"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
Lucas 14.1 “Un día Jesús fue a comer a casa de un noble (gobernante) de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús.
Jesús estaba siendo observado por los que lo invitaron a la casa. Eso nos pasa a quienes hemos sido invitados por Jesús a su casa. Nuestra predicación es constantemente observada. Hablo de nuestra predicación vivida. La gente observa la manera en que vivimos lo que predicamos. Quizás usted piense que la gente no debe estar pendiente a su vida. El Evangelio en nuestra vida es un espejo en el que todos se miran. No porque nos vean a nosotros sino porque ven a Jesús. Si nuestro espejo no tiene la imagen de Jesús, por lo que predicamos y vivimos, la gente no creerá nuestro anuncio. ¿La gente cree lo que predicas? Si el mensaje de Jesucristo no pasa por tu corazón no será vivido en tu caminar. Oremos: Dios bueno. Gracias por este día. Vivimos afirmando que tú eres nuestro Señor pero muchas veces vivimos haciendo lo que queremos. Guíanos cada día y muéstranos tu amor en nuestra manera de vivir. Haznos ver que cada momento es preciso para hacer saberle a la gente que tú habitas en nosotros. En el nombre de Jesús, amén.
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“Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos y convertíos a Jehová vuestro Dios...” Joel 2.13
El primer requisito de Dios es un corazón contrito y humillado. A Dios no le interesan expresiones mecánicas o cantaletas mal dichas. Dios quiere corazones que se expresen desde lo más profundo. Nuestro arrepentimiento no puede ser de palabra sino espiritual. Nuestra conducta de ayer no puede vestir nuestro corazón hoy. El arrepentimiento exige un cambio de mente y ello produce el de palabra, el de vida, el de conducta, etc. En la antigüedad los judíos expresaban su dolor rompiendo sus vestidos. Eso tuvo su lugar, pero Dios demanda un corazón rasgado. Es decir que el Señor nos demanda frutos. Un arrepentimiento sincero requiere que los demás vean los frutos. El volver a Dios es desde el interior, es decir, del corazón. No olvide que las situaciones interiores no pueden ser sustituidas por las exteriores. Nuestros cambios deben ser de fondo y no de forma. Las formas no dictan cambios pero lo que no toma forma se transforma. Se prueba el verdadero cristiano cuando sus acciones lo definen. ¿Decir que somos de Jesús y actuar como el diablo? ¿Cuándo es que actuamos como cristianos? El corazón que tiene a Dios es fuente del que brotan efectos permanentes y evidentes para la vida. Oremos: Dios bueno. Mi corazón está en tus manos. En ellas dispuesto a que transformes lo que tengas que transformar. Mi corazón se volvió a ti y solo a ti se abre de par a par. Rasgado y sin mantos simbólicos, sin expresiones superficiales, sin vestidos aparentes, sino con un corazón humilde. Reconozco que eres mi Dios y mi Señor. En el nombre de Jesús, amén. |
AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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