"un ca-fe
con dios"
Rvdo. José L. Báez báez
Isaías 54.17 "Ningún arma forjada contra ti prosperará...".
No existe el arma que se haya creado para destruirte. El enemigo inventará cualquier cosa para que creas que habrás de ser vencido. Sin embargo cada una de sus mentiras no tienen poder sobre el creyente. Nada que el enemigo planifique contra ti prospera. Lo que tiene lugar es lo que tú permites. Entonces, permítele a Dios que cubra tu vida. Que te guíe cada día. Deja que Dios haga en ti lo que nadie hará jamás. Dios solo quiere que vivas confiado/confiada y protegido por su poder. Si Dios es contigo nada puede detenerte, nada puede prosperar. Todo lo que hagas en Dios prosperará y será su presencia tu mejor arma. Oremos: Dios creador y forjador de todo lo que existe. Contigo quiero caminar para que ningún ataque del enemigo sacuda mi vida. Ayúdame y prospera mi camino en ti. Que tu presencia esté conmigo y jamás me dejes. Tú lo eres todo para mí. En tu nombre, amén.
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Dios es padre bueno de todos y todas. No hay duda que la mejor experiencia es tener a quien creemos que no tenemos. "Por Jesús sabemos que Dios es bueno", K. Rahner. Me parece que eso necesitamos saber. A ese Dios bueno, Jesús, lo invoca como Padre. En los hogares judíos se utilizaba la expresión "Abbá" para los niños y niñas dirigirse a su padre. Así que Jesús vive a Dios como alguien de casa. "Abbá", es "Padre querido". Es la mejor expresión. Si es padre bueno es accesible, comunicativo, nos hace bien y nos ama. Los sencillos lo conocen mejor que los entendidos. Para conocerle es suficiente hablarle, ya sea en el templo, en el aposento, en cualquier lugar. Los diálogos de Dios como padre y de nosotros/nosotras como hijos e hijas no se confinan ni se postergan. Dios no espera a testear, ni a concluir el facebook, ni terminar la lectura, ni leer el periódico, para escucharte. Puedes alzar tus ojos en cualquier momento del día o la noche y hablar con él. Este padre busca a sus hijos e hijas donde están, aunque no le amen, aunque se pierdan, aunque le den la espalda, aunque digan que le amen, pero hagan lo contrario. Nadie es insignificante ante sus ojos, ni excluido. Nadie es olvidado por Dios, siempre permite que el mismo sol y la misma lluvia caiga sobre todos, Mt 5.43. Para nosotros hay cosas que la gente no merece para Dios todos tenemos opción. Dios no es propiedad de algunos, sino Padre de todos y todas.
Oremos: Dios que estás sobre todas las cosas. Acoge a quienes, hoy, necesitan tener un padre. Eres, Dios "Abbá", la esperanza más hermosa que nos ha revelado Jesucristo. En tu nombre, amén. Lucas 9.23 Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.
El creyente quiere seguir el evangelio sin cruz. Lo que no puede olvidar el creyente es que sin Cruz no hay Evangelio. Un seguir a Jesús sin cruz es poner a Dios al servicio nuestro bienestar. Cuando Pedro se opuso a que Jesús llegara a la cruz Jesús le reprendió. El riesgo es grande. Pedro estaba escandalizado. Hoy muchos se escandalizan de la cruz porque no quieren que Jesús le imponga el sufrimiento. Sin embargo, los humanos hemos colocado a Jesús en la cruz y le hemos impuesto el sufrimiento con nuestro pecado. Tengamos cuidado con vaciarnos del verdadero contenido de la cruz. Cuando afirmamos ir en pos de Jesús no olvide que la cruz es nuestro elemento vital para comprender el servicio incondicional del reino de Dios. Representa, esa cruz, el sufrimiento con el que nos encontraremos. No es que busquemos cruces sino que aceptamos la crucifixión que llega por seguir los pasos de Jesús. Quien carga la cruz tras los pasos de Jesús está capacitado para los riesgos, los conflictos, el sufrimiento, el desprestigio, la crítica, las descalificaciones, del dolor, el rechazo, la soledad ... Quien acepta cargar la cruz se posiciona no a escondidas de la realidad sino frente a lo que le permitirá estar tras Jesús cada día. Oremos: Jesús, Señor de mi vida. Crucificado y azotado por mí. No tuviste en cuenta el dolor, el sufrimiento, la soledad, el abandono, el desprestigio a causa de mi salvación. Vivir de espaldas a la cruz es no aceptar al Crucificado. No aceptamos olvidar la cruz. Ella, la cruz, nos prepara para comprender tu misión. Ayúdame a no olvidar que nuestra misión contiene cruz. En tu nombre, amén. Salmo 112.1 "Aleluya. Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera".
El inicio de este salmo es una afirmación de alegría. Bienaventurado es dichoso/dichosa. La felicidad de las personas rectas se fundamenta en el temor a Dios. Quien se deleita en Dios reconoce que cumplir sus estatutos es su alegría. Sin embargo, estar en las manos de Dios es un deleite. Se deleita "chafets", es cuando hay placer en algo, es apreciación, tener disposición favorable hacia alguien. El fundamento de esa alegría es cumplir felizmente la voluntad divina. Es una bienaventuranza andar en sus caminos. Si temes a Dios y afirmas en tu vida sus mandamientos con alegría, entonces ha comenzado el deleite en su camino. El regocijo de nuestra vida es no olvidar su Palabra. Oremos: Dios a ti tememos. En ti se regocija nuestra vida. Gracias por tu cuidado, gracias porque deleitarnos en ti nos guía y nos sostiene en nuestro mundo de crisis. Nuestra felicidad no es plena si tú no estás. Haré caso a ti antes que a cualquiera. En tu nombre, amén. Marcos 1.5a "Y salían a él".
El camino de la fe tiene previas condiciones. Es importante saber quiénes somos . Cuando abrimos la conciencia, el corazón al misterio de Dios hay una conmoción. Esa conmoción estremece los falsos fundamentos de la falsa seguridad en que estábamos ubicado. Tiene lugar la limitación de los horizontes en que estábamos. La experiencia de Fe nos lleva a "regiones espirituales en donde es imposible confundir lo verdadero con lo deseado, con lo que todos creen",( K. Rahner). En la decisión del creyente nos lo jugamos todo. Es darnos totalmente, no fragmentados. Cuando existe una entrega a Dios comienza una realización en la humanidad nuestra. Sin embargo, debemos superar "formas de vida desperdiciadas" (S. Keikegaard). Las formas de vida desperdiciadas seguirán impidiendo que tengamos una nueva realización en Dios. Es allí cuando se inicia la defensa: "yo no voy a cambiar", "yo soy así", "no voy a dejar", etc. Salir a Dios, implica hacerlo de la manera en que él lo hizo al enviar a su hijo. No justifiquemos nuestras fragilidades y afirmémonos en nuestra vida la entrega completa. Oremos: No tenemos dudas de la entrega que has tenido para la condición nuestra. Volvemos a ti y con todo lo que somos. Te necesitamos cada día y es por ello que salimos a ti. Dios que guía a los encuentros más profundos del ser humano, que provoca conmociones que transforman nuestra vida, en ti encontramos todo. En tu nombre no queremos confundirnos entre lo deseado y lo verdadero. Amén. Hebreos 13.6 "de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre".
Decimos confiadamente lo que confiadamente creemos. Dios ha sido mi ayudador "boethos". De "boe", (un grito pidiendo ayuda) y "thos", (correr). Es uno que acude corriendo cuando clamamos por ayuda. El día que Moisés se encontró entre los egipcios y el mar rojo, junto al pueblo, pidieron ayuda. Cuando David se encontró en medio de la angustia se preguntó: ¿De dónde vendrá mi socorro? Con toda seguridad y confianza declaró que su socorro venía de Dios. Quien no puede decir confiadamente que Dios es su ayudador no ha disfrutado de su gracia y amor. Dios asiste a quienes confían en él porque en él han creído. Oremos: En medio de nuestra crisis no dejaremos de confiar en tus acciones creadoras. Tu eres mi Dios y mi salvador. Confío que me sostienes y me ayudas. Nadie puede detener lo que has comenzado en mi. Señor y Dios que sostiene, que ayuda y cuida a ti me acerco porque sé que no me dejarás. En tu nombre, amén. Éxodos 14.15 "Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mi? Di a los hijos de Israel que marchen". La orden de Dios es categórica. No es momento de clamar sino de marchar. Somos muy dados a estar pidiéndole a Dios pero muy poco a hacer lo que nos dice. Las crisis, el miedo, y el temor distorsiona nuestra visión. En la salida del pueblo de Israel por el desierto no había opciones de índole humana, sino divina. Era un actuar desde la Palabra de Dios en su totalidad. Si Dios decía que acamparan era eso, si era que recogieran maná, era eso, si era esperar era eso, pero es muy difícil cuando no podemos controlar las cosas seguir esas instrucciones. Depender de Dios es saber que aunque el agua esté al frente y faraón detrás Dios está por encima de todo. Marchar fue la instrucción y rendirse podía ser una opción. Es tiempo de confiar en Dios y no en lo que vemos. Marcha sin temor y teme solo a Dios. Los días pueden ser angustiantes sino los vivimos en la confianza de que Dios nos dará la victoria. No se trata de lo que puedas hacer sino de obedecer su Instrucción. El tiempo que vives es el de caminar. ¡Camina! Oremos: Señor, estoy dispuesto a caminar aunque no entienda, aunque crea que debo detenerme, aunque crea que debo rendirme, que no tengo opción, que ya la derrota es inminente. Si dices que camine no dudaré en hacerlo porque tu Palabra siempre fortalece mis pasos. Marcharé porque tú lo dices y eso es suficiente para yo confiar. En tu nombre, amén. Lucas 22.35 "Cuando os envié sin bolsa, sin alforja y sin calzado, ¿os faltó algo? Ellos dijeron: Nada.
Si tenemos a Jesús no nos falta nada. Cuando Jesús nos convoca y nos envía lo que tenemos sobra. Puedes tener muchas cosas, incluso muchos accesorios en tu vida, pero lo más importante es que lo tengamos a él. "Si bolsa, sin alforja, sin calzado", nada de lo que nos parece necesario es necesario cuando tenemos al Señor. ¿Tienes todo pero no a Jesús? Entonces te falta algo. Cuando nos falta es "hustereo" (llegar tarde, rezagarse), es cuando no estamos. Fallamos o faltamos porque no llegamos y nos quedamos cortos. No te falta nada si vas con Jesús, pero si prefieres llevar tus cosas puede que te hagan retrasar y no alcances llegar. No olvides que es Jesús el que te envía y en él lo tenemos todo. Oremos: Jesús y Dios de mi vida. Comprendo que tenerte es lo más importante en la vida. Quiero tenerte siempre para que jamás me falte nada. En tu nombre, amén. Efesios 6. 13 "Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes".
Quien sepa que está en el mundo debe entender que cada día tiene una acción continua. Cuando nos levantamos en la mañana determinamos qué tomamos en nuestras manos. Unos toman, el periódico, cosa que no está mal, otros el celular, hay quienes solo meditan, tomamos la Biblia, oramos al Señor, etc. Tomamos diversas cosas con las que iniciamos el día. Tomar la armadura, que llamo la vestimenta externa, no implica nada. Incluso, tomar la armadura me hace un soldado o luchador más. Sin embargo, tomar la armadura de Dios me hace luchador de Dios. Si estoy vestido de Dios puedo resistir el día malo. Nuestros días malos llegan, pero si Dios está con nosotros podremos resistir. Resistir es "anthistemi", como antiestamina, de "anti" (contra), e "histemi", (resistencia). Es cuando el que es valiente está frente a frente al adversario. Cuando resistes en Dios podrás vencer porque estás en el terreno de Dios. ¿En qué terreno tú estás? La autoridad que nos da el Señor nos concede la capacidad para enfrentar el día malo. Acabada la lucha debes mantenerte firme. No olvide que "las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios, para la destrucción de fortalezas", 2 Co 10.4. Las armas para nuestra batalla las proporciona Dios y con ellas destruiremos fortalezas, todo lo que se oponga a caminar con Dios, en el día malo. Dios nos ha puesto para vencer, no para ser vencidos, para tomar y no para perder, para estar firmes y no para claudicar. ¡Resiste! Oremos: Dios yo sé que mi batalla no es carnal. Ayúdame a distinguir mi batalla cada día. En las batallas de cada día me prepara en tu armadura para resistir. Ayúdame a resistir en medio de las batallas. En ti me refugio para estar firme. En tu nombre, amén. 2 Corintios 4.8-9 " que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados;9 perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos...".
Estamos en la tierra y eso es ineludible. Lo que nos remite a una vida con problemas. Ninguno somos inmune a las problemáticas. Las dificultades no se detienen con el crecimiento sino que aumentan. Sin embargo, cada dificultad o tribulación en la que estemos no es el final. Miren lo que dice la Escritura: a. "que estamos atribula en todo, mas no angustiados...". La tribulación es menos profunda que la angustia. En la tribulación hay preocupación, pero en la angustia hay desasosiego. No es la tribulación que tienes el final de tu vida. El salmista dice: "Muchas son las aflicciones del justo mas de todas ellas le librará el Señor", Sal 34. b. "...en apuros, más no desesperados...". El apuro significa aprieto, escases, conflicto, más desamparados, es la pérdida total de la esperanza. No perderemos la fe porque lo último que se pierde es la esperanza y Dios siempre acude a nuestra vida por apretadas que estén las cosas. "Por fe andamos no por vista". c. "...perseguidos, mas no desamparados...". Pueden ser miles los ataques del enemigo, pero Dios sigue siendo "nuestro amparo y fortaleza", Salmo 46, "aunque un ejército acampe contra mí no temerá mi corazón, aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado", Salmo 27. d. "...derribados, pero no destruidos...". ¡Aleluya! Esta es la afirmación final de que nada se ha acabado. Una cosa es que esté en el suelo y otra cosa es estar arruinado. La sangre de Cristo te levanta como te redime y no importa la condición en la que te encuentres y cuán derribados estén porque Dios es quien nos afirma cada día. En ese caminar diario en el que nos sentimos derribados la mano de Dios nos va perfeccionando. En las pruebas crecemos no nos destruimos. Oremos: Dios que permite que en este nuevo día se cumpla esta palabra. Pongo en tus manos mi tribulación, mis apuros, los ataques que recibo y lo que parece mi derrota. Afirmo por tu Palabra que nos libras de la angustia. Quita de mi el desespero para ver tu mano. Déjame ver la victoria donde yo veo la derrota para declarar por fe lo que no entiendo por vista. En ti nuestra vida cobra sentido y me aferro a ti para caminar confiado. En tu nombre, amén. |
AutorPastor José Báez Báez Categorías
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September 2017
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