas maneras. En unas ocasiones muy animados y en otros que no queremos vivir. El ánimo se pierde con circunstancias que no entendemos y que lastiman nuestro corazón. Sin embargo, hay una promesa para tu vida: “cuando pases por las aguas, yo estaré contigo, y si por los ríos no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti”, Isaías 43.2. Si los peligros de la vida se asoman no temas porque Dios es nuestra mejor compañía. Ningún río te puede arrastrar y ningún fuego te puede quemar porque Dios es tu refugio. La protección de Dios es incambiable. No importa lo que enfrentes en tu vida si sabes quién es tu Dios sabrás quién estará contigo. Dios nos protege porque somos suyos. No te desalientes sigue caminando porque Dios sigue cumpliendo su propósito en ti. Aunque no entiendas las razones por las que pasas no temas porque Dios está contigo.
Oremos: Dios grande y maravilloso. No nos falta nada si tú estás en nuestras horas más difíciles. Nuestras alegrías son siempre tu presencia. Gracias Dios por lo que haces y harás. Estoy confiado en que mi camino sigue estando en tus manos. En el nombre de Jesús, amén. |
AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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